Ya inició oficialmente la cuenta regresiva a septiembre * El calendario de la NFL da vuelta a sus páginas con miras a la temporada 2025 * Los dos prospectos más calientes son Shedeur Sanders, hijo de la leyenda Deion Sanders, y Cam Ward, de la Universidad de Miami, que históricamente ha sido cuna de grandes prospectos
DIEGO CASTILLO
El calendario de la NFL da vuelta a sus páginas con miras a la temporada 2025 y el scouting combine de esta semana es el inicio oficial de la cuenta regresiva a septiembre.
Como ya es tradición anual, los mejores prospectos del rango colegial son convocados al Lucas Oil Stadium para ser sometidos a pruebas físicas y mentales enfrente de todos los entrenadores y gerentes generales de la NFL.
Es una audición masiva previa al draft colegial de abril, y aunque el otoño parece distante hoy en día, el desempeño de estos muchachos ahora dictará su futuro como profesionales.
El draft siempre arroja incógnitas y este año no será la excepción: Los Tennessee Titans tienen la primera selección y no hay un consenso en quién debería ser la primera selección como en 2012 fue Andrew Luck o Trevor Lawrence en 2021.
Parece que Brian Callahan todavía tiene fe en lo que Will Levis pueda hacer en su tercera temporada como mariscal de campo.
Tennessee puede darse el lujo de no seleccionar un quarterback, ya que hay dos prospectos que llaman mucho la atención.
Travis Hunter, flamante ganador del trofeo Heisman, tiene la peculiaridad de que puede jugar como esquinero o receptor indistintamente y ha dejado claro su deseo de continuar haciéndolo en el máximo nivel del futbol americano.
El otro es Abdul Carter, un caza-mariscales en el molde de Micah Parsons (egresados de la misma universidad), Myles Garrett y TJ Watt.
Cualquiera de esas dos opciones sería razonable para los Titanes; la otra sería canjear la selección de honor por más turnos en el draft y dejar que equipos necesitados de quarterbacks suban por uno.
Los dos prospectos más calientes son Shedeur Sanders, hijo de la leyenda Deion Sanders, y Cam Ward, de la Universidad de Miami, que históricamente ha sido cuna de grandes prospectos, incluyendo quarterbacks como Jim Kelly y Bernie Kosar.
Los dos equipos que le siguen a Tennessee en el orden del draft son Cleveland y Gigantes de Nueva York. Ambas franquicias de alcurnia con presentes grises o hasta negros.
Cleveland sigue sufriendo las repercusiones del canje desastroso por Deshaun Watson que los dejó sin capital en el draft y con el contrato más caro en la historia de la liga hasta ese entonces.
Su mejor jugador, Myles Garrett, ha pedido formalmente su salida de la franquicia vía intercambio y estando en una de las divisiones más peleadas de la Conferencia Americana, parece que los Browns pasarán aún más tiempo en el sótano.
Los Gigantes no han podido encontrarle reemplazo a Eli Manning y Tom Coughlin en el banquillo; la primera temporada con Brian Daboll y la victoria en postemporada ante Minnesota con Daniel Jones jugando en un nivel superlativo resultó ser un espejismo y ahora están buscando mariscal de nuevo sin mucho talento para arropar a quien venga.
Ahí es donde la influencia del padre de Shedeur, la leyenda Neon Deion Sanders, puede meter su cuchara para asegurarse de que su hijo vaya a una situación conveniente y si eso le resulta familiar a los neoyorquinos, hay que recordar hace 21 años cuando Eli Manning fue la primera selección del draft y posó con la playera de los San Diego Chargers con una mueca torcida después de hacer público su deseo por no jugar en la ciudad fronteriza.
La considerable influencia de su familia con su padre, exquarterback legendario, y su hermano, que en esa temporada era el jugador más valioso de la liga, le permitió a Eli cumplir su deseo de desarrollarse profesionalmente en La Gran Manzana.
Bien dicen que el que a hierro mata, a hierro muere.
Los últimos años para los Cowboys han significado fracasos en postemporada y decisiones inverosímiles por parte del área administrativa * Si los Jones no quieren abrir la chequera, habrá una fila de decenas de equipos que pagarán por hacerse de los servicios de Micah Parsons
DIEGO CASTILLO
Ya está de regreso la NFL con todos los equipos reportándose a sus respectivos campamentos de entrenamiento.
Es justo el momento para sentar bases rumbo a la temporada y es justo cuando el optimismo suele abundar con la esperanza de una nueva aventura en el emparrillado.
Los únicos que no pueden dejar de tropezar con la misma piedra son los Jones, padre e hijo, Jerry y Stephen.
Desde hace más de treinta años no ganan un Super Bowl, vamos, ni siquiera han podido regresar a un campeonato de conferencia.
Los últimos años para los Cowboys han significado fracasos en postemporada y decisiones inverosímiles por parte del área administrativa.
El ejemplo más reciente y el que hoy trataremos es la situación contractual de Micah Parsons.
Micah Parsons es el mejor jugador de Dallas y lo ha sido desde que fue seleccionado en primera ronda del draft colegial en 2021.
En sus primeras cuatro temporadas ha acumulado 52.5 capturas de quarterback.
Sólo Reggie White registró más capturas en sus primeras cuatro temporadas. No por nada, el Ministro de la Defensa está en el Salón de la Fama y es considerado como uno de los mejores defensivos en la historia de la NFL.
Esta temporada será la última de Micah Parsons bajo contrato de los Cowboys si no pueden llegar a un arreglo salarial. Parsons ha mostrado su descontento públicamente ante los medios tras las extensiones de contrato de Maxx Crosby, Myles Garrett y TJ Watt, todos ellos juegan en la misma posición que Parsons y han sido recompensados con contratos multianuales y multimillonarios.
La NFL se rige con un tope salarial, lo que quiere decir que el valor del mercado lo dicta el precedente que dejan contratos anteriores.
Es decir, antes de que Maxx Crosby firmara su contrato con los Raiders, sus agentes utilizaron el salario de Joey Bosa con San Francisco para establecer una base de negociaciones.
Cuando Raiders accedió a pagarle más a Crosby en promedio anual que a Bosa se llegó a un acuerdo.
Myles Garrett hizo lo propio con el contrato de Crosby y TJ Watt fue el más reciente beneficiado por este tipo de negociaciones.
Si Dallas y la familia Jones hubieran entablado negociaciones con Micah Parsons en primavera, podrían haber llegado a un acuerdo de 36 millones de dólares anuales.
Una cifra que lo hubiera convertido en el linebacker mejor pagado en la historia de la liga. Ahora, para que Parsons tenga esa distinción, tendría que superar los 41 millones de dólares anuales que Pittsburgh le acaba de dar a TJ Watt.
El hecho de haber esperado le costó a los Cowboys y a la larga recompensará a Parsons.
Y es que si los Jones no quieren abrir la chequera, habrá una fila de decenas de equipos que pagarán por hacerse de los servicios de Micah Parsons.
Y ese no es el final de los problemas para los Cowboys y sus mandamases cada vez más alejados de la realidad.
No sólo siguen en el estira y afloja con Parsons, sino que Stephen Jones, hijo de Jerry Jones, que únicamente tiene su trabajo de gerente general de la franquicia más popular y valiosa de la NFL porque su papi compró al equipo, declaró -ante cámaras y reporteros- que Micah Parsons “tiene que querer ser pagado”.
Como si su producción dentro del emparrillado no hablara por sí sola. Como si el impacto de su juego no estuviera presente en los tres niveles de la defensiva de la estrella solitaria.
Así es como Jerry Jones y su familia están orillando a su mejor defensivo a buscar una salida.
Y sin Micah Parsons, estarán todavía más lejos de ese trofeo de Super Bowl, que cada año se ve más borroso en el espejo retrovisor.
Cada temporada que siga pasando con los Jones tomando las riendas de los Vaqueros, será una temporada más que sucumbe ante la mediocridad.
La mercancía de la nueva escudería Cadillac con el nombre de Sergio Pérez ya se está vendiendo y circula por las calles de la Ciudad de México * De ser un secreto a voces ya es más bien un secreto a gritos que el piloto tapatío ocupará uno de los monoplazas estadounidenses para la temporada 2026
DIEGO CASTILLO
Parece que los comerciantes de Tepito y del Centro conocen más que los reporteros de F1.
Y es que la mercancía de la nueva escudería Cadillac con el nombre de Sergio Pérez ya se está vendiendo y circula por las calles de la Ciudad de México.
Y sí, ya dejó de ser un secreto a voces y es más bien un secreto a gritos que Sergio Pérez ocupará uno de los monoplazas estadounidenses para la temporada 2026, a falta de un anuncio oficial.
La pregunta ahora es quién será su compañero. Rumores iniciales indicaban que el enfoque estaba sobre un joven piloto norteamericano como Colton Herta, pero su decepcionante campaña en IndyCar ha enfriado su posible llegada.
La otra opción para que Cadillac tenga un piloto local es Jak Crawford, actual sublíder de Fórmula 2, pero con apenas 20 años de edad, un rol como piloto de reserva podría ser su entrada a la Fórmula 1.
La opción que ha sonado en los últimos días es la posibilidad de sumar al experimentado piloto finlandés Valtteri Bottas, quien regresó este año con Mercedes en un rol de reserva, escudería en la que más brilló durante su carrera.
La competencia de Cadillac para conseguir la firma de Bottas es concretamente Alpine, que desde el año que viene correrá con motor Mercedes, maquinaria que el finlandes conoce a la perfección.
El contrato de Sergio Pérez deberá ser multianual, ya que es muy poco probable que Cadillac sea competitivo desde su comienzo en Fórmula 1.
El tiempo limitado para preparar el coche y las nuevas regulaciones que llegarán en 2026 son factores en contra y aunque el presidente de la escudería, Graeme Lowdon, ha declarado que Cadillac está invirtiendo 30 millones de dólares mensuales para llegar de la mejor manera a la parrilla de salida, Cadillac tardará unos años para empezar a codearse con los gigantes del automovilismo.
Si el piloto tapatío quiere cosechar alegrías en su regreso al máximo nivel de automovilismo le tendrá que dedicar varios años, quizá los últimos de su carrera a este equipo naciente.
Checo regresaría a la parrilla después de su año sabático con la reputación intacta, la caída de Red Bull como auténtico imperio romano se ha encargado de eso.
El Red Bull que Checo conoció en 2021 ya no existe, y si los rumores de la salida de Max Verstappen se cristalizan, no habrá ninguna cara conocida en la escudería que ha dominado el último lustro en Fórmula 1.
Después de dos carreras desastrosas, Liam Lawson, piloto neozelandés que reemplazó a Checo, fue relegado a Racing Bulls y suplantado por Yuki Tsunoda.
El japonés, aunque tiene mucha más experiencia que Lawson, tampoco ha podido revertir la situación y sólo ha terminado dos veces en los puntos.
El simple hecho que Verstappen siga peleando por carreras y posiciones pole cuando públicamente se escucha frustrado con su coche, es clara evidencia que el cuatro veces campeón del mundo es un genio al volante.
Red Bull actualmente marcha cuarto en el campeonato de constructores con 172 puntos. Max Verstappen ha conseguido 165 de esos puntos.
Si bien es cierto que el 2024 también fue un año de errores poco característicos para un piloto veterano como el Checo, puntualmente su choque en la clasificación del GP de Mónaco, punto en que su temporada se vino en picada, lo que ha pasado con ese coche desde la salida de Pérez demuestra que no es un coche competitivo en F1.
Lo más importante es que Cadillac oficialice la llegada de Checo Pérez para que pueda integrarse a su nuevo equipo lo antes posible y tener una transición bien planeada en su regreso a Fórmula 1 y para que ya se puedan vender prendas auténticas de Checo, que en México se venderán como pan caliente celebrando que el hijo pródigo del automovilismo azteca está de regreso.
A menos de un año de su Mundial está aún más hundido * Estados Unidos tiene jugadores regados por toda Europa, pero no ha logrado consolidar un once titular que inspire confianza o asuste a alguien de cara al Mundial
DIEGO CASTILLO
Por segunda Copa Oro consecutiva, México se ha quedado con el título regional y refrenda su triunfo en la pasada Nations League, poniendo un claro trecho entre el Tri y su más odiado rival, su vecino al norte, su espejo, Estados Unidos.
Los de las barras y las estrellas dirán que por segunda Copa Oro consecutiva no pusieron a sus mejores armas en la cancha. Eso es completamente responsabilidad de ellos.
Mauricio Pochettino no ha podido encontrar armonía fuera de la cancha para poder transmitirla dentro de ella.
MENSAJES CRÍPTICOS
Con todos los problemas que tiene México, y vaya que son varios, Estados Unidos se encuentra aún más hundido y a menos de un año de su Mundial, corre el riesgo de desperdiciar su autodenominada generación dorada.
Christian Pulisic se ausentó voluntariamente de esta competencia, argumentando que necesitaba descansar tras una ajetreada campaña con el Milan.
Por sí sola, es una razón válida, aunque la temporada rossonera fue una de las peores en la larga e ilustre historia del gigante italiano.
Lo que deja dudas son los mensajes crípticos que se han mandado Pochettino y Pulisic en conferencias de prensa, redes sociales y podcasts.
Los quiebres en la relación entre la máxima estrella y el entrenador sólo se agrandaron cuando fue rumorado que Pochettino había sido uno de los candidatos sondeados por el Brentford, club de la Premier League, que lo buscaba para reemplazar a Thomas Frank.
DRAMA ENTRE ESTRELLAS Y ENTRENADORES
La amenaza de que su estratega los abandonara en la antesala del Mundial 2026, claramente afectó al grupo.
Drama entre estrellas y entrenadores es algo que viene aquejando al conjunto norteamericano desde el proceso anterior.
Sólo hay que recordar cómo acabó la etapa de Gregg Berhalter, antecesor de Pochettino en el banquillo estadounidense.
Durante el Mundial de Qatar 2022, Berhalter usó esporádicamente a Giovanni Reyna, quien en ese entonces era titular a nivel de clubes con Borussia Dortmund en la Bundesliga y era visto como una de las joyas de esa selección de Estados Unidos.
Después de la eliminación estadounidense de la justa mundialista, se reveló que la falta de juego de Reyna fue debido a una pobre actitud e indisciplinas durante la concentración en Medio Oriente.
Giovanni es hijo del ex mundialista Claudio Reyna, ex compañero de Gregg Berhalter.
Para proteger a su “niño” Claudio y su esposa acudieron a la federación estadounidense de futbol para sacar trapitos sucios de Berhalter y su entonces novia, ahora esposa.
Las acusaciones se remontaban a supuestos altercados ocurridos en 1992.
Gregg Berhalter fue relevado de su cargo en 2022, pero fue reinstaurado el año siguiente cuando no se encontró sustento a las acusaciones en su contra.
De hecho, la última Nations League que ha ganado Estados Unidos a la fecha, fue con Berhalter al mando y Gio Reyna de titular, quien fue elegido jugador del partido en esa final contra México que acabó con el ya famoso 2-0.
Hoy la realidad es dura para Reyna, ya que ha perdido su titularidad en Dortmund -únicamente disputó 341 minutos de Bundesliga la temporada pasada- y sólo ha jugado un partido en 2025 con su selección.
EU NO ASUSTA
Estados Unidos tiene jugadores regados por toda Europa, pero no ha logrado consolidar un once titular que inspire confianza o asuste a alguien de cara al Mundial.
En la retaguardia tienen a su central del futuro en Chris Richards, pero Tim Ream no es una pareja confiable y no hay nadie más que venga empujando desde atrás.
Antonee Robinson y Segiño Dest, ausentes en esta Copa Oro, le darán solidez y salida por las bandas, pero la línea defensiva sigue estando incompleta.
Del otro lado del campo, las soluciones están igual de borrosas. Mucho se ha platicado y escrito sobre el talento joven que viene por ahí, pero hasta ahora Haji Wright, ni Folarin Balogun, ni Timothy Weah, ni Patrick Agymang o Ricardo Pepi han podido plantar su bandera como centro delantero indiscutible para las tropas del Tío Sam.
Y por último, lo más importante es resolver la frígida relación entre Pulisic y Pochettino porque si las dos cabezas más importantes de cara al Mundial 2026 jalan en direcciones diferentes, Estados Unidos quedará parado en el mismo sitio que 1994, cuando el soccer estaba dando sus primeros pasos del otro lado de la frontera y todos los supuestos años y pasos de progreso se irán por la borda.