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LA FERIA

¿Qué compramos con nuestros impuestos?: Nada

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El gobierno los cobra y aparte se endeuda * Somos cerca de 130 millones de tenochcas, luego entonces no todos pagan… pues sí, porque del IVA no se salva nadie, desde la nenita que compra su paleta Payaso a su abuela (la de la niña) por el Corega.

 

ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN

 

Sepulcros blanqueados.

Sofía, una prima de las de Jalisco, era espectacularmente hermosa. Pescó al hijo de un ricachón al que advirtió que no sabía ni quería aprender ninguna labor del hogar y que si tenían hijos, necesitaría nana para cada uno.

Todo admitió el ansioso enamorado (es que en serio, estaba de cine). Y se casaron. Tuvieron sólo un hijo, vivían en una residencia lujosa de boquear y la Sofía, en su molicie, engordó, mucho, se le agrió el modo, se volvió retobona.

Un día el marido, sin aspavientos, la llevó a un departamentito en un barrio bajo y ahí la dejó con el hijo: -Pago despensa y médicos, nada más… si no te parece, ya sabes, delgadita y cariñosa -Sofía rompió el récord mundial de recuperación de figura… y de carácter, un dulce.

 

ALGO NO CUADRA

Algo no checa. No son ganas de incordiar. Algo no cuadra. Sin dramatizar. Algo anda mal.

A ver, imagine que va usted a un supermercado con su lista de compras; no encuentra varias cosas, otras sí, pero de calidad regularcita o mala, la fruta medio podrida, la carne vieja, la verdura pachucha (sí es español), los jugos agrios. Encima, se topa con cadáveres de otros clientes asesinados y a usted, por pura buena suerte, nada más le ponen una soberana tranquiza.

Con el corazón atravesado en el gañote, va usted a las cajas, le piden la lista completa de sus compras, le dicen que tiene que pagar por todo, incluido lo que no encontró… usted se rehúsa, se queja, alega, pero llega el gerente de la tienda y le advierte que si no paga, se va al bote de 3 meses a 9 años.

¿Qué le parece?… ¡Ah!, y pagó hasta lo que no le dieron, más una multa por latoso.

Si piensa que es un ejemplo muy exagerado, que esas cosas no pasan, se le informa… eso es exactamente México. Exactamente.

La gente paga impuestos, toda la gente, trabaje o no, sea o no mayor de edad. ¡No es cierto!, dirá un conocedor del tema. Sí es cierto, insiste este menda.

Los impuestos por ingresos (ISR) no los paga todo mundo; los contribuyentes en 2024 -según Hacienda- eran poquito menos de 63 millones, entre individuos y empresas.

Somos cerca de 130 millones de tenochcas, luego entonces no todos pagan. Pues sí, porque del IVA no se salva nadie, desde la nenita que compra su paleta Payaso a su abuela (la de la niña), por el Corega.

Y no se le olvide que aparte del IVA pagamos impuestos… si se nos ocurre la puntada de tener coche, al comprarlo nuevo o usado y luego por tenerlo, que eso es la tenencia, y al ponerle gasolina paga el IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios).

Si no tiene coche ni compra gasolina, pagará un 26.5% de IEPS si en Navidad compró una botella de champaña (sidra, la verdad); y si fue de tequila, el 53% (aparte del IVA, no se le olvide); un jugo o un refresco embotellado, pagan $1.39 pesos por litro; una cajetilla de cigarros paga el 160% de eso, de IEPS, más $0.54 pesos por cada 0.75 gramos; y la botana (la de bolsa con harto sello negro, la mera buena), esa, también paga el 8%, porque el gobierno no quiere mexicanos panzones… tan bueno el gobierno.

Si se encapricha y compra casa, paga impuestos, el ISAI (Impuesto sobre la Adquisición de Inmuebles), entre el 2% al 4.5%; y por supuesto, el predial, porque será muy suyo el terreno, pero le paga renta al gobierno el resto de su vida.

Sólo por no encolerizarlo, no se le detallan otros impuestos estatales y los municipales, que son aparte. La casa nunca pierde. Uno, sí.

Y si un benefactor (o el que le compró su coche), le deposita en efectivo a su cuenta del banco, ¿qué cree?, también paga impuestos, el 3% de todo lo que exceda 15 mil pesos al mes, paga. La casa nunca pierde, ya quedamos.

Este juntapalabras no propone que no se paguen impuestos. Claro que hay que pagarlos.

El dinero que le damos al gobierno (que nos quita) es para los gastos comunes de toda la sociedad, para pagar el gasto público, eso pagamos con nuestros impuestos y antes de eso, lo más importante, para que el gobierno tenga los recursos necesarios para cumplir y hacer cumplir la ley… ¡ya torció la puerca el rabo!

Bueno, hay otras cosas que el gobierno paga con nuestro dinero: Seguridad pública, servicios de salud, educación, cosas estas todas, en las que nos queda a deber mucho, para ni mencionar la infraestructura pública, federal, estatal y municipal (calles, carreteras, comunicaciones, agua potable -lo reto a que se beba un vaso de agua de la llave-, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de aguas residuales; alumbrado público, limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos; y muchos más, pero no hay espacio).

¿Qué compramos con nuestros impuestos?: nada.

Puede opinar alguien que los impuestos se deben pagar porque ni modo que el gobierno se endeude. Bueno, cobra impuestos y aparte se endeuda.

El gobierno del cuatrotero mayor, el que no vive en Palenque, es el que más ha endeudado al país en su historia: 3 billones 200 mil millones de pesos y el año pasado pagamos por la deuda la bonita cantidad de 928 mil 377 millones de pesos de intereses, casi el 12% de todo el gasto del gobierno. Desastre.

Otro dirá: ¿y de dónde, si no de los impuestos, se van a pagar los programas sociales?; pues sí, la pensión para los viejos está muy bien (pero no todos la necesitan) y nadie nos preguntó si queríamos mantener vagos con nuestro dinero y los mantenemos.

Además, hay una cosa inexplicable: El gobierno en 2018 funcionó con 5 billones 279 mil 667 millones de gasto; para el 2024, subió el gasto a poco más de 9 billones…  58% más… y todo empeoró. ¿Por qué sube el gasto?, ¿en qué gastan nuestro dinero?… y ante esto se acuerda uno del loco que proponía una huelga de impuestos… eso no lo aguanta ningún gobierno y no podría meter a la cárcel a 63 millones de tenochcas trompudos.

Por cierto: señora Presidenta, le disparamos su próximo viaje al extranjero, váyase en un avión de nuestra Fuerza Aérea; son una burla los 13 mil dólares que nos ahorró. Y si de veras quiere ahorrarnos dinero, no viva en un Palacio.

Sepulcros blanqueados.

LA FERIA

Aires de triunfalismo nunca es aconsejable

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Los jefes de Estado deben conducirse con realismo y ética * El triunfalismo en política es como el alcohol y las drogas, que embriagan y hacen alucinar a sus consumidores y por eso aumenta las probabilidades de errores y resultados negativos, expresa en su artículo Nurys Paulino

 

ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN

 

El basurero de la historia.

La prima Guille (Guillermina) era simpática y bailaba como Ginger Rogers, pero era feíta (muy fea).

Tío Emilio, su papá la adoraba y en el primero de Prepa, compró todos los boletos para hacerla elegir reina del colegio y así fue.

Con vestido de gran cola, capa, cetro y corona de diamantina, presidió el desfile ante el enmudecido público.

Al terminar tiró capa, corona y cetro, y se fue gritándole a su papá: -¡No me vuelvas a hacer esto! -tenía razón.

 

GRAN EMBROLLO POR EL FENTANILO

La muy buena noticia del jueves 31 de julio fue que se prorrogó 90 días la pena de muerte a la economía nacional que se ejecutaría el día 1 de agosto (30% de arancel de castigo de Donald Trump a las exportaciones de México a Estados Unidos).

El patán de la Casa Blanca lo informó en redes sociales y dejó muy claro que “México seguirá pagando el arancel del fentanilo del 25%, un arancel del 25% a los automóviles y un arancel del 50% al acero, el aluminio y el cobre”… y no quita el dedo del renglón: Todo este embrollo es por el fentanilo.

La Presidenta Sheinbaum lo celebró: “El acuerdo alcanzado con Trump salva el T-MEC. Tenemos el mejor acuerdo posible (…)”. Y hay que reconocer que sí le salió bien la cosa. No hay que ser cicateros. Aunque eso del “mejor acuerdo posible”… mmm… otra vez al triunfalismo.

El triunfalismo ese optimismo exagerado, ese aire de superioridad, esa manifestación pomposa de éxito, nunca es aconsejable, menos en cosas de gobierno, ni cuando se trata de un real triunfo, de la feliz terminación de algún asunto, menos cuando es mentira lo pregonado. Aparte, es de mal gusto.

Triunfalismo es cuando la dama del bastón de palo nos dice “es claro y notorio que México avanza en el camino de la prosperidad compartida”; “la economía de México está fuerte, sólida”; “hay más bienestar”; “récord en inversión extranjera”; “el nivel más bajo de desempleo” o cuando al referirse a su propio partido, dijo: “(…) somos el movimiento social y político más fuerte de todo el mundo, de todo el planeta (…)”.

Sí, sí lo dijo, de Morena, el 22 de septiembre de 2024, en su Congreso en la Ciudad de México. Morena aspira a afiliar 10 millones de tenochcas simplex, muy bien, el Partido Bharatiya Janata de la India tenía el año pasado 202 millones de miembros declarados y el Partido Comunista Chino tiene más de 100 millones; y si le parece disparejo comparar con partidos de países tan inmensos, entonces, que se entere la dama del bastón de juguete que el Partido Demócrata de EU tiene más de 45 millones de afiliados registrados uno por uno y el Republicano de allá mismo, más de 36 millones.

El triunfalismo no raramente lleva a caer en el ridículo y a decir frases propias de los cómicos de la lengua.

En estos tiempos de ‘apoteosis de la propaganda’ (frase del gran Amando de Miguel), no pocos políticos y algunos jefes de Estado caen en la tentación boba de ser populares (y algunos gastan carretadas de dinero en encuestas de resultados peculiares, sí, lamenta este menda abollarle el candor, pasa). Nada más que eso lleva directo al triunfalismo que todo lo tapa.

Busque por su cuenta, de Nurys Paulino, su artículo ‘Maldición del triunfalismo político’, en el que dice unas cuantas verdades como puños:  “(…) si bien es comprensible que los líderes políticos busquen resaltar sus logros y ganar apoyo popular, el ego exagerado puede tener consecuencias negativas para la sociedad (…), puede distorsionar la realidad y crea un relato sesgado (…), provoca que los líderes se enfoquen únicamente en los aspectos positivos de su gestión, dejando de lado o minimizando los problemas y desafíos que afronta la sociedad”.

Luego comenta que el triunfalismo en política es como el alcohol y las drogas, que embriagan y hacen alucinar a sus consumidores y por eso aumenta las probabilidades de errores y resultados negativos.

El triunfalismo fue típico de los totalitarismos del siglo pasado; curiosamente, las dictaduras no suelen ser triunfalistas. El triunfalismo es parte de la propaganda que presenta a los líderes como todopoderosos y a sus gobiernos como infalibles; por eso tienen a la mano una batería de culpables designados para achacarles lo que les sale mal y de plano no se puede ocultar.

El triunfalismo no tolera crítica ni acepta errores. Para el triunfalista la verdad es debilidad. No se trata de que los jefes de Estado propaguen el derrotismo entre su gente, no, ni que sean pesimistas, tampoco, mucho menos fatalistas. Nada de eso, pero sí que se conduzcan con realismo y ética.

En las sociedades bien articuladas, en las que el respeto a la ley es lo normal (hay de esas, créalo), con ciudadanía real, el político, el jefe de Estado puede y debe reconocer errores, sabedor de que la honestidad es la mejor receta ante el fallo y cuando hace falta, sin aspavientos, renuncia al cargo.

El triunfalista no acepta el error, lo niega, aunque sea evidente y cuando la cosa apremia, señala a alguno de sus culpables favoritos, todos del pasado.

Recuerde, Presidenta: los británicos, después de poco más de tres años de hilvanar derrotas ante el Ejército de Hitler, lograron un primer gran triunfo, Churchill lo informó al parlamento: “Tenemos una nueva experiencia. Tenemos una victoria, una victoria notable y definitiva”. Y el 10 de noviembre de 1942 soltó en un discurso protocolario:

“(…) El Ejército de Rommel ha sido derrotado. Ha sido aplastado. Ha sido prácticamente destruido como fuerza de combate (…) Ahora bien, este no es el final. Ni siquiera es el principio del final. Pero es, quizá, el final del principio”. Sin triunfalismo.

O sea que sin triunfalismo ni autoengaño: la prórroga de Trump, señora Sheinbaum, si usted se decide a actuar contra los cómplices del crimen organizado enquistados en su gobierno y partido, no sería ni el final del principio.

Recibió un país en ruinas, bañado en sangre, con territorio dominado por la delincuencia, instituciones exánimes y democracia bajo constante ataque de usted y los suyos. Nadie se lo va a decir, señora, esto va a acabar en el basurero de la historia.

Repito, sobre la prórroga Sheinbaum tiene aires triunfalistas. “México ganó”, dijo en su Mañanera del Pueblo del viernes 1 de agosto pasado.

“Por supuesto internacionalmente estamos viviendo una situación compleja porque el presidente de los Estados Unidos, electo por su pueblo, ha tomado la decisión de cambiar el esquema que habíamos vivido hasta el 20 de enero de 2025 en el mundo entero del comercio internacional”, dijo en su conferencia matutina al reconocer que es una situación delicada mantener la relación cordial y en buenos términos con el inquilino de la Casa Blanca.

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LA FERIA

Ya un año de la traición al Mayo Zambada… y Sinaloa sigue en llamas

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La bomba de una noticia aquí y en el mundo * Cuando hay honestidad, estrategia y trabajo, hay resultados, en Sinaloa y en todo el país, advierte la Primera Mandataria Claudia Sheinbaum Pardo

 

ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN

 

Sin miedo al ridículo.

A tía Queta la quería todo mundo. Era viejita, siempre soltera, simpática y tontita. Opinaba de todo y no atinaba en nada; cuando alguien la contradecía, siempre contestaba: -Muy tu opinión y muy la mía -pero no oía razones.

 

METIDA DE PATA

El viernes pasado la Presidenta de la República, en su madrugadora, metió la pata, se le salió. La cosa es que dijo… no, vamos por partes.

Ese día se cumplió el primer año del primer caso de ridículo continuo de nuestro gobierno federal. Un año haciendo el ridículo y contando. Ridículo continuo a diferencia de los ridículos aislados en que ha incurrido, mucho, el gobierno que vino a transformar a México… y sí lo transformó, digo, ya no lo reconoce uno.

El asunto es que el viernes pasado fue el primer aniversario de que se supo que estaban en custodia de las autoridades de los EU, el Mayo Zambada y el Chapito, Joaquín Guzmán López, ambos, muy importantes criminales del inmenso Cártel de Sinaloa, tan importantes que la noticia fue como una bomba aquí y en el mundo.

El Señor de los Abrazos, entonces todavía arrimado en Palacio Nacional (no es insulto, arrimado -según el diccionario- es el que vive en casa ajena, a costa de su dueño, que en este caso somos todos nosotros los del peladaje), él salió en la Mañanera del día siguiente, a dejar muy en claro que no participó su gobierno en la captura y a pedir que el vecino le dijera qué hizo: “Estamos esperando informes del gobierno de Estados Unidos para que no haya especulación”… y empezó el ridículo. El ridículo de un gobierno que no sabe qué pasa en su territorio.

El ridículo continuó todas las demás veces en que el que NO vive en Palenque, volvió a pedir lo mismo a EU sin recibir respuesta.

Ya siendo Presidenta la señora del bastón de palo, el 29 de octubre de 2024, el embajador yanqui en México, Ken Salazar, se mostró sorprendido porque la Fiscalía de México pidiera explicaciones al gobierno de su país sobre la captura del Mayo Zambada, cuando debería ser “celebrado” como un éxito por ambos países.

A la mañana siguiente en su gustada madrugadora, doña Sheinbaum acusó recibo de la declaración de don Ken y dijo: “En general, cuando hablamos del respeto a los derechos humanos, el Estado de Derecho, la soberanía, es decir, la manera en que haces las cosas también tiene fondo, no sólo es el fin. Es parte de lo que estamos planteando”. Y subrayó: “El fin no justifica los medios”. ¡Mire usted nomás!… doña Bastón de Palo haciendo una paráfrasis de Maquiavelo.

Pero doña Segundo Piso equivocándose. Eso de que el fin no justifica los medios no vale para un jefe de Estado. En cosas de gobierno es al revés: el fin justifica los medios, cuando el objetivo, aparte de ético, es importante o crucial para la nación que se gobierna.

Si le interesa a la Presidenta el tema de lo que correcto o incorrecto al ejercer el poder, que alguno de sus paniaguados le haga una fichita con el resumen del “consecuencialismo”, teoría de filosofía política muy seria, para los que toman decisiones de Estado, que básicamente, dice que a esos, a los que gobiernan, se les juzga por la consecuencia de sus actos que no necesariamente son morales (no confundir ética con moral, la ética atañe a los actos de gobierno, la moral a los personales y a las costumbres).

Dicho de otro modo: al juzgar la conducta de los jefes de Estado, están primero las consecuencias de sus actos que sus procedimientos, siempre y si y solo si, las consecuencias son éticas.

Para no meternos en honduras, un ejemplo: las dos bombas atómicas en Japón mataron entre 129 mil y 250 mil inocentes -inocentes-, pero evitaron la muerte de miles de soldados de EU y acabaron esa guerra. Matar inocentes nunca será un acto moral, pero mandar a la muerte a los propios soldados es peor; se hizo y punto.

Quien no tenga espaldas para cargar semejantes decisiones, no debe dedicarse al servicio público, dijo Churchill (no es cita, pero lo dijo, está en su autobiografía).

El consecuencialismo aplica a los actos del individuo, otro ejemplo: mentir no es moral, está mal, pero si con una mentira se salva una vida, ¿está mal?

Imaginemos que el gobierno de EU, respetando los derechos humanos del Mayo Zambada, el Estado de Derecho y la soberanía de México, en lugar de capturarlo al recibirlo en Texas, lo hubieran devuelto a México, para que brillara la ley y que nuestra soberanía quedara intacta… ¿sabe qué hubiera pasado?… yo tampoco, pero con lo del general Cienfuegos nos podemos hacer una idea… y el Tío Sam también.

Doña Sheinbaum: Si el gobierno de EU es responsable de la captura de esos dos criminales y al hacerlo se bailó el jarabe tapatío en leyes, derechos humanos y soberanía mexicana, desde el punto de vista de allá, hicieron bien. No le tiene que gustar.

El 19 de noviembre de 2024, nuestra Presidenta estaba en la cumbre del G20 en Rio de Janeiro y declaró que le había pedido personalmente al mandatario de EU, Joe Biden, “toda la información relacionada con la captura del narcotraficante con el fin de evaluar la estrategia realizada”. Un cuerno le pintó don Joe (no un violín, respetillo). ¡Qué necedad de declarar y hacer el ridículo!

Ahora sí a lo de que el viernes la señora de Palacio metió la pata, se fue de boca. Como era de esperarse, por el primer aniversario de la detención del Chapito y el Mayo, le preguntaron en su Mañanera sobre el tema y si tiene salida la guerra de cárteles en Sinaloa.

La excorcholata respondió que sí, que se va a pacificar Sinaloa porque “cuando hay honestidad, estrategia y trabajo, hay resultados, en Sinaloa y en todo el país”… y de repente soltó la metida de pata.

“Es importante cómo se dio esto y la valoración de cómo fue la intervención en su momento de agencias o instituciones del gobierno de los Estados Unidos para provocar lo que ha ocurrido este año”. ¡Acabáramos!

O sea: Sí intervinieron agencias o instituciones del gobierno de EU y la matazón en Sinaloa la provocaron ellos. Los otros datos en superlativo, sin miedo al ridículo.

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LA FERIA

En riesgo la mayoría calificada de Morena

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Fracturas internas debilitarían a la 4T rumbo a 2027, año en que se elegirán 17 gobernadores y los nuevos legisladores de la Cámara de Diputados federal * Venden caro su amor los partidos Verde Ecologista de México y Del Trabajo, que de plano no van a votar en el Congreso por eliminar a los legisladores plurinominales ni por la reducción del financiamiento a los partidos políticos

 

ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN

 

Destapadero.

Contaba la abuela Elena de un tal Margarito, de allá de Autlán, a principios del siglo pasado, muy chaparrito y muy enclenque que vestía siempre de levita, entre aquellos hombretones de rancho mal encarados y de revólver al cinto, pero que ninguno se metía con él porque una vez, estando en la cantina, bebiendo su mezcal de tequila en santa paz, se fue a querer burlar de él un valentón, que dijo que lo quería ver bailar y le soltó un balazo a los pies, pero el Margarito sacó de la levita una pistola 22 que de chiquita daba risa y sin decir una palabra, le metió un tiro en la frente al tipo.

El alcalde, el Tomasón, dijo que eso era defensa propia y de ahí pa’l real, nadie nada con él. Historias de pueblo.

 

¿UNA APLANADORA GUINDA?

Algo pasa que hace pensar que Morena llegó para quedarse. Ser el PRI.2 no es su intención manifiesta, pero ser el nuevo partido hegemónico, sí, a la vista de las reformas legales que han impuesto eliminando contrapesos al poder (incluida la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que la elección de jueces y magistrados fue la ensalada para ocultar lo que querían: a los ministros de la Corte… y ya los tienen); más su control del Congreso, su colonización del Tribunal Electoral y ya pronto del INE (si no es que ya, según se ven las cosas).

Juega a favor de ver a Morena como la nueva aplanadora política nacional, que tiene el Poder Ejecutivo federal y eso es mucho poder, sí, pero el incansable pregón de la dama del bastón de palo de que ganó las elecciones del 2024 con el 59.76% de la votación con casi 36 millones de votos (35’924,519), debe matizarse:

Esa votación la alcanzó aliado con el Partido Verde Ecologista de México (4’677,057 de votos), y el PT (3’882,813).

Por Morena votaron sólo 27’364,649, que son muchos, sí, pero comparando con los 98’329,591 de alegres conciudadanos cada uno con credencial de elector, que sí podían votar, resulta que NO votaron por Morena casi 71 millones (70’964,942), casi el doble de los que sí (el 1.89).

Así, resulta que la dama de Palacio se trepó a La Silla con el voto del 27.83% del electorado (no el 59.76% con sus aliados y respecto de los que fueron a votar). Ya no se ve tan arrollador el triunfo. Por eso el Verde y el PT cobran y siguen cobrando la factura política: sin su comparsa nada parecería como parece.

Aunque es impropia la comparación de partido contra alianza, la merecidamente olvidada Xóchitl Gálvez alcanzó el 27.45% de la votación junto con PRI y PRD, frente al 27.83% de la señora Sheinbaum, comparación injusta pero así las cifras adquieren su proporción. Nada de abrumadores triunfos arrolladores, inéditos e históricos. Morena & Cía., ganaron, sí, legal, también, pero nada de perder el sueño.

Para ser un partido hegemónico y poder escribir en el escudo nacional “Sólo nuestros chicharrones truenan”, se tienen que esforzar poquito más.

Mire usted, en el régimen imperial del PRI sí sabían parecer invencibles y así trajeron al país más de 70 años.

En 1924, Plutarco Elías Calles (que sí mataba) ganó con el 84.15% de la votación (que las elecciones en esos tiempos eran de burla, pero puestos a mentir, mentir con garbo y sin medida, ¡qué caray!); en 1936, Lázaro Cárdenas (el héroe de la 4T), se aventó la puntada de decir que ganó la presidencia con el 98.19% de los votos… Ávila Camacho (en 1940), con el 93.9%; en 1958, López Mateos dijo que con el 90.45%; y en 1976, López Portillo con el 100% (ni tuvo contrincante).

Por supuesto, no había INE y la intención es que no haya, sin ser mal pensado, nada más de ver las que en la 4T son capaces de hacer.

Otra cosa que los hace parecer ya invencibles es que gobiernan en 24 entidades (incluida la CDMX), el 75%. Pues sí. Nada más que algo necesita explicación: de los 2 mil 051 municipios (sin contar los que no realizan elecciones, los de usos y costumbre, que son 426), Morena tiene el gobierno de 721, el 29.1%… está raro: votan por Morena para gobernador y no votan para alcalde, raro (por supuesto Morena afirma que gobierna en 1,125 municipios, contando los del Verde y el PT… chistosos).

Todo esto a resultas de la celebración el domingo pasado de la sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Morena.

Convocada para (oficialmente) organizar 71 mil 541 comités seccionales (todo le copian al PRI), su plan “municipalista”, crear comisión evaluadora de incorporaciones (para lavarle la cara y peinar a los chapulines que les convenga incorporar) y la instalación del Consejo Consultivo Nacional. ¿Sí?, pues no: la sesión extraordinaria fue para tratar de blindar las iniciativas de doña Sheinbaum contra el nepotismo y su reforma electoral.

El problema interno de Morena no está fácil, por las tribus y sus pleitos a navaja; y externamente, porque necesita de sus aliados, el Verde y el PT, que de plano no van a votar en el Congreso por eliminar a los legisladores plurinominales ni por la reducción del financiamiento a los partidos políticos, ¡faltaba más!

El impresentable presidente del Consejo Nacional de Morena y gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, advirtió contra las fracturas internas que podrían debilitar a la 4T rumbo a 2027, cuando se elegirán 17 gobernadores y la Cámara de Diputados federal… a confesión de parte…

Así, la iniciativa de la señora de Palacio pone en peligro su coalición de partidos, sin eso pierden la mayoría calificada en el Congreso y no podrían conseguir reformas constitucionales.

Pero es peor: Contra la reducción del financiamiento a los partidos, Arturo Escobar, uno de los líderes históricos del partido Verde, declaró: “Hay que entender los riesgos que tiene un país como México, la forma en que participa el crimen organizado en la definición de candidaturas y en el desarrollo de campañas”. Dijo “participa”, no participaría ni podría participar, no: participa, en presente.

¡Caramba! (por no poner una majadería), eso suena a amago, a advertencia: sígale con sus ideas señora del segundo piso y nosotros jalamos la cobija. Esto va mal (o bien, según cada uno), digan lo que digan los invencibles, van al destapadero.

 

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