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ESPECTÁCULOS

Brian y Paul, amigos para siempre. Sólo Dios sabe

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McCartney sentía genuina admiración por el trabajo de Brian con los Beach Boys, en cambio Wilson consideraba a The Beatles como la cúspide de un movimiento social juvenil revolucionario * Cuando Paul se decida acompañar a John Lennon se habrá ido el músico más grande de todos los tiempos

 

FERNANDO GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ***

 

La semana pasada Brian Wilson y Paul McCartney tenían la misma edad: 82 primaveras. El primero cumpliría 83 años el 20 de junio y el Beatle lo acaba de hacer el pasado 18 de este mes. Wilson acaba de fallecer sin lograrlo, le faltaron nueve días. Paul acaba de celebrar su cumpleaños en compañía de familia y amigos con millones de reproducciones en las radios tradicionales, y descargas digitales que sólo se cuentan en números de seis ceros. Queremos mucho a Paul. Happy Birthday, digo yo.

Los músicos fueron en los intensos años sesenta amigos muy cercanos. Paul sentía genuina admiración por el trabajo de Brian con los Beach Boys, en cambio Wilson -como todos en esos años- consideraba a The Beatles como la cúspide de un movimiento social juvenil revolucionario.

El padre y el hermano de Wilson habían ya dado forma a una agrupación que de origen se llamó los Pendelton’s que también incluía a Mike Love, Al Jardine y Bruce Johnson. Los chicos de la playa iniciaron una corriente musical muy popular a base de acordes de surf, rock and roll y ensambles vocales muy característicos. Eran el frente de lucha americana a la invasión inglesa que permanentemente le presentaba al mercado americano una y otra, y otra banda liderados todos por The Beatles y The Rolling Stones.

 

VERANO PELIGROSO

Ya surgirían con fuerza los éxitos de los Doors, de los Creedence Clearwater, del Grand Funk y de la Janis y Hendrix más adelante. Se acercaba el verano peligroso.

John, George, Paul y Ringo trabajaban el álbum Alma de Goma que dejó estupefactos a millones con un nuevo sonido y ensambles que se alejaban de la primera etapa de rock and roll; del easy listenning a lo yeah yeah. El Rubber Soul trazó un nuevo camino para la industria discográfica y empezó a direccionar desde ese 1965 a músicos y compositores por una música más profunda y de mayor significado. Este álbum contiene nada menos que “In my life”, la pieza que calificó Lennon como la mejor de toda su obra.

Confiesa Brian Wilson que -gracias a su relación con su admirado Paul McCartney- pudo escuchar antes de salir al mercado las versiones americana y británica de un nuevo disco de los Beatles que literalmente “le voló la cabeza”. Lo escuchó con su esposa Marilyn Rutherford.

Cuando terminó la reproducción, ella suspiraba y tenía lágrimas en los ojos. “Tengo que mejorar esa joya”, se propuso Wilson y dejó de presentarse en giras y en vivos para dedicarse básicamente a producir un nuevo sonido para los Beach Boys.

 

PET SOUNDS

Durante meses y altos presupuestos Brian fue tejiendo con paciencia un elepé que le llegara siquiera a los talones al de los de Liverpool, pero producido en estudios de California. El resultado fue Pet Sounds, Los Sonidos de las Mascotas, que salió a la venta en mayo de 1966.

A todos “les voló aún más la cabeza”. En Estados Unidos tardó un poco en comprenderse. Llegó sólo al lugar diez de las listas y no fue disco de oro como casi todos los trabajos anteriores del sonido surf.

En la Gran Bretaña como cuete se fue en semanas al segundo sitio y prácticamente agotó la venta de las copias destinadas a ese mercado.

Cuenta Bruce Johnson que fue encargado de promocionar en esa región el LP: “Llevé en mi equipaje sólo unas cuantas copias promocionales. Una fue para Paul McCartney -de parte de Brian- y otra para John Lennon. Con esos jueces de avanzada de lujo les puse la primicia en un fonógrafo portátil en un cuarto de hotel. Los dejó boquiabiertos y John sólo alcanzó a decir: ¡Ponlo de nuevo! Hubo de escucharlo tres veces antes de que se dijera un guau o woow en inglés.

Acababa de nacer una estrella. Desde entonces todas las referencias de protagonistas de la industria sean músicos, productores, arreglistas, directores de orquesta y corales. Todos a lo largo de los años le consideran una de las obras maestras de la historia de la música universal y a su creador principal como un genio. El malogrado Brian Wilson, cuya vida concluyó hace unas horas deteniendo el tormento de una vida salpicada de injusticias y de secuelas de drogas que no fueron suficientes para impedir la producción de su Pet Sounds.

La gran injusticia fue el severo trato de su padre que de niño de un golpe con una plancha le lastimó para siempre el sentido de la audición, su futura herramienta de trabajo. Paradoja vital de lo que se convertiría: Un genio musical. Consumió drogas por más de cuarenta años. Declaró hace poco que “se arrepentía totalmente de haber tocado el LSD -droga legal en los sesentas-. Desearía no haberlo hecho”

Considerado como pop barroco (Una pálida Sombra de Procul Harum, otro ejemplo), Pet Sounds ha sido calificado como uno de los más bellos LPs. El que se guió con el trazo, sólo el trazo, de Rubber Soul y la guía de Revolver, pero sobre todo el más influyente del disco conceptual por excelencia, el Sargento Pimienta.

Dice Paul que mientras armaban “Paper Back Writer” para Revolver, les sonaba en la cabeza todo el tiempo lo que había producido Wilson. Han declarado los propios Beatles que la obra de Brian “estuvo en nuestras mentes muchas semanas. “Sin Pet Sounds no existiría el Sargent”, aceptó el productor beatle George Martin.

Se dice que el LP es un homenaje a Phil Spector de infausta memoria, pero también genial productor inventor de la “pared del sonido” que estrenara con el trío vocal de su mujer, la cantante de las Ronnettes, Verónica Bennet, en la icónica pieza “Be my Baby”.

Quisieron los Beach Boys nombrar el disco con las iniciales P y S de Phil, también productor de los Beatles. La fotografía con los animales en la portada -esa sí poco ingeniosa- del acetato fue tomada en un zoológico. Si usted quiere tomarse una “selfie” en ese mismo lugar, deberá pagar 50 dólares al San Diego Zoo, por cierto.

 

TRAGEDIA MARÍTIMA

Muere el hermano de Brian y miembro fundador de la banda. En un ataque de furia tira al mar pertenencias muy apreciadas y al querer rescatarlas se ahoga. El presidente Reagan concede a la familia un sepelio marino, prohibido en las leyes americanas.

Wilson pasa del consumo de sustancias a la tutela de psiquiatras durante el resto de su vida que concluyó con demencia senil. Su vida y sus placeres estaban asociadas siempre a un estudio de grabación que hacía que “las voces actuaran como instrumentos”, como lo comentó Lennon alguna vez.

Según la revista Rolling Stone, considera Pet Sounds entre los mejores 50 discos de todos los tiempos en todas las categorías; y Brian entre los 15 mejores compositores y los diez mejores productores gracias a ese trabajo, pero también gracias a la producción más vendida de la banda Beach Boys que nació inmediatamente después: “Good Vibrations”.

Para Clapton Pet era la maravilla musical. Para Elthon John bella genialidad. Para Tom Petty, “no es exagerado compararla con algo de Beethoven”. “Jodido genio ese tío”, dijo John Lennon. Andrew Olham, manager de los Rollings, “fantástica técnica pop”. “Tiene una de las canciones más bellas de la historia, Only God Knows se llama”, afirmaba James Paul McCartney.

Cuenta Michael Vosse, amigo de Wilson, que viajando en automóvil con Brian se escucha al locutor anunciar una nueva canción de los Beatles: “Escuchemos de su nuevo álbum Strawberry Fields Forever. Empezó a sonar la canción y Brian pregunta ‘¿Lo hicieron? ¿Qué hicieron?, le dice su amigo. ¿Lo hicieron ya?, preguntó de nuevo con fuerza Brian reconociendo lo virtuoso de la novedad de los Beatles como parte de un álbum también virtuoso. ¿Lo hicieron ya?, dijo de nuevo mostrando que sospechaba hacia dónde se dirigían los trazos del camino señalado por Rubber Soul, Revolver y su aclamado Pet Sounds. Entre emocionado y molesto se preguntaba si ya había ocurrido lo que él traía en la cabeza”.

 

GENIO MUSICAL

Fue McCartney el presentador -no podía ser otro- de Wilson en su introducción al Salón de la Fama de la Música. Dijo: “Sólo siento admiración y respeto”. Ahora que partió dijo James Paul: “Sus canciones eran sencillas y brillantes. Tenía el misterioso sentido del genio musical que producían obras dolorosamente especiales”. Así lo sostuvo el Beatle y máximo músico de la historia, digo yo.

Hace unas horas Carol Kaye rechazó entrar a ese mismo salón de ilustres. Conocida como “La Primera Dama del Bajo” -Paul ha dicho que lo primero que le sedujo de Pet fue la música del bajo-, la señora Kaye se sintió ofendida al reproducirse el calificativo de “demoledora” (wrecking), como se nombró a su banda en un documental de 2008. No soy ninguna demoledora, me ofende, señala una de las bajistas orquestales de Pet Sounds que ha rechazado furiosa el calificativo y renunciado a su ingreso a ese salón de famosos, meta final de miles de músicos en todo el mundo. Ella acompañó a Wilson en la producción de Pet.

Al final de los noventas pude ver en vivo a los Beach Boys con sus camisolas hawaianas de flores verdes y amarillas, como las de Lucy in the Sky with Diamons que imaginó Lennon quizá en LSD. Fue en el bar que el músico B. B. King tuvo o tiene su familia en la calle 42 de Manhattan, NY. Nevaba en la amplia avenida central neoyorquina. Nada más entrar al sótano de ese edificio y tomar el primer sorbo de bourbon dieron ganas de aventar el suéter y la bufanda; el abrigo esperaba desde el ingreso a ese miniconcierto en el vestíbulo. Eran los Beachs Boys o lo que de ellos quedaba. Eran Brian, Love y Bruce, acompañados de un muy joven guitarrista y una pequeña de unos doce años que hacía coros y bailaba al compás de su abuelo músico y estrella. Afuera nevaba y adentro hacía sol tan intenso como para el Surfin USA.

El lugar abarrotado de personas mayores, pero también me codeé literalmente con jovencitas y jovencitos que tomaban bebidas con sombrillitas. Ojalá conozcan el Pet Sounds, me dije.

 

THE BEATLES, CONOCIDO POR MILLONES

Funesto será el día que tengamos que hablar de lo maravillosa que ha sido la obra del octogenario Paul McCartney. Me adelanto a sufrirlo y decirlo tal cual, pero cuando se decida a acompañar a Lennon se habrá ido el músico más grande de todos los tiempos. Esta afirmación la he hecho frente a melómanos, músicos, periodistas y todo tipo de habitantes de bibliotecas y cantinas. Les reto a comparar su monumental obra literaria y musical con Beethoven y Mozart, que son los nombres que siempre me presentan. En su casa los conocen, en cambio los medios nuevos del siglo XX y XXI han hecho de la obra de los músicos parte de la vida de los millones de seres humanos que hoy existimos.

En siglos pasados sólo fueron unos cuantos cientos de miles. A Paul, a los Beatles, los conocieron millones. Incluso a Brian Wilson. Sólo Dios sabe. God only know.

 

***Director General de Factor D Consultores.

 

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Se fue el Marqués de Vargas Llosa

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El peruano más universal de la historia de ese país * El joven comunista y después candidato peruano a presidente por el centro-derecha expresó -en una visita a nuestro país- que el gobierno priísta de Carlos Salinas de Gortari era la dictadura perfecta disfrazada de democracia… se quedó corto comparado con el movimiento hoy en día de la Cuarta Transformación

 

FERNANDO GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ***

 

Ha muerto el escritor y político peruano de nacimiento, pero con nacionalidad también española y dominicana: El Marqués Jorge Mario Pedro Vargas Llosa.

Con certeza se puede decir que es el peruano más universal de la historia de ese país. Fue condecorado con todo tipo de reconocimientos, premios y doctorados Honoris Causa que le convierten también en uno de los escritores más reconocidos de éste y el pasado siglo latinoamericano.

En compañía de García Márquez, de Cortázar, de Onetti, de Paz, de Fuentes y Rulfo, Vargas Llosa formó parte del famoso “boom latino” que llevó la lengua española a latitudes no vistas antes.

La afición por la lectura se incrementó considerablemente al grado de recibir varios de esos escritores el prestigioso Premio Nobel de Literatura.

Vargas Llosa fue uno de esos escritores “Nobel” traducido a muchos idiomas, con una obra muy amplia y en algunos casos muy polémicas: “La Casa Verde”, “Pantaleón y las Visitadoras”, “Conversaciones en la Catedral”, “El pez en el agua”, entre muchas recomendaciones que hoy se volverán a poner de moda a propósito de su partida este domingo 13 de abril con 89 años cumplidos.

De joven comunista combativo viró su interés político hacia el “centro-derecha”, calificada la geometría sólo circunstancialmente, pues muchos de sus colegas de izquierda coincidían en lo político, aunque por rutas diferentes. Fue amigo de Gabriel García mucho tiempo. Tenían biografías parecidas: Jóvenes universitarios confundidos en su profesión. Reporteros noveles en sus países y migrantes a Europa que les definió su carrera más que exitosa.

Una diferencia personal les separó durante una visita a nuestro país. La leyenda dice que Gabo fue insolente con la pareja de Mario y éste le propinó un derechazo (no izquierdazo, eh) y le pintó de morado un ojo.

Fue sólo un incidente que no impidió que el peruano elaborara su tesis doctoral sobre la obra de García Márquez.

El lasallista recibió los Premios Rómulo Gallegos, Cervantes y Príncipe de Asturias, además de reconocérsele con el Nobel sueco.

Recibió Honoris Causa de Yale, de la UNAM, de Oxford, de Madrid, de Salamanca, San Marcos, de Israel y de Harvard, entre decenas de pergaminos prestigiosos.

También fue nombrado miembro de la Legión de Honor Francesa.

Hace dos años declaró que se retiraba como escritor, pues ya le “fallaba la memoria, herramienta indispensable para un novelista”, decía.

Fue estudioso de múltiples movimientos sociales que le inspiraron para hacer literatura: “El Fiesta del Chivo” en la República Dominicana; “El Sueño del Celta” en Dublín y el Congo Belga o “La Guerra del Fin del Mundo” en Brasil.

El joven comunista y después candidato peruano a presidente por el centro-derecha expresó -en una visita a nuestro país- que el gobierno priísta de Carlos Salinas de Gortari era la dictadura perfecta disfrazada de democracia.

Cayó muy mal en el ánimo oficial, lo que le hizo dejar apresuradamente nuestro país. En cambio, los analistas -sobre todo la oposición de entonces- celebraron la definición que mucho tenía de cierta.

Hoy que se nos recomienda hacer homenaje leyendo al autor más como un cliché deberíamos estar atentos a esa expresión que puede ser más adecuada a nuestro sistema político que ya tiene controlados los Congresos locales, alcaldías y gobiernos estatales en su mayoría, además de tener también mayoría en las Cámaras de Senadores y de Diputados, y a un solo paso de tener también el Poder Judicial en la mano.

Ya no tenemos instituciones ni organismos que vigilen y equilibren el poder en una democracia que se aleja y nos acerca a la perfección pensada por Vargas Llosa.

 

***Director general de Factor D Consultores.

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El Chavo de Onda está esperando su camión como un niño sin amor, acompañado de su perro negro y callejero

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Ya son más de 5 décadas y El TRI sigue tan campante, vigente y muy fresco

 

FERNANDO GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ*

 

Hace unos días concluyó la gira conmemorativa del 55 aniversario de la primera presentación pública del popular grupo de rock Three Souls in my Mind. La larga gira terminó prácticamente al cumplirse los 56 años de su irrupción en la escena musical de los años 70s del siglo pasado. El grupo original se escindió en dos, creándose con ello el TRI de Lora (parodiando al TRI de Bora del futbol mexicano) en los años ochenta. El baterista Carlos Hauptvogel conservó el nombre en inglés con menor éxito que el logrado por su compañero de secundaria José Alejandro Lora Serna, y por Celia García Guerrero, “su domadora”, a lo largo de más de 5 décadas.

El TRI celebró en la flamante Arena GNP este aniversario ante 65 mil adictos a la música y las letras de la agrupación comandada por el frontman poblano. Atrás, muy atrás, quedaron los días de la marginación y el desprecio por el rock en tu idioma. Se grabó un especial de televisión de este concierto por cierto, perdonando la obligada rima.

Durante 4 horas y alrededor de sesenta canciones de rock de su amplio repertorio además de “El Rey”, “Cielito Lindo” y la solemne interpretación del Himno Nacional Mexicano, Lora y los suyos retumbaron en las cercanías de Balbuena y los rumbos del Autódromo “Hermanos Rodríguez” de la CDMX.

Han pasado ya miles de horas y miles de rolas en estos cincuenta y tantos años y el TRI sigue fresco, vigente y tan campante como lo fue en su aparición en sus dos presentaciones en el “Festival de Rock y Ruedas” del año 1971 en Avándaro, Estado de México. Fue el único grupo que repitió presentación cerrando la mañana del domingo el festival gracias a la ausencia de más elenco. Es el único grupo vigente desde aquél lluvioso festival mostrando una sorprendente resiliencia a lo largo de tantos acontecimientos, tantos años y tantos cambios sociales.

Lora le dedicó una canción a la “Encuerada de Avándaro” primero identificada como Alma Rosa de Monterrey y luego reidentificada como Laura Patricia Rodríguez de Guadalajara. La chica se despojó de su blusa y exhibió su cuerpo a los cien o quinientos mil asistentes. Quedémonos con 150 mil pelados y peladas que gritaban en esa época: “Queremos rock”. (Un dato: Vicente Fox, entonces director de Mercadotecnia de Coca-Cola, y que más tarde portaría la banda presidencial, el hoy empresario agrícola “de avanzada” aportó el capital semilla o de trabajo para los organizadores del famoso Woodstock chilango, Luis de Llano y Justino Compeán. Los medios y el gobierno del partidazo tricolor envenenaron el ambiente mediático que se lanzó con todo a denostar el festival).

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Conocí a Lora en los lejanos setentas gracias a la amistad con mi vecino Sergio Mancera, guitarrista entonces del icónico grupo de rhythm and blues El Hangar Ambulante de Sergio Villalobos, fallecido en plena juventud. Mancera fue invitado a integrarse con todo y su guitarra al Trhee Souls in my Mind en sustitución de Ernesto de León, amigo de todos los integrantes de ese grupo a quienes dejó “por motivos religiosos”.

Conformada de nuevo la alineación de las tres almas en mi mente (Alejandro Lora, Carlos Hauptvogel y Sergio H. Mancera) se sumaron otros músicos que con su saxofón, su violín y la armónica le dieron al rock y al blues un sonido muy peculiar. Se agregó el poderosos factor del idioma entonces despreciado por los medios masivos que paradójicamente sembraron entre los jóvenes menos favorecidos un gusto extremo por canciones en su propio idioma al no hablar ni jota de inglés, aunque sus ídolos se nombraran en ese idioma.

El Three Souls se escindió y se crearon dos agrupaciones. La primera conservó el nombre original y el comando de Charlie Hauptvogel. La segunda se llamó como siempre se le había llamado: TRI, así de simple y en español. Así le decían los fans, los empresarios, los músicos y hasta la abusiva autoridad que merodeaba los lugares de las de tocadas para “solicitar” un moche de las taquillas.

A raíz de esa incorporación, el requinto Sergio Mancera me invitaba frecuentemente a ver al TRI en los más diversos escenarios: bodegas, gimnasios, estacionamientos, deportivos, canchas de futbol y demás inmuebles ruinosos e inseguros que caían todos ellos en la categoría de los “hoyos funkys”, bautizados así por el escritor de la ONDA Parménides García Saldaña, de origen orizabeño y autor de “Pasto Verde” y “El Rey Criollo”, obras populares entre los chavos y que le valieron ese mote al joven literato.

Recluidos en esos antros; marginados de toda promoción radiofónica y mucho menos televisiva como grupos de rock en México quedaron condenados a las periferias de los escenarios, de los medios y de las presentaciones mas o menos organizadas en lo que podría llamarse conciertos masivos. No cabían en ninguna parte.

El TRI deambuló por las mal llamadas ciudades perdidas tocando en esos hoyos oscuros y mal olientes cuyo público adolescente y juvenil quedaba muy bien retratados en las letras de “Chavo de Onda” y de “Perro Negro”.

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Antes de esa división, en el año 1980 como alumno de la carrera de comunicación, formamos un staff de televisión con el propósito de producir un documental sobre el rock en México como trabajo final de la materia en la Universidad Autónoma Metropolitana en la Unidad Xochimilco. (Por cierto, la UAM está cumpliendo en estos meses 50 años de fundación. ¡Nació la Metro cinco largos años después de que se fundara el Three Souls in my Mind!).

Nuevamente gracias a los buenos oficios del guitarrista del Conservatorio Nacional, mi amigo Mancera, pudimos llevar cámaras y micrófonos a diversas locaciones a donde se presentaba para grabar nuestro documental “Chavo de Onda”. Logramos entrevistas con Juan Villoro, Guillermo Briseño, Marcial Alejandro, entre otros músicos y analistas. La Productora Nacional de Radio y Televisión (Pronarte) de la Segob nos regaló pietaje en video de escenas musicales de grupos y orquestas extranjeros, no tenía nada de rock mexicano. Lo más valioso para “Chavo de Onda” fueron las muchas horas de grabación que logramos con Lora y los suyos en los escenarios menos imaginables.

Cada lugar era una fuente muy rica en imágenes y anécdotas. Cada tocada nos regalaba escenas y momentos muy apropiados para retratar en video las condiciones en las que se sucedían los conciertos de rock en nuestro país en esos tiempos.

Grabamos entrevistas y canciones (hoy le llaman videoclips o videítos) en arenas como la Revolución, la Cinco de Mayo y el Ferrocarrilero en el Tlatelolco de Paco Gruexxo. La Plaza de Toros “La Aurora” en Ciudad Neza. En el Deportivo Morelos de Ecatepec o un polvoriento solar en el “lejanísimo” Chalco.

En ese Edomex, en Santa María Atarasquillo, en los rumbos de Lerma, al grito de corre cámara fundimos todos los fusibles nada mas conectar nuestras luces lo que obligó a Alex Lora a cantar a capela un buen rato y a Charlie a prolongar sus solos de batería hasta restablecida la corriente media hora después. La intentona de suspender la tocada rápidamente se canceló con sólo mirar las caras de muy pocos amigos de cientos de chavos de onda que pagaban su boleto con extremo esfuerzo por un par de horas de relax. “Son toda nuestra vida”, nos dijo una groupie que traía cual corbata a tremenda serpiente viva que parecía estar también enojada como la audiencia. Échate un traguito “güero” me dijo la chamaca -yo moreno que soy- al acercarme una caguama de cerveza tibia. Me supo a gloria, pues la temperatura en el lugar era de 38 grados.

Alejandro Lora, capitán histórico del Three y del TRI gozaba mentándole la madre a la banda que asistía y recibía también con gusto los chiflidos y el “óorale, óorale cabrones” que le espetaban los de abajo -del escenario y de la vida- para que ya empezaran a tocar que para eso pagaron. Una vez echados a andar era muy difícil parar al TRI. Nunca -como Chente Fernández- dejaban de tocar si había personal bailando su cuatro por cuatro tan parecido al baile de los concheros del Templo Mayor. La razón única para despedirse de esos públicos era que había que rodar como las piedras a otra locación, a otro hoyo funky.

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En el Reclusorio Oriente fui testigo de cómo presos chavitos le contaban al grupo que abogansters leguleyos se había vendido y los tenían atorados por asuntos menores e incluso injustos con tal de seguirlos exprimiendo hasta lo que no tenían. En descansos se acercaban y pedían a miembros del grupo que hablaran con los jefes para que revisaran sus procesos a todas luces abusivos y que les tenían encerrados y soltando mordidas por todo, quizá excepto la respiración que aún la maldad carcelaria no ha descubierto cómo sancionarla.

La mayoría de los reclusos se la pasaba echando desmadre y bailando al ritmo del ADO o del Metro Balderas. Lora comenta que ha visitado prácticamente todas las cárceles importantes de México. Confiesa emocionado el rockero que le satisface mucho ver cómo por un par de horas los espíritus se iluminan y se sienten libres mientras dura la música. Le gusta mucho llevar esas letras y esos cantos a esas almas que por un buen rato les quitan los grilletes y bailan sin descanso.

En la Arena México de la colonia Doctores, catedral del box y la lucha, estábamos grabando una entrevista al Jagger mexicano, el jefe Lora, cuando nos interrumpió un knock-knock en la puerta del “camerino”. Oscuro, estrecho y oloroso a campeones boxeadores o al Santo y el Blue Demon después de tres caídas, se escuchó: “Lora, tiene un minuto”. Alex se levantó al tiempo que un asistente abría la puerta. Era un jefe policiaco al decir de unas barras y unas estrellas en su uniforme que no porta la tropa de a pie.

El cantante acompañó al pasillo al coronel. Yo apuré una visita al sanitario que tenía postergada aprovechando la interrupción. Cuando pasé junto a ellos alcancé a escuchar que el policía en tono firme le decía que de ninguna manera podían cantar “Abuso de autoridad” y “Nuestros impuestos”. De regreso del baño atisbé que mi comandante en tono más amable se despedía satisfecho por su instrucción y le decía a Alejandro Lora: “Te lo encargo mi buen”.

Lora volvió al camerino sólo para enfundarse su chamarra de cuero como un auténtico Rolling Stone. Aun no usaba la imagen guadalupana frecuente en su indumentaria; tomó un trago largo de Anis del Mono para aclarar la garganta y se encaminó al escenario. “Luego le seguimos Juanito” (así me decía por el exfutbolista Juan Dosal, entonces colaborador de Guillermo Ochoa, líder de la televisión de entretenimiento matutino. Decía que nos parecíamos. Ve tú a saber, pensaba yo). Corrimos todos al escenario jalando cables y lámparas para grabar el concierto.

Se oyó fuerte y claro el primer acorde del requinto de Mancera, la nota poderosa del bajo eléctrico y un retumbar sonoro de tambores con la luz apagada. Al escucharse la voz grave de Lora se encendió un cañón de luz apuntando sólo a él. Los sonidos pararon para escuchar al cantante y líder: “Un güey de uniforme me acaba de pedir que no toque dos rolitas que sé que a ustedes les gustan mucho. Quiero decirles banda que al Three Souls nadie le dice qué tocar, así que ahí les van para empezar esas rolitas, aunque se enoje la chota.

“Vivir en México es lo peor. Nuestro gobierno está muy mal y nadie puede protestar porque lo llevan a encerrar… muchos azules en la ciudad a toda hora queriendo agandallar”.

A mitad de la canción abrimos la toma para ver al público. A minutos de iniciar la presentación del grupo se veía a los cuicos apretar su macana y su gorra contra el pecho para no ser desarmados por chavitos banda que lo único que querían era cotorrear y ya inundaban hasta los pasillos del coloso de la colonia Doctores.

Años más tarde sí hubo quien le pidiera a Lora que no tocara una rola: Le abrían el concierto en el Foro Sol a nada menos que a The Rolling Stones. En la primera fecha el TRI, además de todo su repertorio, cerró con “Ella es como un Arco Iris”. Con firmeza y agradecidos por el cover la agrupación inglesa les pidió que al abrir el segundo concierto no tocaran piezas de sus Satánicas Majestades, pues ellos las tendrían incluidas en su play list, como se dice ahora. Lora, en tono de broma, dijo “¡ah, pus que chinguen a su madre, no la tocamos!”. Tenían previsto cerrar con “Píntalo de Negro”. Ya no se tocó.

Al finalizar los conciertos fueron convidados a convivir con la tremenda banda en reconocimiento a su larga trayectoria, sólo un poco más breve que la de los Stones. Idolazos por cierto de todo aquel que paga por ver a su Tri simplemente. Caballeros los ingleses por ese reconocimiento y humilde Lora por no cabrearse por una petición mas que sensata. No venía de un policía sino de la más grande agrupación viva y debatible -quizá sean los Beatles- del máximo grupo musical de todos los tiempos. Nada menos.

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Lora tiene una canción que hizo famoso el grito de “Agua mi niño”. Se refiere a la solicitud que desde el tapanco repleto de cartones de cerveza le hacía a su amigo Fidel, gerente, mesero y chalán de la cervecería “La Curva”. Alejandro vivió muchos años a unos metros de División del Norte y avenida Coyoacán, sitio de la famosa chelería de las de antes, no de las nais de hoy que le ponen gomitas y chilito del que no pica a la cerveza.

Me tocó un par de veces compartir la tarde de caguamas con Lora y con Mancera disfrutando el anecdotario de un rockero. Lora era banda de la calle como los protagonistas de sus rolas y de otros como la de Rockdrigo y su Metro Balderas o de Niño sin Amor o Perro Negro o el Vicioso del Rock. Ahí en “La Curva” escuchando las decenas de anécdotas entendí cómo Lora construía sus canciones.

“¡Que viva el rocanrol!”, grita Alejandro Lora cada que puede e invoca ahora desde el más allá a su mamá Eloísa Serna: “¡Mamá, pon la grabadora que está saliendo el TRI!”.

Rinde tributo cada que puede a su domadora Chela, arquitecta principal del éxito de la agrupación y solidez de la familia con su hija, la bella modelo Chela Lora. Siempre fiel a la Guadalupana, la pareja ha llegado a renovar sus votos matrimoniales en la mismísima Basílica de Guadalupe.

En el 50 aniversario del TRI, en la Plaza Morelos de Cuernavaca, se le rindió un homenaje por su trayectoria. Fieles seguidores le entregaron un busto y diplomas y reconocimientos varios. Se improvisó un concierto de 6 rolitas y se hizo público el agradecimiento de los morelenses por los donativos -hasta entonces secretos- de Lora a los damnificados por el sismo de 2017 en poblaciones del estado de Morelos. Calladito se vio mas bonito. Gesto bello. Impensable para una estrella del rock mexicana.

Después de décadas de marginación, resistencia y éxitos, el TRI cuenta con un Grammy por Trayectoria; con estatuas en Los Ángeles California y Puebla de los Ángeles o de Zaragoza. En Perú se les recibe “como si fuéramos Los Beatles”. Tienen discos de oro y sold-outs casi permanentes (a donde se presenten llenan). Han tocado en Europa y Sudamérica y en prácticamente todas las ciudades importantes de nuestro país. Gracias a su constancia y verdad el TRI sigue vigente 56 años después sin rival cercano y tan reconocidos por los públicos bravos de las colonias populares y las barriadas suburbanas.

Después de ser ignorados por los medios masivos durante gran parte de su trayectoria, el concierto de aniversario de hace unos días en el nuevo Estadio GNP (antes Foro Sol), pudo ser visto en red nacional en televisión abierta sin censura alguna. La edición de una hora permitió ver a Lora y los suyos mentarles la madre a su público y recordarle a la autoridad que siempre habrá quien con una guitarra y un micrófono le jalará las orejas, aunque crean esas autoridades de hoy y de antes, tricolores, azules o morenos que de nada les sirve. Larga vida al TRI.

 

***Director general de Factor D Consultores.

 

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Enrique se fue con su música a otra parte

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“En mi orquesta nadie tiene derecho a equivocarse”: Bátiz * Muere a los 83 años de edad el exitoso pianista y director de orquesta, chilango de nacimiento y ciudadano del mundo por la cantidad de agrupaciones musicales a las que fue invitado a dirigir

 

FERNANDO GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ***

 

La semana pasada murió a los 83 años de edad el pianista y director de orquesta Enrique Bátiz Campbell, chilango de nacimiento y ciudadano del mundo por la cantidad de agrupaciones musicales a las que fue invitado a dirigir.

Es ya leyenda su duro carácter y su exigencia por la excelencia en todas las salas de concierto en las que se presentó. Prácticamente todas las referencias biográficas, en entrevistas, y a propósito de su partida inician recordando que Don Enrique, a la edad de cinco años, ya realizaba impecables presentaciones al piano del que fue un ejecutante virtuoso como se dice en el argot musical.

Hijo y nieto de pianistas cursó estudios en Varsovia, Polonia, antes de ser aceptado en la rigurosa academia Julliard en Nueva York.

Cursó estudios también en la Universidad Metodista del Sur en la ciudad de Dallas, Texas. Casó con la jovencita Eva María Zuk de origen ucraniano formada en Caracas, Venezuela.

Pianista también prodigio y también hija de pianista fue observada cuando apenas tenía diez años de edad, por el mítico Arthur Rubinstein, quien recomendó que sin mayor dilación se le inscribiera en la Julliard como su futuro esposo Enrique Bátiz becado en esa institución.

Se casaron en el año 64, un día después de la Navidad en la Gran Manzana. La boda religiosa se celebró en Caracas, en septiembre siguiente, donde radicaba la familia de la consorte.

Bátiz Campbell fue un joven precoz que fundó la Orquesta Juvenil de México; participó en la Filarmónica de la Ciudad de México antes de presentarse por primera vez en Bellas Artes dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Xalapa a sus 27 años de edad.

Fue invitado a fundar la Orquesta Sinfónica del Estado de México al amparo del gobernador Carlos Hank González. Dirigió esa agrupación por 42 años en dos etapas.

La grilla polaca de los mexiquenses lo alejaron por un tiempo del año 1983 al 89. Volvió a Toluca ese año para cerrar el ciclo en el lejano 2018, año en que se retiró por motivos de salud.

El mal del Parkinson avanzaba y le iba alejando de la música lentamente. Hasta su deceso era el responsable de la Orquesta de la Universidad Autónoma de Hidalgo.

“Aún enfermo dirigía con parálisis cerebral, calambres y sudores. He controlado la enfermedad”. Su médico le consentía, confiesa en entrevista a la periodista Laura Cortés hace cinco años.

De entre decenas de orquestas probablemente su mejor momento fue las ocasiones que dirigió a la Royal Philarmonic Orchesta de Londres, donde logró grandes presentaciones y grabaciones por demás impecables.

“Una clara batuta, una cabeza fría, un temperamento completo para lograr diferentes estados musicales” -decía Christopher Grier- fueron ejecutados con un completo, intenso y máximo poderío a propósito de su dirección con Tchai y Strauss, eso hubieran escrito en lugar de insultos, reclamaba al reportero.

Para muchos Enrique Bátiz era el prototipo del director duro, estricto. Tenía una exigencia natural que sacaba las mejores notas de sus músicos en cada ensayo y bastaban unas miradas fulminantes para lograr lo mejor de sus presentaciones. Era muy severo refieren sus acompañantes.

Para Bátiz ese era el catalizador que hacía de músicos medianos aparentemente, a grandes intérpretes que en suma generaban la belleza de la música que don Enrique traía en su memoria auditiva para ofrecérselas a los muchos que le vieron en Toluca, en Bellas Artes de la CDMX y en las salas más importantes de Estados Unidos, de Europa y lejanos países de Asia, a donde llevó a la orquesta mexiquense.

Siempre fue cuestionado por ese carácter áspero e incluso intolerante. Él mismo declaraba que no consentía la mediocridad. Fue de lo más exigente con sus músicos.

Le llegaron a demandar por malos tratos y faltas a la integridad de los colaboradores en su entorno. La Comisión de Derechos Humanos le dio la razón.

También fue demandado por un supuesto abuso sexual contra una violinista suiza. Presentó pruebas documentales, cartas que describían una relación consentida. La demandante retiró a los escasos cinco días su alegato y pidió no seguir en un posible juicio, sin embargo, el daño estaba hecho, Bátiz sufrió una depresión y el acoso de algunos medios escandalosos a los que también demandó consiguiendo castigarles, sin embargo, como se ha dicho, el daño estaba hecho.

La virtuosa pianista Zuk se separó de Bátiz después de haber procreado a dos hijos: Eugenio “Tito” Enrique y Martha “Tita”. Ambos sufrieron -como sus músicos- la alta exigencia de su padre.

Eugenio es un economista destacado del Banco de México con reconocimientos nacionales y Martha una exitosa escritora autora, radica desde hace años en Toronto, Canadá. Ambos sufrieron el rigor de un obsesivo con la excelencia.

A Bátiz le gustaban los medios. Le gustaba ser entrevistado e incluso participar en ellos como conductor. Tuvo emisiones dedicadas a la enseñanza musical y con frecuencia se le veía en entrevistas previas a su infinidad de conciertos.

Eva María Zuk compartió esa inquietud de enseñar música. Fue editora de un libro de partituras de autores mexicanos producto de una intensa investigación y también participaba con frecuencia en emisiones televisivas.

El histórico Jorge Saldaña tenía a ambos con frecuencia en sus emisiones de los lejanos 70s. Ella falleció en el año 2017.

En diversas entrevistas Bátiz desliza aspectos de su carácter: el reportero Antonio le conoció en una noche de copas en una tertulia donde abundaron los tragos; Bátiz suelta dicterios contra la prensa, especialmente a los jovencitos que calificó de analfabetas.

El joven reportero le encara y le reclama haberse vendido por sus comerciales con American Express. Se retan a los golpes a la salida y ya en la calle los otros invitados impiden la reyerta.

Bátiz lo busca días después para disculparse y de ahí nace una relación que le permite al reportero hurgar -mediante entrevistas con un tequila o un tinto- a la difícil personalidad del maestro.

A la reportera de Milenio, Laura Cortés, le revela anécdotas.

En la semana de su deceso la periodista Gilda Montaño, cercana a Bátiz, publica recuerdos de Enrique en diferentes medios a través de un portal digital.

 

MERRY MAC MASTERS

Se une Bátiz a la pléyade de músicos y directores mexicanos que brillaron a nivel internacional: Blas Galindo, Ricardo Castro, Felipe Villanueva, Eduardo Mata y decenas de estrellas virtuosos y excelsos melómanos de gran estatura que dieron lustre a las batutas y los instrumentos de virtuosos mexicanos que constituyen el orgullo nacional desde el pentagrama.

Polémico fue siempre y lo seguirá siendo mientras se recuerde su modo de infante terrible. “Sáqueme buenas fotos sonriendo, dicen que siempre salgo enojado en las fotos”.

 

***Director general de Factor D Consultores.

 

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