Nada que alardear si ganas y un rotundo fracaso si pierdes * Si utilizamos a la Copa Oro como brújula, seguiremos volando directo hacia un Mundial turbulento
DIEGO CASTILLO
México ya está participando en la Copa Oro, el torneo que, por su dominio histórico de la Concacaf, siempre está obligado a ganar.
Es una posición familiar para el Tri, nada que alardear si ganas y un rotundo fracaso si pierdes.
El partido debut del torneo fue contra República Dominicana, enfrentamiento que sería equilibrado si se jugara en un diamante y no en un campo de futbol, pero pese a eso el Tri ganó de forma dramática.
RECTA FINAL
Estamos en la recta final rumbo al Mundial de Norteamérica y este tipo de sinodales no le darán a Javier Aguirre una buena indicación sobre el nivel de sus seleccionados.
Hay que cuidar que la algarabía de ganar este tipo de torneos no nuble los juicios rumbo a la justa más importante.
Los ensayos en contra de Suiza y Turquía son más útiles como preparación que un torneo contra rivales de la zona.
Estados Unidos no trae a sus figuras más importantes, ya sea por lesión como Weston Mckinnie o en el caso de Christian Pulisic por pedir el verano para descansar, entonces el rival a vencer para México será otra vez Canadá.
Ya con tiempo de adaptación al estilo de juego de Jesse Marsch y con gran parte del plantel jugando en ligas europeas, los de la Hoja de Maple son el único examen de calidad que México tendrá este verano en la Copa Oro.
AMNESIA
Ya dijimos que el futbol mexicano no tiene memoria, pero con la selección nacional esa amnesia sube de nivel porque los recuerdos se maquillan y se disfrazan según convenga el resultado.
Si se tropieza en la Copa Oro, saldrán los mismos analistas en las mismas mesas de debate con los mismos argumentos de siempre.
Que si la pelota parada contra Estados Unidos, que si no le damos seriedad a nuestra zona, que si Aguirre es el entrenador indicado, cuando la decadencia de la selección mexicana se viene manifestando desde antes del bochornoso Mundial de Qatar 2022.
COPA ORO NOS CIEGA
Si se mira el otro lado de la moneda, ganar la Copa Oro también nos ciega de la realidad.
No tenemos más que recordar la pasada edición: México alzó el trofeo tras doblegar a Panamá por la mínima diferencia.
Ni Canadá ni Estados Unidos traían sus mejores armas, pero en México lo que importa es el resultado y eso le bastó a Jaime Lozano para afianzarse en el banquillo del Tri.
El entonces recién llegado como alto comisionado, Juan Carlos Rodríguez, inundó las redes sociales con videos optimistas y que ahora sí el Tri estaba listo para escalar la montaña luego del derrumbe de 2022.
Duilio Davino, encargado de selecciones nacionales, declaró públicamente que Jimmy Lozano sería el técnico en el Mundial 2026 pase lo que pase.
Y bueno, ya sabemos lo que pasó.
Ni Lozano ni Rodríguez siguen en sus cargos. Los dueños del futbol mexicano siguen priorizando lo económico y se fueron por la fácil, por la que ya se saben y pusieron a Javier Aguirre por tercera vez en el banquillo nacional.
ZONA DE CONFORT
Los dueños son como el abuelo que no se deshace de sus pantuflas preferidas, aunque la suela ya parezca lengua de perro sediento. No salen de su zona de confort.
Esto es lo que sucede cuando los clubes dejan de competir en torneos como la Copa Libertadores o la Sudamericana, y mejor se van a perseguir dólares inventando torneos con la MLS.
Esto es lo que sucede cuando se deja de competir en Copa América o se mandan escuadras alternativas o con límite de edad.
Esto es lo que sucede cuando se elimina el ascenso y descenso y los clubes entran en una decadencia y mediocridad donde no se ven obligados a forjar nuevos talentos mexicanos.
TORNEO INTRASCENDENTE
No dejen que los espejitos de la Copa Oro los vislumbren, la realidad de nuestro futbol no cambia triunfando en un torneo intrascendente y tenemos que aprender a no hacer juicios para bien o para mal, dependiendo del resultado.
Si utilizamos a la Copa Oro como brújula, seguiremos volando directo hacia un Mundial turbulento.
Los últimos años para los Cowboys han significado fracasos en postemporada y decisiones inverosímiles por parte del área administrativa * Si los Jones no quieren abrir la chequera, habrá una fila de decenas de equipos que pagarán por hacerse de los servicios de Micah Parsons
DIEGO CASTILLO
Ya está de regreso la NFL con todos los equipos reportándose a sus respectivos campamentos de entrenamiento.
Es justo el momento para sentar bases rumbo a la temporada y es justo cuando el optimismo suele abundar con la esperanza de una nueva aventura en el emparrillado.
Los únicos que no pueden dejar de tropezar con la misma piedra son los Jones, padre e hijo, Jerry y Stephen.
Desde hace más de treinta años no ganan un Super Bowl, vamos, ni siquiera han podido regresar a un campeonato de conferencia.
Los últimos años para los Cowboys han significado fracasos en postemporada y decisiones inverosímiles por parte del área administrativa.
El ejemplo más reciente y el que hoy trataremos es la situación contractual de Micah Parsons.
Micah Parsons es el mejor jugador de Dallas y lo ha sido desde que fue seleccionado en primera ronda del draft colegial en 2021.
En sus primeras cuatro temporadas ha acumulado 52.5 capturas de quarterback.
Sólo Reggie White registró más capturas en sus primeras cuatro temporadas. No por nada, el Ministro de la Defensa está en el Salón de la Fama y es considerado como uno de los mejores defensivos en la historia de la NFL.
Esta temporada será la última de Micah Parsons bajo contrato de los Cowboys si no pueden llegar a un arreglo salarial. Parsons ha mostrado su descontento públicamente ante los medios tras las extensiones de contrato de Maxx Crosby, Myles Garrett y TJ Watt, todos ellos juegan en la misma posición que Parsons y han sido recompensados con contratos multianuales y multimillonarios.
La NFL se rige con un tope salarial, lo que quiere decir que el valor del mercado lo dicta el precedente que dejan contratos anteriores.
Es decir, antes de que Maxx Crosby firmara su contrato con los Raiders, sus agentes utilizaron el salario de Joey Bosa con San Francisco para establecer una base de negociaciones.
Cuando Raiders accedió a pagarle más a Crosby en promedio anual que a Bosa se llegó a un acuerdo.
Myles Garrett hizo lo propio con el contrato de Crosby y TJ Watt fue el más reciente beneficiado por este tipo de negociaciones.
Si Dallas y la familia Jones hubieran entablado negociaciones con Micah Parsons en primavera, podrían haber llegado a un acuerdo de 36 millones de dólares anuales.
Una cifra que lo hubiera convertido en el linebacker mejor pagado en la historia de la liga. Ahora, para que Parsons tenga esa distinción, tendría que superar los 41 millones de dólares anuales que Pittsburgh le acaba de dar a TJ Watt.
El hecho de haber esperado le costó a los Cowboys y a la larga recompensará a Parsons.
Y es que si los Jones no quieren abrir la chequera, habrá una fila de decenas de equipos que pagarán por hacerse de los servicios de Micah Parsons.
Y ese no es el final de los problemas para los Cowboys y sus mandamases cada vez más alejados de la realidad.
No sólo siguen en el estira y afloja con Parsons, sino que Stephen Jones, hijo de Jerry Jones, que únicamente tiene su trabajo de gerente general de la franquicia más popular y valiosa de la NFL porque su papi compró al equipo, declaró -ante cámaras y reporteros- que Micah Parsons “tiene que querer ser pagado”.
Como si su producción dentro del emparrillado no hablara por sí sola. Como si el impacto de su juego no estuviera presente en los tres niveles de la defensiva de la estrella solitaria.
Así es como Jerry Jones y su familia están orillando a su mejor defensivo a buscar una salida.
Y sin Micah Parsons, estarán todavía más lejos de ese trofeo de Super Bowl, que cada año se ve más borroso en el espejo retrovisor.
Cada temporada que siga pasando con los Jones tomando las riendas de los Vaqueros, será una temporada más que sucumbe ante la mediocridad.
La mercancía de la nueva escudería Cadillac con el nombre de Sergio Pérez ya se está vendiendo y circula por las calles de la Ciudad de México * De ser un secreto a voces ya es más bien un secreto a gritos que el piloto tapatío ocupará uno de los monoplazas estadounidenses para la temporada 2026
DIEGO CASTILLO
Parece que los comerciantes de Tepito y del Centro conocen más que los reporteros de F1.
Y es que la mercancía de la nueva escudería Cadillac con el nombre de Sergio Pérez ya se está vendiendo y circula por las calles de la Ciudad de México.
Y sí, ya dejó de ser un secreto a voces y es más bien un secreto a gritos que Sergio Pérez ocupará uno de los monoplazas estadounidenses para la temporada 2026, a falta de un anuncio oficial.
La pregunta ahora es quién será su compañero. Rumores iniciales indicaban que el enfoque estaba sobre un joven piloto norteamericano como Colton Herta, pero su decepcionante campaña en IndyCar ha enfriado su posible llegada.
La otra opción para que Cadillac tenga un piloto local es Jak Crawford, actual sublíder de Fórmula 2, pero con apenas 20 años de edad, un rol como piloto de reserva podría ser su entrada a la Fórmula 1.
La opción que ha sonado en los últimos días es la posibilidad de sumar al experimentado piloto finlandés Valtteri Bottas, quien regresó este año con Mercedes en un rol de reserva, escudería en la que más brilló durante su carrera.
La competencia de Cadillac para conseguir la firma de Bottas es concretamente Alpine, que desde el año que viene correrá con motor Mercedes, maquinaria que el finlandes conoce a la perfección.
El contrato de Sergio Pérez deberá ser multianual, ya que es muy poco probable que Cadillac sea competitivo desde su comienzo en Fórmula 1.
El tiempo limitado para preparar el coche y las nuevas regulaciones que llegarán en 2026 son factores en contra y aunque el presidente de la escudería, Graeme Lowdon, ha declarado que Cadillac está invirtiendo 30 millones de dólares mensuales para llegar de la mejor manera a la parrilla de salida, Cadillac tardará unos años para empezar a codearse con los gigantes del automovilismo.
Si el piloto tapatío quiere cosechar alegrías en su regreso al máximo nivel de automovilismo le tendrá que dedicar varios años, quizá los últimos de su carrera a este equipo naciente.
Checo regresaría a la parrilla después de su año sabático con la reputación intacta, la caída de Red Bull como auténtico imperio romano se ha encargado de eso.
El Red Bull que Checo conoció en 2021 ya no existe, y si los rumores de la salida de Max Verstappen se cristalizan, no habrá ninguna cara conocida en la escudería que ha dominado el último lustro en Fórmula 1.
Después de dos carreras desastrosas, Liam Lawson, piloto neozelandés que reemplazó a Checo, fue relegado a Racing Bulls y suplantado por Yuki Tsunoda.
El japonés, aunque tiene mucha más experiencia que Lawson, tampoco ha podido revertir la situación y sólo ha terminado dos veces en los puntos.
El simple hecho que Verstappen siga peleando por carreras y posiciones pole cuando públicamente se escucha frustrado con su coche, es clara evidencia que el cuatro veces campeón del mundo es un genio al volante.
Red Bull actualmente marcha cuarto en el campeonato de constructores con 172 puntos. Max Verstappen ha conseguido 165 de esos puntos.
Si bien es cierto que el 2024 también fue un año de errores poco característicos para un piloto veterano como el Checo, puntualmente su choque en la clasificación del GP de Mónaco, punto en que su temporada se vino en picada, lo que ha pasado con ese coche desde la salida de Pérez demuestra que no es un coche competitivo en F1.
Lo más importante es que Cadillac oficialice la llegada de Checo Pérez para que pueda integrarse a su nuevo equipo lo antes posible y tener una transición bien planeada en su regreso a Fórmula 1 y para que ya se puedan vender prendas auténticas de Checo, que en México se venderán como pan caliente celebrando que el hijo pródigo del automovilismo azteca está de regreso.
A menos de un año de su Mundial está aún más hundido * Estados Unidos tiene jugadores regados por toda Europa, pero no ha logrado consolidar un once titular que inspire confianza o asuste a alguien de cara al Mundial
DIEGO CASTILLO
Por segunda Copa Oro consecutiva, México se ha quedado con el título regional y refrenda su triunfo en la pasada Nations League, poniendo un claro trecho entre el Tri y su más odiado rival, su vecino al norte, su espejo, Estados Unidos.
Los de las barras y las estrellas dirán que por segunda Copa Oro consecutiva no pusieron a sus mejores armas en la cancha. Eso es completamente responsabilidad de ellos.
Mauricio Pochettino no ha podido encontrar armonía fuera de la cancha para poder transmitirla dentro de ella.
MENSAJES CRÍPTICOS
Con todos los problemas que tiene México, y vaya que son varios, Estados Unidos se encuentra aún más hundido y a menos de un año de su Mundial, corre el riesgo de desperdiciar su autodenominada generación dorada.
Christian Pulisic se ausentó voluntariamente de esta competencia, argumentando que necesitaba descansar tras una ajetreada campaña con el Milan.
Por sí sola, es una razón válida, aunque la temporada rossonera fue una de las peores en la larga e ilustre historia del gigante italiano.
Lo que deja dudas son los mensajes crípticos que se han mandado Pochettino y Pulisic en conferencias de prensa, redes sociales y podcasts.
Los quiebres en la relación entre la máxima estrella y el entrenador sólo se agrandaron cuando fue rumorado que Pochettino había sido uno de los candidatos sondeados por el Brentford, club de la Premier League, que lo buscaba para reemplazar a Thomas Frank.
DRAMA ENTRE ESTRELLAS Y ENTRENADORES
La amenaza de que su estratega los abandonara en la antesala del Mundial 2026, claramente afectó al grupo.
Drama entre estrellas y entrenadores es algo que viene aquejando al conjunto norteamericano desde el proceso anterior.
Sólo hay que recordar cómo acabó la etapa de Gregg Berhalter, antecesor de Pochettino en el banquillo estadounidense.
Durante el Mundial de Qatar 2022, Berhalter usó esporádicamente a Giovanni Reyna, quien en ese entonces era titular a nivel de clubes con Borussia Dortmund en la Bundesliga y era visto como una de las joyas de esa selección de Estados Unidos.
Después de la eliminación estadounidense de la justa mundialista, se reveló que la falta de juego de Reyna fue debido a una pobre actitud e indisciplinas durante la concentración en Medio Oriente.
Giovanni es hijo del ex mundialista Claudio Reyna, ex compañero de Gregg Berhalter.
Para proteger a su “niño” Claudio y su esposa acudieron a la federación estadounidense de futbol para sacar trapitos sucios de Berhalter y su entonces novia, ahora esposa.
Las acusaciones se remontaban a supuestos altercados ocurridos en 1992.
Gregg Berhalter fue relevado de su cargo en 2022, pero fue reinstaurado el año siguiente cuando no se encontró sustento a las acusaciones en su contra.
De hecho, la última Nations League que ha ganado Estados Unidos a la fecha, fue con Berhalter al mando y Gio Reyna de titular, quien fue elegido jugador del partido en esa final contra México que acabó con el ya famoso 2-0.
Hoy la realidad es dura para Reyna, ya que ha perdido su titularidad en Dortmund -únicamente disputó 341 minutos de Bundesliga la temporada pasada- y sólo ha jugado un partido en 2025 con su selección.
EU NO ASUSTA
Estados Unidos tiene jugadores regados por toda Europa, pero no ha logrado consolidar un once titular que inspire confianza o asuste a alguien de cara al Mundial.
En la retaguardia tienen a su central del futuro en Chris Richards, pero Tim Ream no es una pareja confiable y no hay nadie más que venga empujando desde atrás.
Antonee Robinson y Segiño Dest, ausentes en esta Copa Oro, le darán solidez y salida por las bandas, pero la línea defensiva sigue estando incompleta.
Del otro lado del campo, las soluciones están igual de borrosas. Mucho se ha platicado y escrito sobre el talento joven que viene por ahí, pero hasta ahora Haji Wright, ni Folarin Balogun, ni Timothy Weah, ni Patrick Agymang o Ricardo Pepi han podido plantar su bandera como centro delantero indiscutible para las tropas del Tío Sam.
Y por último, lo más importante es resolver la frígida relación entre Pulisic y Pochettino porque si las dos cabezas más importantes de cara al Mundial 2026 jalan en direcciones diferentes, Estados Unidos quedará parado en el mismo sitio que 1994, cuando el soccer estaba dando sus primeros pasos del otro lado de la frontera y todos los supuestos años y pasos de progreso se irán por la borda.