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DEPORTES

Crisis en casa del Tío Sam

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A menos de un año de su Mundial está aún más hundido * Estados Unidos tiene jugadores regados por toda Europa, pero no ha logrado consolidar un once titular que inspire confianza o asuste a alguien de cara al Mundial

 

DIEGO CASTILLO

 

Por segunda Copa Oro consecutiva, México se ha quedado con el título regional y refrenda su triunfo en la pasada Nations League, poniendo un claro trecho entre el Tri y su más odiado rival, su vecino al norte, su espejo, Estados Unidos.

Los de las barras y las estrellas dirán que por segunda Copa Oro consecutiva no pusieron a sus mejores armas en la cancha. Eso es completamente responsabilidad de ellos.

Mauricio Pochettino no ha podido encontrar armonía fuera de la cancha para poder transmitirla dentro de ella.

 

MENSAJES CRÍPTICOS

Con todos los problemas que tiene México, y vaya que son varios, Estados Unidos se encuentra aún más hundido y a menos de un año de su Mundial, corre el riesgo de desperdiciar su autodenominada generación dorada.

Christian Pulisic se ausentó voluntariamente de esta competencia, argumentando que necesitaba descansar tras una ajetreada campaña con el Milan.

Por sí sola, es una razón válida, aunque la temporada rossonera fue una de las peores en la larga e ilustre historia del gigante italiano.

Lo que deja dudas son los mensajes crípticos que se han mandado Pochettino y Pulisic en conferencias de prensa, redes sociales y podcasts.

Los quiebres en la relación entre la máxima estrella y el entrenador sólo se agrandaron cuando fue rumorado que Pochettino había sido uno de los candidatos sondeados por el Brentford, club de la Premier League, que lo buscaba para reemplazar a Thomas Frank.

 

DRAMA ENTRE ESTRELLAS Y ENTRENADORES

La amenaza de que su estratega los abandonara en la antesala del Mundial 2026, claramente afectó al grupo.

Drama entre estrellas y entrenadores es algo que viene aquejando al conjunto norteamericano desde el proceso anterior.

Sólo hay que recordar cómo acabó la etapa de Gregg Berhalter, antecesor de Pochettino en el banquillo estadounidense.

Durante el Mundial de Qatar 2022, Berhalter usó esporádicamente a Giovanni Reyna, quien en ese entonces era titular a nivel de clubes con Borussia Dortmund en la Bundesliga y era visto como una de las joyas de esa selección de Estados Unidos.

Después de la eliminación estadounidense de la justa mundialista, se reveló que la falta de juego de Reyna fue debido a una pobre actitud e indisciplinas durante la concentración en Medio Oriente.

Giovanni es hijo del ex mundialista Claudio Reyna, ex compañero de Gregg Berhalter.

Para proteger a su “niño” Claudio y su esposa acudieron a la federación estadounidense de futbol para sacar trapitos sucios de Berhalter y su entonces novia, ahora esposa.

Las acusaciones se remontaban a supuestos altercados ocurridos en 1992.

Gregg Berhalter fue relevado de su cargo en 2022, pero fue reinstaurado el año siguiente cuando no se encontró sustento a las acusaciones en su contra.

De hecho, la última Nations League que ha ganado Estados Unidos a la fecha, fue con Berhalter al mando y Gio Reyna de titular, quien fue elegido jugador del partido en esa final contra México que acabó con el ya famoso 2-0.

Hoy la realidad es dura para Reyna, ya que ha perdido su titularidad en Dortmund -únicamente disputó 341 minutos de Bundesliga la temporada pasada- y sólo ha jugado un partido en 2025 con su selección.

 

EU NO ASUSTA

Estados Unidos tiene jugadores regados por toda Europa, pero no ha logrado consolidar un once titular que inspire confianza o asuste a alguien de cara al Mundial.

En la retaguardia tienen a su central del futuro en Chris Richards, pero Tim Ream no es una pareja confiable y no hay nadie más que venga empujando desde atrás.

Antonee Robinson y Segiño Dest, ausentes en esta Copa Oro, le darán solidez y salida por las bandas, pero la línea defensiva sigue estando incompleta.

Del otro lado del campo, las soluciones están igual de borrosas. Mucho se ha platicado y escrito sobre el talento joven que viene por ahí, pero hasta ahora Haji Wright, ni Folarin Balogun, ni Timothy Weah, ni Patrick Agymang o Ricardo Pepi han podido plantar su bandera como centro delantero indiscutible para las tropas del Tío Sam.

Y por último, lo más importante es resolver la frígida relación entre Pulisic y Pochettino porque si las dos cabezas más importantes de cara al Mundial 2026 jalan en direcciones diferentes, Estados Unidos quedará parado en el mismo sitio que 1994, cuando el soccer estaba dando sus primeros pasos del otro lado de la frontera y todos los supuestos años y pasos de progreso se irán por la borda.

DEPORTES

La pelota no pide acta de nacimiento

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Los que la tratan bien, a cualquier edad son recompensados por la redonda * Lo más normal sería que nuestro futbol no sepa manejar a un talento como Gilberto Mora, porque está desacostumbrado a lidiar con futbolistas de esa edad y brindarles confianza.

 

DIEGO CASTILLO

 

Es difícil hoy en día aferrarse a algo brillante en la selección mexicana.

Este combinado nacional no inspira, no invita a la afición a emocionarse o corear sus nombres.

Hasta el momento, México va aprobando el examen que es la Copa Oro, pero está lejos de sacarse un 10.

El funcionar de la oncena de Javier Aguirre es soso, los movimientos parecen poco ensayados y no termina de encontrar una formación que le guste para repetir de partido a partido.

Que México llegue a buen puerto en sus encuentros, por ahora depende de la táctica fija o de chispazos individuales.

 

ESPEJISMO

Eso alcanza para trascender en la Copa Oro y hasta ganarla, pero cuando suba el calibre de los rivales, especialmente en el próximo verano, con la justa mundialista en casa, esos argumentos no alcanzarán y el Tri se quedará en las mismas instancias de siempre.

Lo más rescatable del pase a semifinales frente Arabia Saudita fue la titularidad y personalidad de Gilberto Mora.

Con 16 años de edad demostró que el escenario no lo deslumbró y llegó a ser el orquestador de los pocos chispazos de juego colectivo que demostró la selección nacional.

 

HIPOCRESÍA

Ahora llegarán muchos a decir que hay que ser mesurados con el ascenso de Gilberto Mora, hay que llevarlo despacio para que no se le suba el éxito. Hay que respetar los procesos.

Vaya hipocresía, si hay un futbol que no respeta procesos es justamente el mexicano.

La solución es simple: Si el jugador demuestra estar listo y tiene las cualidades para sobresalir en la cancha, no importa la edad que tenga.

La pelota no pide pasaporte ni acta de nacimiento. Los que la tratan bien, a cualquier edad son recompensados por la redonda.

Es de esperarse que un futbol como el nuestro se espante con talentos generacionales y no los sepa manejar.

 

REALIDADES

El futbol mexicano hasta hace unas semanas tenía una categoría inferior Sub-23.

La cruda realidad es que si, a los 22 o 23 años de edad, no te encuentras en un equipo de Primera División, mejor será dedicarte a otra cosa.

Mientras las promesas de las grandes potencias futbolísticas del planeta florecen a los 15 y 16 años, y se comienzan a volver realidades a los 18 o 19, aquí seguimos esperando que den el estirón a los 20 o 21, y cuando tropiezan en Primera División, no hay una división menor para reivindicarse y que recompongan el camino.

Esa brecha de media década es casi imposible de reponer y es una de las grandes razones por las cuales siempre estamos persiguiendo dos o tres escalones abajo de los serios contendientes.

Lo más normal sería que nuestro futbol no sepa manejar a un talento como Gilberto Mora, porque está desacostumbrado a lidiar con futbolistas de esa edad y brindarles confianza.

Si queremos escalar tenemos que cambiar ese paradigma y empezar a responsabilizar a futbolistas jóvenes que se muestran listos para ese tipo de exigencia.

Así lo hacen los grandes y por ahí se puede empezar a actuar como tal.

 

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El desmarque comodino

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Hay que aceptar que la comunidad que ha sustentado a la selección mexicana, más allá de sus fronteras durante décadas, está siendo perseguida, amedrentada y detenida sin justificación * Los jugadores importantes de esta generación no conectan con el público de una manera que los pudiera convertir en ídolos en años venideros

 

DIEGO CASTILLO

 

Por más que quieran o se sientan incómodos, no se pueden separar las realidades que viven la selección mexicana y los migrantes latinoamericanos en Estados Unidos.

Javier Aguirre no puede seguir esquivando el tema en conferencias de prensa cuando le preguntan sobre las redadas encabezadas por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés).

 

EL MIEDO NO ANDA EN BURRO

Las pobres entradas en la Copa Oro y el Mundial de Clubes, ambas competencias desarrollándose en Estados Unidos, se pueden explicar en gran parte por la cultura de miedo e incertidumbre sembrada desde la Casa Blanca y cosechada por esta organización de cazadores.

Lo único (o lo mínimo) que se le pide al Vasco es que se quite las anteojeras de caballo, suba la vista más allá del terreno de juego y reconozca que la comunidad que ha sustentado a la selección mexicana más allá de sus fronteras durante décadas está siendo perseguida, amedrentada y detenida sin justificación.

 

NO HAY ÍDOLOS

Seamos sinceros, si nos enfocamos en lo que es el Tri en la cancha, no inspiran a nadie.

Los jugadores importantes de esta generación no conectan con el público de una manera que los pudiera convertir en ídolos en años venideros.

El futbol moderno está cada vez más cuadriculado, ya casi nada se deja al azar, a la genialidad del diez.

Cada vez hay más herramientas para exprimir todo el potencial del colectivo a través de datos y estadísticas.

Pero en esta carretera de la información, México sigue en el carril de baja con el Vasco manejando la carcacha.

Seguimos apelando a la garra, los huevos y el coraje. Esos mismos que nos dejan en la esquina de “ya merito” y “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.

Este abandono de la afición y mediocridad en la cancha pueden por fin matar la gallina dorada que ha sido el Tri en EUA.

 

ADIÓS A LA REBANADA DE PASTEL

Hablando como alguien que vivió en Estados Unidos durante diez años, los partidos de la selección mexicana eran la rebanada más grande de nostalgia que nos podíamos comer los paisanos del otro lado del Río Grande.

Ver a México era una oportunidad de transportarnos a nuestras tierras, para desahogarnos en las tribunas y recordar no sólo al combinado nacional sino también a nuestro club favorito.

Viendo la situación de ahora, con los agentes de ICE con rienda suelta y amenazando con vigilar los accesos a estadios, creo que me la pensaría dos veces antes de ir a ver un partido de futbol, y viendo las entradas de los juegos, creo que mis paisanos piensan igual.

La selección mexicana, desde directivos hasta jugadores no pueden seguir ignorando esta situación. No se puede separar política de deportes.

Por más que nuestros deportes favoritos sirvan como un escape de la monotonía diaria y el estrés cotidiano, no podemos abandonar nuestros principios por una diversión.

 

MUHAMMAD ALI, UN GRAN EJEMPLO

El mejor ejemplo nos lo dio Muhammad Ali. En los años que hubieran sido su pico físico, abandonó el ring por negarse a ser soldado en la Guerra de Vietnam.

– Ningún viet cong me ha llamado negro, decía el campeón del mundo.

Su licencia para boxear fue revocada por evadir conscripción militar y no pudo boxear por cinco años. Todo por no traicionar sus principios.

Sacrificó su carrera deportiva por algo que era más grande que él mismo.

Nadie le está pidiendo al Vasco o a sus dirigidos que cuelguen los botines o dejen de entrenar para siempre.

Pero si Muhammad Ali puede bajarse del ring para defender sus principios, todos los integrantes de la selección mexicana pueden al menos reconocer y empatizar con el miedo que ahora sienten sus más fieles seguidores.

 

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El Oro de la Copa no deja brillo en la selección

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Nada que alardear si ganas y un rotundo fracaso si pierdes * Si utilizamos a la Copa Oro como brújula, seguiremos volando directo hacia un Mundial turbulento

 

DIEGO CASTILLO

 

México ya está participando en la Copa Oro, el torneo que, por su dominio histórico de la Concacaf, siempre está obligado a ganar.

Es una posición familiar para el Tri, nada que alardear si ganas y un rotundo fracaso si pierdes.

El partido debut del torneo fue contra República Dominicana, enfrentamiento que sería equilibrado si se jugara en un diamante y no en un campo de futbol, pero pese a eso el Tri ganó de forma dramática.

 

RECTA FINAL

Estamos en la recta final rumbo al Mundial de Norteamérica y este tipo de sinodales no le darán a Javier Aguirre una buena indicación sobre el nivel de sus seleccionados.

Hay que cuidar que la algarabía de ganar este tipo de torneos no nuble los juicios rumbo a la justa más importante.

Los ensayos en contra de Suiza y Turquía son más útiles como preparación que un torneo contra rivales de la zona.

Estados Unidos no trae a sus figuras más importantes, ya sea por lesión como Weston Mckinnie o en el caso de Christian Pulisic por pedir el verano para descansar, entonces el rival a vencer para México será otra vez Canadá.

Ya con tiempo de adaptación al estilo de juego de Jesse Marsch y con gran parte del plantel jugando en ligas europeas, los de la Hoja de Maple son el único examen de calidad que México tendrá este verano en la Copa Oro.

 

AMNESIA

Ya dijimos que el futbol mexicano no tiene memoria, pero con la selección nacional esa amnesia sube de nivel porque los recuerdos se maquillan y se disfrazan según convenga el resultado.

Si se tropieza en la Copa Oro, saldrán los mismos analistas en las mismas mesas de debate con los mismos argumentos de siempre.

Que si la pelota parada contra Estados Unidos, que si no le damos seriedad a nuestra zona, que si Aguirre es el entrenador indicado, cuando la decadencia de la selección mexicana se viene manifestando desde antes del bochornoso Mundial de Qatar 2022.

 

COPA ORO NOS CIEGA

Si se mira el otro lado de la moneda, ganar la Copa Oro también nos ciega de la realidad.

No tenemos más que recordar la pasada edición: México alzó el trofeo tras doblegar a Panamá por la mínima diferencia.

Ni Canadá ni Estados Unidos traían sus mejores armas, pero en México lo que importa es el resultado y eso le bastó a Jaime Lozano para afianzarse en el banquillo del Tri.

El entonces recién llegado como alto comisionado, Juan Carlos Rodríguez, inundó las redes sociales con videos optimistas y que ahora sí el Tri estaba listo para escalar la montaña luego del derrumbe de 2022.

Duilio Davino, encargado de selecciones nacionales, declaró públicamente que Jimmy Lozano sería el técnico en el Mundial 2026 pase lo que pase.

Y bueno, ya sabemos lo que pasó.

Ni Lozano ni Rodríguez siguen en sus cargos. Los dueños del futbol mexicano siguen priorizando lo económico y se fueron por la fácil, por la que ya se saben y pusieron a Javier Aguirre por tercera vez en el banquillo nacional.

 

ZONA DE CONFORT

Los dueños son como el abuelo que no se deshace de sus pantuflas preferidas, aunque la suela ya parezca lengua de perro sediento. No salen de su zona de confort.

Esto es lo que sucede cuando los clubes dejan de competir en torneos como la Copa Libertadores o la Sudamericana, y mejor se van a perseguir dólares inventando torneos con la MLS.

Esto es lo que sucede cuando se deja de competir en Copa América o se mandan escuadras alternativas o con límite de edad.

Esto es lo que sucede cuando se elimina el ascenso y descenso y los clubes entran en una decadencia y mediocridad donde no se ven obligados a forjar nuevos talentos mexicanos.

 

TORNEO INTRASCENDENTE

No dejen que los espejitos de la Copa Oro los vislumbren, la realidad de nuestro futbol no cambia triunfando en un torneo intrascendente y tenemos que aprender a no hacer juicios para bien o para mal, dependiendo del resultado.

Si utilizamos a la Copa Oro como brújula, seguiremos volando directo hacia un Mundial turbulento.

 

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