El futbol que practica el Cruz Azul de Sánchez es más pragmático que el de su predecesor * A base de resultados y firmeza en momentos importantes, Vicente ha desaparecido fantasmas
DIEGO CASTILLO
Cruz Azul vence a los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) por la mínima diferencia en Ciudad Universitaria para sellar su boleto a la final de la Concacaf Champions League, en donde se medirán ante los Vancouver Whitecaps de la MLS.
Si nos remontamos a los principios del semestre, esto parecería un sueño guajiro para los cementeros, que en ese entonces estaban más ocupados en los juzgados que en el campo de juego con la repentina salida de Martín Anselmi.
Hay que recordar que el interinato posterior de Vicente Sánchez no estaba asegurado. En las horas de frenesí que siguieron la partida de Anselmi, surgieron reportes que el ex futbolista uruguayo, que hasta ese entonces se hacía cargo de la Sub-23 cementera, no tomaría las riendas del primer equipo sin garantías de su continuidad, al menos hasta el verano.
La afición celeste estaba de luto. El director técnico que los había llevado a practicar un futbol fascinante y había impuesto récord de puntos en torneos cortos los dejó plantados.
Martín escuchó el canto de sirenas lusitanas y sin decir adiós se marchó al Porto de Portugal, dejando un legado de buen futbol y espectáculo, pero con la deuda que más le cala al Cruz Azul: Trofeos para sus vitrinas.
Anselmi, además, había sido el arquitecto de la reestructuración celeste, que con las llegadas de Mateusz Bogusz y Luka Romero, le dejó la ofensiva más costosa de la liga MX.
La mudanza del estadio Ciudad de los Deportes a Ciudad Universitaria fue una petición puntual del estratega porteño.
Los jugadores y la afición se tardaron más de la mitad del semestre en sentirse como locales en el recinto del Pedregal.
Si con ese panorama le dices al más recalcitrante aficionado cementero, que al final del semestre iban a terminar terceros en la tabla general de la Liga MX y jugarían una final continental de locales en CU -todo bajo el mando de Vicente Sánchez con Joel Huiqui como asistente-, se hubiera quedado atónito.
Pues no sólo eso fue lo que pasó, además Cruz Azul arrastra una racha invicta de 16 partidos, eliminaron al América en una serie a dos partidos y ahora sólo 90 minutos separan a la Máquina de su título 7 de Concacaf.
ANSELMI EN EL OLVIDO
Ya nadie llora por Anselmi o corea su nombre en las tribunas. El futbol que practica el Cruz Azul de Vicente Sánchez es más pragmático que su predecesor y eso le ganó críticas, ya que el recuerdo de la Máquina arrolladora de Anselmi seguía fresco en la memoria.
Ahora, con el beneficio de la perspectiva y el tiempo, podemos decir que este Cruz Azul de Vicente Sánchez se parece más al de Juan Reynoso que al de Martín Anselmi… y eso es algo que pinta bien para el futuro celeste.
Porque aunque digan que el peruano jugó un futbol defensivo (concepto que no comparto), mezquino y especulativo, tiene una diferencia abismal con el de Anselmi.
Reynoso levantó títulos con Cruz Azul y dejó la novena estrella que los cementeros esperaron durante 24 años.
Si Cruz Azul logra coronar su actuación en la Concachampions con el campeonato, Vicente Sánchez dejará el interinato atrás y será ratificado como director técnico permanente, le dará frescura a la baraja de estrategas que se repite mucho en nuestra liga y además le dará un golpe de autoridad al balompié mexicano que se ha visto alcanzado por la MLS.
Con sus actuaciones en Leagues Cup y pasadas Concachampions, nuestros vecinos han demostrado que a nivel de clubes ya también han cerrado la brecha, como lo han hecho a nivel de selecciones.
La Liga MX lleva como representante al equipo más regular de los últimos 12 meses, el que más puntos cosechó en los dos torneos cortos en su fase regular y cursa este certamen continental de forma invicta.
A base de resultados y firmeza en momentos importantes, Vicente Sánchez ha desaparecido fantasmas y ha desvanecido el recuerdo de Martín Anselmi.
Terence Crawford revive los fantasmas de Canelo Álvarez * “Bud” hace historia y se convierte en monarca indiscutible en tres divisiones * Conserva lo invicto y ganadas todas sus peleas * El peleador de Omaha rompió la máxima de que un gran peso pequeño no le gana a un gran peso grande
GILBERTO SOLÍS
El “antihéroe” se robó el espectáculo en casa ajena y terminó siendo aplaudido y reverenciado por los aficionados del rival, Saúl ‘Canelo’ Álvarez (63-3-2, 39 KOs), que nunca apareció a la defensa de sus cuatro fajas de campeón indiscutible de peso supermediano.
Si quedaba alguna duda de quién es el mejor boxeador libra por libra del mundo, Terence ‘Bud’ Crawford (42-0-0, 31 KOs) se encargó de despejarla la noche del sábado 13 de septiembre pasado cuando se unió a Claressa Shields (en 2025) y Henry Armstrong (en 1938) como los únicos boxeadores en lograr el campeonato indiscutible en 3 categorías de peso diferentes.
“Bud” consiguió la victoria que necesitaba su carrera para meterse de lleno en la conversación de mejor boxeador de los últimos 25 años.
“Floyd Mayweather Jr. fue el mejor de su era, yo soy el mejor de la mía”, respondió en la conferencia de prensa cuando le compararon con el autoproclamado ‘The Best Ever’.
Crawford hizo lo que la mayoría de los boxeadores que enfrenta a Canelo Álvarez no hace. Vino a boxear antes que a cobrar. Y eso fue lo peor que le pudo pasar al héroe mexicano, a quien, para utilizar un término coloquial, le pintaron la cara.
Ante 70,482 personas que colmaron el Allegiant Stadium (récord de concurrencia para la instalación), casa de Las Vegas Raiders, Terence revive los fantasmas de Dmitry Bivol y Floyd Mayweather Jr. -este último apostó 50 mil dólares a la victoria de Crawford-, los únicos que le habían derrotado y expuesto sus flaquezas, además de Erislandy Lara.
Crawford jugó con el orgullo mexicano desde el día uno de la Semana de Combate. Y lo llevó al extremo cuando entró al ring con ‘La canción del Mariachi’ y cargando en su mano derecha un estuche de guitarra, algo que consternó a la mayoría de los presentes, para luego sacar a pasear al ultramediático campeón azteca.
A sus 37 años de edad, cumple 38 el próximo 28 de septiembre, el peleador de Omaha rompió la máxima de que un gran peso pequeño no le gana a un gran peso grande.
Simplemente plantó su bandera en el ring y se dedicó a darle lecciones a Canelo hasta elevar a 20 su invicto en peleas titulares.
Crawford parecía un supermediano natural. Nunca le pesaron las piernas. Terminó fresco. Economizó sus golpes, usando los necesarios para martillar a su oponente, provocar la exclamación del público, pero, sobre todo, llenarle los ojos a los jueces que votaron de forma unánime (116-112, 115-113 y 115-113) a su favor.
Como dijo alguna vez Benjamin Franklin (o al menos se le atribuye la frase): “Bien hecho es mejor que bien dicho”.
Sus combinaciones largas a intervalos, su movimiento lateral, la riposta y el cambio de guardia fueron demasiados acertijos que Canelo no pudo descifrar, como tampoco su esquina, que no supo provocar una reacción a pesar de que sabían que a su discípulo se le esfumaba la posibilidad de victoria.
Al finalizar el combate, Crawford mayoreó a Canelo por 115-99 en golpes totales conectados y 45-16 en jabs. En tanto, Canelo superó a Crawford 83-70 en golpes de potencia.
Esta victoria le permitió a Crawford convertirse en el sexto boxeador en ganar títulos en cinco divisiones diferentes (ligero, superligero, welter, superwelter y supermediano).
Con la derrota, Canelo perdió sus cinturones de la Asociación Mundial, Consejo Mundial, Organización Mundial y Federación Internacional de Boxeo, poniendo fin a una era dorada en su carrera.
“Una derrota no me define. Estoy acá para tomar riesgos”, declara el mexicano tras conocer la decisión de los jueces.
Contrario a otros compromisos, en esta ocasión Canelo Álvarez prefirió concentrarse de lleno en el combate y no ser escoltado por alguna celebridad al subir al cuadrilátero y únicamente se le vio acompañado de su equipo de trabajo, que al sonido del mariachi con la canción ‘México lindo y querido’, se enfiló al escenario principal.
Por su parte, Terence Crawford acompañó su entrada con la famosa “Canción del Mariachi’.
Entre los famosos que asistieron destacó la presencia de diversas personalidades del deporte y el espectáculo: Mauricio Sulaimán, Julio César Chávez, Mike Tyson, Turki Alalshikh, Jason Statham, Mr. Beast, Alana Flores, Matt Barnes, Charlize Theron, Zuria Vega, Alberto Guerra, Reykon, Sofia Vergara, Holt McCallany, Dana White, Evander Holyfield, Marc Anthony, Mark Wahlberg, Charlie Sheen, Lizzo, Andrew Renzi, Andy Ruiz Jr., Wiz Khalifa, Rob Lowe, Jeremy Renner, Macaulay Culkin, Magic Johnson, Logan Paul y Triple H.
Además del bono asegurado de 100 millones de dólares para Canelo Álvarez y 50 millones para Crawford, el vencedor se llevó el cinturón especial ‘Nahui Huey Altepemeh’ Tlaxcala II, otorgado por el Consejo Mundial de Boxeo.
DECLARACIONES
“No estoy aquí por coincidencia, Dios me trajo hasta aquí. Canelo es un gran campeón y muy competitivo. Soy fan de él y peleó como un verdadero campeón. No sé si será mi última pelea, tengo que hablar con mi equipo. Sólo quiero dar gracias a todos los que me apoyaron, y también a los que no”, declaró Crawford.
Por su parte, Canelo respondió: “Me siento bien. Primero quiero agradecer a la gente que vino a apoyarme. Una derrota no me define. Estar aquí ya es una victoria porque tengo a mi familia y, en lo profesional, he logrado muchas cosas. Hice lo que tenía que hacer y, al final de cuentas, vine a la vida a tomar riesgos y a ponerme a prueba. Aquí seguiré. Le dije a él que compartir el ring fue especial, y si lo hacemos otra vez sería genial. Me siento fuerte y le doy crédito a Crawford por la victoria”.
El calendario pasa sus páginas a la mejor época del año * Se acaba la pretemporada y se abre el telón de la temporada regular con un juego divisional lleno de rivalidad e historia
DIEGO CASTILLO
La próxima vez que veamos un juego de NFL, ahora sí el marcador va a importar. Se acaba la pretemporada y se abre el telón de la temporada regular con un juego divisional lleno de rivalidad e historia.
Como ya es costumbre, el campeón vigente inaugura la nueva temporada. Eso quiere decir que Philadelphia se verá las caras con Dallas el 4 de septiembre en Lincoln Financial Field.
Esta no es una columna de predicciones o especulaciones, no tenemos bola de cristal y tampoco somos adivinos, así que como preámbulo de la temporada únicamente tenemos las preguntas más ardientes del emparrillado, interrogantes que sólo el tiempo y el ovoide podrán responder.
La primera gran incógnita tiene que ver con el partido que abre el telón. Se refiere a Micah Parsons, quien hasta la fecha de escribir esta columna sigue sin presentarse a los entrenamientos de los Cowboys.
Ya todos conocen que el defensor estrella busca una renovación de contrato comparable con las que ya obtuvieron TJ Watt y Myles Garrett.
La última vez que Jerry Jones se encontró con una controversia así fue en 1993, cuando Emmitt Smith buscaba ser el corredor mejor pagado de la NFL y se perdió los dos primeros juegos de la temporada regular.
Los Cowboys perdieron esos dos juegos y finalmente Jerry Jones accedió y abrió la cartera. Fue una sabia decisión, ya que Dallas retomó el camino y lograron ganar el Super Bowl – el segundo de los tres que ganarían en la década de los 90s-.
Esta nueva versión de la estrella solitaria no tiene el talento que tenían sus similares noventeras para competir por un Vince Lombardi, pero lo que sí es verdad es que sin Micah Parsons, Dallas se convierte en uno de los peores equipos defensivos en toda la NFL.
Entonces, por el bien de los Cowboys y sus millones de aficionados, ojalá por ellos que las negociaciones lleguen a buen puerto y Micah Parsons se ponga su jersey número 11 o será una temporada muy larga en Dallas.
La otra gran pregunta de esa misma división nos lleva a la capital estadounidense. Los Commanders fueron la gran sorpresa de la temporada pasada con el novato del año, Jayden Daniels, en los controles.
Washington llegó -contra todos los pronósticos- al juego de campeonato de la Conferencia Nacional. Ahora ya no tienen el factor sorpresa de su lado, aunque ya lograron un acuerdo con su receptor estelar, Terry McLaurin.
Veremos si La Cenicienta del año anterior puede alargar su estadía en el baile o le dan las 12 de la noche.
Vamos de costa a costa y aterrizamos en Los Ángeles. Si los Rams pueden mantener un equipo completo, libre de lesiones, tienen todas las herramientas para destronar a Philadelphia. En los playoffs de la temporada pasada nadie asustó tanto a los eventuales campeones como lo hicieron las tropas de Sean McVay.
Desde que fue contratado por Les Snead, toda la NFL ha intentado encontrar al siguiente Sean McVay; un genio ofensivo que a través de su esquema puede cambiar el destino de un equipo.
Muchos se han presentado como pretendientes, pero nadie se ha aproximado. La única duda que podría frenar el cabalgar de los Rams es la incertidumbre sobre la espalda de Matthew Stafford, mariscal de campo titular y campeón del Super Bowl LVI.
Tiene una misteriosa lesión en la espalda que lo ha marginado del emparrillado todo el verano. Una lesión que se parece mucho a la lesión que empujó a Tony Romo al retiro en 2016. Y entre más sigan prolongando el silencio, más van a crecer las dudas alrededor del estatus de Matt Stafford.
Si logra estar sano, los Rams son firmes contendientes al Super Bowl. De lo contrario, van a naufragar en la difícil División Oeste de la Conferencia Nacional.
En la Conferencia Americana, la pregunta es más simple: ¿Quién podrá romper el monopolio de Kansas City?
Aunque perdieron el Super Bowl pasado, los Chiefs buscan ser el primer equipo desde los Bills de los 90s en llegar a cuatro Súper Domingos consecutivos – algo que ni Tom Brady y sus poderosos Patriotas pudieron lograr-.
El único quarterback que ha podido derrotar a Patrick Mahomes en un juego de postemporada en Arrowhead reside en Cincinnati y se llama Joe Burrow.
La ofensiva de los Bengals tiene el potencial de imponer cifras históricas; lo único que los puede frenar es su porosa defensiva que desde la temporada anterior daba señales de estar moribunda y poco se han preocupado por revivirla.
La otra gran amenaza también viene de la División Norte y se trata de los Ravens de Baltimore. Lamar Jackson tiene que demostrar, manteniéndose sano hasta enero, que tiene pasta para campeón o se acercará a la categoría de mariscales comandada por Dan Marino, que presumen carreras prolíficas, pero les falta el anillo para coronarlas.
Otro que se acerca peligrosamente a esa categoría es Josh Allen, de los Bills de Buffalo. Es increíble pensar que una franquicia con tanta historia y representantes en el Salón de la Fama no haya podido capturar el trofeo Vince Lombardi. Se han quedado en la orilla en varias desgarradoras ocasiones.
Y si a Jim Kelly ya lo tratan como el papa en esas partes del mundo, si Josh Allen logra llevarlos a la tierra prometida, los feligreses de los Bills empezarán su proceso de canonización el próximo febrero.
Esas son tan sólo unas de las historias que estaremos siguiendo, ya que el calendario pasa sus páginas a la mejor época del año, la temporada de NFL.
Con el último título conquistado por la Sub-15 en Concacaf, el Tri es el campeón vigente de la zona en todos los rangos de edad * Vamos por buen camino, las semillas se están sembrando con cuidado en categorías inferiores * Si se sigue trabajando de esta manera, tarde o temprano cosecharemos grandes alegrías con nuestra selección
DIEGO CASTILLO
Proyectos a futuro no son populares o concurridos en la Federación Mexicana de Futbol.
Como ya sabemos, resultados rápidos y monetarios se priorizan sobre procesos largos que rinden frutos a futuro lejano.
Parece haber una excepción: Se trata de la selección mexicana Sub-15, que acaba de triunfar en la competencia de Concacaf de esa categoría.
Lo más interesante fue que lo hizo con un combinado multicultural que nos da un vistazo al futuro de la captación de talento en el futbol moderno.
El proyecto impulsado y comandado por Andrés Lillini, exdirector técnico de Pumas y Necaxa, tiene a México como potencia de Concacaf en categorías con límite de edad.
Con este último título conquistado por la Sub-15, el Tri es el campeón vigente de la zona en todos los rangos de edad, con un dominio claro frente a nuestro eterno rival, Estados Unidos.
La clave justamente se encontró del otro lado de la frontera, la base de la selección nacional Sub-15 dirigida por Yasser Corona nació fuera de México.
Incluso los cinco goles que México metió en la final frente a su similar de las barras y las estrellas fueron autoría de muchachos que nacieron en EU.
Da’Vian Kimbrough, líder goleador del certamen, nació en Woodland, un suburbio de la capital californiana, Sacramento. Hijo de un padre afroamericano y una madre mexicoamericana, Da’Vian ya mide 1.80 m y tiene físico para competir con defensores de cualquier nación, algo que históricamente ponía al Tri en desventaja, especialmente contra Estados Unidos.
Paxon Ruffin es otro binacional con raíces afroamericanas que se hizo presente en el marcador. Nació en Florida y ya forma parte de las inferiores de Monterrey.
Los otros dos que se hicieron presentes en el tanteador de la final fueron Juan Carlos Martínez Jr. y Lisandro Torres, ambos nacidos en el área metropolitana de Los Ángeles, y enrolados en las inferiores del LA Galaxy y LAFC, respectivamente.
La captación global de talento no se limita a Estados Unidos o incluso al Continente Americano.
Robert Oliveras Aceves es una joya de La Masía, de padre catalán y madre mexicana; Robert ya ha vestido playeras de la selección mexicana y española, y se continúa formando en una de las canteras más prestigiosas del futbol mundial.
La FIFA permite bajo sus estatutos actuales que los jugadores pueden cambiar de selección antes de participar tres veces con la categoría mayor y antes de los 21 años. Es por eso que Robert puede probar con las dos hasta decidir su futuro.
Este es el camino a seguir para no rezagarse aún más en comparación con los gigantes del futbol internacional.
Hasta España, Francia, Brasil, Italia y todas las potencias alinean a jugadores nacidos más allá de sus fronteras. No habrá selección que no tenga elementos multinacionales, México no debería ser la excepción.
Debemos dejar los discursos retrógradas y nacionalistas en contra de los naturalizados. Ya es una cuestión de calidad. Si les cerramos las puertas no vamos a poder competir.
Hay talento mexicano en todos los rincones de la República, pero también lo hay en California, Texas, Florida, Barcelona y por todas partes del mundo. Hay que expandir nuestras redes, no cerrarlas.
La probabilidad de que todos estos campeones Sub-15 sean figuras a nivel mayor es poco probable.
En todos lados promesas se quedan, se caen por la borda o son mal asesorados y no llegan a su potencial.
Pero entre más amplio sea nuestro rango de captación; más cerca de encontrar a las figuras del mañana y que vistan los colores de sus raíces y corazón, sin importar lo que diga el pasaporte.
Vamos por buen camino, las semillas se están sembrando con cuidado en categorías inferiores.
Si se sigue trabajando de esta manera, tarde o temprano cosecharemos grandes alegrías con nuestra selección.