LA FERIA
Aires de triunfalismo nunca es aconsejable
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Hace 2 meseson
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Redacción
Los jefes de Estado deben conducirse con realismo y ética * El triunfalismo en política es como el alcohol y las drogas, que embriagan y hacen alucinar a sus consumidores y por eso aumenta las probabilidades de errores y resultados negativos, expresa en su artículo Nurys Paulino
ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN
El basurero de la historia.
La prima Guille (Guillermina) era simpática y bailaba como Ginger Rogers, pero era feíta (muy fea).
Tío Emilio, su papá la adoraba y en el primero de Prepa, compró todos los boletos para hacerla elegir reina del colegio y así fue.
Con vestido de gran cola, capa, cetro y corona de diamantina, presidió el desfile ante el enmudecido público.
Al terminar tiró capa, corona y cetro, y se fue gritándole a su papá: -¡No me vuelvas a hacer esto! -tenía razón.
GRAN EMBROLLO POR EL FENTANILO
La muy buena noticia del jueves 31 de julio fue que se prorrogó 90 días la pena de muerte a la economía nacional que se ejecutaría el día 1 de agosto (30% de arancel de castigo de Donald Trump a las exportaciones de México a Estados Unidos).
El patán de la Casa Blanca lo informó en redes sociales y dejó muy claro que “México seguirá pagando el arancel del fentanilo del 25%, un arancel del 25% a los automóviles y un arancel del 50% al acero, el aluminio y el cobre”… y no quita el dedo del renglón: Todo este embrollo es por el fentanilo.
La Presidenta Sheinbaum lo celebró: “El acuerdo alcanzado con Trump salva el T-MEC. Tenemos el mejor acuerdo posible (…)”. Y hay que reconocer que sí le salió bien la cosa. No hay que ser cicateros. Aunque eso del “mejor acuerdo posible”… mmm… otra vez al triunfalismo.
El triunfalismo ese optimismo exagerado, ese aire de superioridad, esa manifestación pomposa de éxito, nunca es aconsejable, menos en cosas de gobierno, ni cuando se trata de un real triunfo, de la feliz terminación de algún asunto, menos cuando es mentira lo pregonado. Aparte, es de mal gusto.
Triunfalismo es cuando la dama del bastón de palo nos dice “es claro y notorio que México avanza en el camino de la prosperidad compartida”; “la economía de México está fuerte, sólida”; “hay más bienestar”; “récord en inversión extranjera”; “el nivel más bajo de desempleo” o cuando al referirse a su propio partido, dijo: “(…) somos el movimiento social y político más fuerte de todo el mundo, de todo el planeta (…)”.
Sí, sí lo dijo, de Morena, el 22 de septiembre de 2024, en su Congreso en la Ciudad de México. Morena aspira a afiliar 10 millones de tenochcas simplex, muy bien, el Partido Bharatiya Janata de la India tenía el año pasado 202 millones de miembros declarados y el Partido Comunista Chino tiene más de 100 millones; y si le parece disparejo comparar con partidos de países tan inmensos, entonces, que se entere la dama del bastón de juguete que el Partido Demócrata de EU tiene más de 45 millones de afiliados registrados uno por uno y el Republicano de allá mismo, más de 36 millones.
El triunfalismo no raramente lleva a caer en el ridículo y a decir frases propias de los cómicos de la lengua.
En estos tiempos de ‘apoteosis de la propaganda’ (frase del gran Amando de Miguel), no pocos políticos y algunos jefes de Estado caen en la tentación boba de ser populares (y algunos gastan carretadas de dinero en encuestas de resultados peculiares, sí, lamenta este menda abollarle el candor, pasa). Nada más que eso lleva directo al triunfalismo que todo lo tapa.
Busque por su cuenta, de Nurys Paulino, su artículo ‘Maldición del triunfalismo político’, en el que dice unas cuantas verdades como puños: “(…) si bien es comprensible que los líderes políticos busquen resaltar sus logros y ganar apoyo popular, el ego exagerado puede tener consecuencias negativas para la sociedad (…), puede distorsionar la realidad y crea un relato sesgado (…), provoca que los líderes se enfoquen únicamente en los aspectos positivos de su gestión, dejando de lado o minimizando los problemas y desafíos que afronta la sociedad”.
Luego comenta que el triunfalismo en política es como el alcohol y las drogas, que embriagan y hacen alucinar a sus consumidores y por eso aumenta las probabilidades de errores y resultados negativos.
El triunfalismo fue típico de los totalitarismos del siglo pasado; curiosamente, las dictaduras no suelen ser triunfalistas. El triunfalismo es parte de la propaganda que presenta a los líderes como todopoderosos y a sus gobiernos como infalibles; por eso tienen a la mano una batería de culpables designados para achacarles lo que les sale mal y de plano no se puede ocultar.
El triunfalismo no tolera crítica ni acepta errores. Para el triunfalista la verdad es debilidad. No se trata de que los jefes de Estado propaguen el derrotismo entre su gente, no, ni que sean pesimistas, tampoco, mucho menos fatalistas. Nada de eso, pero sí que se conduzcan con realismo y ética.
En las sociedades bien articuladas, en las que el respeto a la ley es lo normal (hay de esas, créalo), con ciudadanía real, el político, el jefe de Estado puede y debe reconocer errores, sabedor de que la honestidad es la mejor receta ante el fallo y cuando hace falta, sin aspavientos, renuncia al cargo.
El triunfalista no acepta el error, lo niega, aunque sea evidente y cuando la cosa apremia, señala a alguno de sus culpables favoritos, todos del pasado.
Recuerde, Presidenta: los británicos, después de poco más de tres años de hilvanar derrotas ante el Ejército de Hitler, lograron un primer gran triunfo, Churchill lo informó al parlamento: “Tenemos una nueva experiencia. Tenemos una victoria, una victoria notable y definitiva”. Y el 10 de noviembre de 1942 soltó en un discurso protocolario:
“(…) El Ejército de Rommel ha sido derrotado. Ha sido aplastado. Ha sido prácticamente destruido como fuerza de combate (…) Ahora bien, este no es el final. Ni siquiera es el principio del final. Pero es, quizá, el final del principio”. Sin triunfalismo.
O sea que sin triunfalismo ni autoengaño: la prórroga de Trump, señora Sheinbaum, si usted se decide a actuar contra los cómplices del crimen organizado enquistados en su gobierno y partido, no sería ni el final del principio.
Recibió un país en ruinas, bañado en sangre, con territorio dominado por la delincuencia, instituciones exánimes y democracia bajo constante ataque de usted y los suyos. Nadie se lo va a decir, señora, esto va a acabar en el basurero de la historia.
Repito, sobre la prórroga Sheinbaum tiene aires triunfalistas. “México ganó”, dijo en su Mañanera del Pueblo del viernes 1 de agosto pasado.
“Por supuesto internacionalmente estamos viviendo una situación compleja porque el presidente de los Estados Unidos, electo por su pueblo, ha tomado la decisión de cambiar el esquema que habíamos vivido hasta el 20 de enero de 2025 en el mundo entero del comercio internacional”, dijo en su conferencia matutina al reconocer que es una situación delicada mantener la relación cordial y en buenos términos con el inquilino de la Casa Blanca.

LA FERIA
Los escándalos del momento, la oportunidad de oro para tomar las riendas
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Hace 4 díason
septiembre 25, 2025By
Redacción
A deshacerse de tanto lastre y de los traidores * Si no lo hace la Primera Presidenta, pone en riesgo su gobierno… y al país también, pues el Tío Sam no es de fiar
ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN
Mucho miedo.
En aquél Autlán de principios del siglo pasado, contaba la abuela Elena, que un tío suyo dijo a su hijo mayor que se entregara o él lo entregaba, por una fea fechoría que había cometido y andaba averiguando el Tomasón, alcalde de huarache que a tiros impartía justicia pronta y expedita.
Y el hijo le contestó que no sabía que su padre era traidor, pero él lo atajó: -El traidor eres tú, lo que hiciste traicionó a toda la familia -huyó.
El Tomasón regresó con el cadáver atravesado en una cabalgadura. El tío lo enterró en el monte, sin decir dónde. No se volvió a hablar de él. Historias de rancho.
LEALTAD MÁXIMA
Hay cosas que todos sabemos qué son, aunque no nos hayamos detenido a reflexionar en ellas. Un caso es la lealtad. Todos entendemos qué es y todos rechazamos su contrario, la deslealtad.
Los pensadores de la antigüedad nada dijeron de la lealtad, tal vez porque de tan obvia, les pareció innecesario su estudio y enseñanza; y sí, es muy evidente: sin lealtad no hay matrimonio, no hay filiación, no hay sociedad, no hay nada, ni ejércitos ni empresas, nada… ni futbol.
Ahora hay por ahí unos que no parecen pensar mucho o que piensan torcido, que se atreven a decir que la lealtad no es una virtud ni un valor sino un patrón de conducta… bueno, que aprovechen.
Es de no creerse a qué extremos se llega intentando erradicar la religión en general y el cristianismo en particular, porque al menos en Occidente, se profese o no alguna fe, todo está empapado en cultura cristiana, herencia indeleble de Roma al mundo… en fin, cada quien.
La cabeza más clara de nuestra especie, opina este menda, el inmenso Tomás de Aquino, no trata explícitamente sobre la lealtad, pero sí sobre la fidelidad, su hermana gemela, y dice (a brocha gorda) que es honrar la palabra dada y los compromisos honestos contraídos, contribuyendo a la convivencia y al bien común, al ser firme cumplimiento de lo justo. Y le cerró la puerta a los que, siendo cómplices, se creen leales. ¡Listo!
Sí, la lealtad no es esa ‘omertà’ de delincuentes de la mafia en todas sus presentaciones -Cosa Nostra, ‘Ndrangheta, Camorra, Sacra Corona Unita, Società Foggiana, la más brutal-, sino la original ‘omertá’ de los sicilianos del siglo XVI, ese no cooperar, colaborar ni informar nada nunca a la autoridad, resistiendo al gobierno español invasor.
Y por cierto, para su acervo del saber inútil, parece que ‘omertà’ es palabra derivada del siciliano ‘omu’ -hombre-, derivada por imitación de la ya en desuso palabra española “hombredad”, hombría… feministas, absténganse.
En todo, pero muy destacadamente en la cosa pública, en política, la lealtad es un valor básico, no esencial porque no hace la lealtad lo que es la política, pero sí fundamental. Si la traición es siempre despreciable, en política es infame.
Pero hay que andarse con cuidado, porque hay casos en que se da una legítima lealtad a corrientes de pensamiento político que por más equivocadas, inicuas o malvadas que nos puedan parecer, suscitan la fidelidad de algunos y a veces de muchos, que las abrazan creyéndolas correctas.
Un ejemplo para ahorrar explicaderas: el nazismo, ideología fascista enemiga frontal del marxismo, del comunismo (no son lo mismo), de la democracia, antijudía (no diga antisemita, por favor, los árabes también son semitas), partidaria del racismo y la eugenesia, fue en su momento un credo aceptado por no pocos países y pueblos enteros (aunque ahora lo nieguen).
Bueno, pues leales y fieles nazis, se opusieron al atropello a los judíos, al exterminio, al holocausto, eran nazis, no criminales y por eso es que tuvieron que construir cámaras de gas: los soldados se rehusaban a hacer de matarifes. Lealtad a la causa equivocada, a la luz de lo que ahora ya sabemos, no en su momento. Y lo mismo con el estalinismo, ese comunismo asesino y vil que contaba con la veneración de millones, hasta que se supo la verdad, pero mientras, fueron leales, válidamente leales.
Todo esto a cuento de la lealtad todo terreno de la Presidenta Sheinbaum a su antecesor, a la parentela del tipo, sus cercanos operadores políticos o ni eso, sino simples bandidos que estuvieron (y están), al servicio del cuatrotero mayor.
Es muy respetable la manera de pensar de la señora, el izquierdismo lo trae en su ADN, y también se debe aceptar sin malas caras su lealtad a Morena.
Pensemos como pensemos los que no pensamos como ella piensa. Es legítima su lealtad a sus ideas y al partido al que pertenece.
Pero, a ver, si la dama de Palacio, se entera que aparte de como todos entendemos la lealtad, es palabra originada por ahí del siglo XVI, derivada del latín ‘lex’, ley, sí, la lealtad en nuestro idioma, antes significaba apego a la ley.
La lealtad termina donde empieza lo ilegal, lo ilegítimo, lo indebido. Por eso el solemnísimo juramento ante el Congreso y la nación, al asumir la presidencia de este país, es cumplir y hacer cumplir la ley, esto es: la lealtad máxima.
Por la manera en que parece que la señora Sheinbaum entiende la lealtad, es que asume indebidamente el papel de defensora oficiosa de su mentor y del tropel de corruptos, deshonestos, dislocados y torcidos del entorno más cercano, personal y político, de quien ella admira tanto. O teme.
Los escándalos del momento son la oportunidad, tal vez irrepetible, para que doña Sheinbaum tome las riendas y se deshaga de lastre y traidores: quitar del liderazgo en el Senado a Adán Augusto López; echar de Gobernación a Rosa Icela Rodríguez.
También quitar a Mario Delgado de Educación Pública; a Raquel Buenrostro de la Función Pública; a Ariadna Montiel de la Secretaría del Bienestar; al indefendible Octavio Romero Oropeza, hoy en el Infonavit después de desvalijar Pemex.
También quitar a algunos gobernadores, por lo menos a Rubén Rocha de Sinaloa… y por supuesto sacar a Andy de Morena. Sin raspar al de Macuspana.
Si no lo hace pone en riesgo su gobierno… y al país también. El tío Sam no es de fiar.
La Presidenta puede, es cosa que quiera, a menos que tenga razón el fétido Trump y tenga miedo, mucho miedo.
LA FERIA
¿Por qué seguir rescatando a Pemex?
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Hace 1 semanaon
septiembre 20, 2025By
Redacción
Si hay deuda corrupta de Calderón y Peña, ¿por qué no se les investiga? De ser culpables que vayan a la cárcel * La maldita deuda irresponsable de Pemex no la paga el gobierno, no, la pagamos todos los mexicanos con los impuestos
ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN
Pobre del pobre…
Tío Octavio era un sastre de los de antes y de eso vivía bien, a secas, pero bien. Su hijo mayor, Tavo, vivía de dar sablazos.
Un día el tío supo que Tavo le había sacado una cantidad seria de dinero a un amigo de la familia y muy molesto le preguntó cómo pensaba pagar; le contestó tan fresco: -¡Ah, pues no pago y ya! –hay de esos.
MITOS Y VERDADES
Grábese en piedra, escríbase con letras de bronce… La señora Presidenta, refiriéndose a la deuda de Pemex, acuñó una frase inmarcesible (que no se marchitará), digna de quedar inscrita con la de “¡los valientes no asesinan!” (Guillermo Prieto, 14 de marzo de 1858, al impedir que fusilaran a Benito Juárez).
Del mismo troquel que “¡va mi espada en prenda!” (Guadalupe Victoria, 1812, arengando a sus tropas a seguir la lucha por la independencia), sí, de ese calibre, la dama de Palacio dijo: “La maldita deuda corrupta de Calderón y Peña en Pemex”… “la maldita deuda corrupta”… dan ganas de ponerse de pie.
Se transcribe lo que dijo, no diario está uno frente a la historia:
“¿Por qué tenemos que seguir rescatando Pemex?, por esa terrible deuda que adquirieron Calderón y Peña… increíble… el próximo año Pemex tendría que pagar solito 250 mil millones de pesos de vencimientos de pago de intereses (…) Si lo tuviera que pagar solito Pemex, la deuda saldría muy cara porque los intereses con Pemex son muy caros por esa maldita deuda corrupta de Calderón y Peña. Así le vamos a llamar: la maldita deuda corrupta de Calderón y Peña en Pemex”.
Llama la atención la insistencia en echarles habladas a Calderón y Peña Nieto.
Sepa la señora bastonera nacional que a nosotros los gallardos integrantes del peladaje nacional, nos importan un reverendo y serenado cacahuate los dos señores. Lo que no se entiende es que si hicieron las que los cuatroteros dicen que hicieron, no sean investigados, juzgados y a la cárcel, siete hogueras, paredón, garrote vil… y ya.
Ya encarrerada, la antes corcholata, hoy titular del Poder Ejecutivo, añadió: “(…) esa deuda irresponsable, corrupta que adquirieron Calderón y Peña a través de Pemex nos toca pagarla a nosotros en esta Administración (…)”.
No da una, no son 250 mil millones que Pemex “pagaría”, son 263,500 millones de pesos para Pemex ya en el presupuesto, según el Paquete Económico 2026 de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, destinado al “pago de amortizaciones de deuda de mercado y créditos bancarios contratados en ejercicios anteriores”. Para ella, será poco la diferencia, pero son 13,500 millones de dólares más, señito.
No da una con eso de que la deuda la pagan ellos, no, la pagamos nosotros, cada uno, de a pocos, tarde o temprano, pero la pagamos con nuestros impuestos. De cuándo acá.
Y tampoco da una con lo de esa maldita deuda de Pemex. Con sus cifras, no vamos a discutirlas, esa deuda con Calderón llegó a 60 mil millones de dólares (mmdd), con Peña Nieto a 105 mmdd y según el informe oficial de resultados de Pemex, del 27 de febrero de este año, al cierre de 2024, el nobilísimo gobierno cuatrotero, bajó la deuda a 97.6 mmdd, un 7.05% menos, suena bien… ¿sí?… no… nos esconden la bolita, mire usted:
Aparte de esa deuda financiera que reporta Pemex adeuda 23 mil millones de dólares (mmdd) que debe y debería pagar a contratistas y proveedores; más otros 3,490 millones de dólares que no registran porque, listos que son, no les reciben las facturas (a proveedores y contratistas); más 12 mil millones de dólares de deuda adicional con la banca extranjera en “Notas preCapitalizadas”.
Si lo suma verá que son otros 38,490 millones de dólares aparte de los 97,600 que reportó Pemex, dando un inmenso total de 136,090 millones de dólares… que son 29.61% más que la maldita deuda que dejó Peña Nieto.
Son datos duros, todos oficiales, menos las facturas que no reciben, claro.
Habría de añadirse el Fondo Especial para Proyectos por 13,000 millones de dólares de la banca de desarrollo que es un crédito más que llevaría la deuda de Pemex a un 42% arriba de la maldita deuda, pero este menda no lo agrega porque, según Presidencia de la República, de ahí se “pagará parte de la deuda a proveedores”; vamos a creerles.
Lo cierto es que hacen malabares con las cifras para engañarnos, como hacen con el número de homicidios. Eso sí es cierto.
Ya en este plan, no se le olvide que aparte de esa sideral deuda, Pemex recibió como apoyo económico en el sexenio pasado de infeliz memoria, la friolera de 2.1 billones de pesos (millones de millones), que son por ahí de 116,700 millones de dólares (de a 18 pesos), que el Señor de los Abrazos tomó del dinero del pueblo bueno y sabio y se lo regaló a Pemex; en rigor no es deuda, porque no piensan pagarnos, pero son fregaderas, igual que los 1.2 billones de pesos que Pemex perdió de 2019 al primer semestre de 2024 (otros 66,700 millones de dólares).
A doña Sheinbaum la escandaliza la deuda de 105 mil millones de dólares que dejó Peña Nieto en Pemex. Bueno, está bien, pero teje calceta con alambre: a uno lo escandaliza que el de Macuspana, creció la deuda nacional a la cantidad inimaginable de 17.4 billones de pesos (millones de millones, no se distraiga), el 23% más de la deuda que había cuando asumió el poder (3.2 billones de pesos).
Porque ¿sabe qué doña Claudia?, su admirado mentor es el presidente que más ha endeudado a México en este siglo: respecto del Producto Interno Bruto (PIB) con Fox, la deuda creció el 28.2%; con su odiado Calderón, el 35.6%; con Peña Nieto, el 43.6% y su mejor presidente de la historia, el 51.4%; con un detalle: violó la ley al contratar deuda para gasto, no para inversiones productivas, como ordenan la Constitución y la Ley de Disciplina Financiera. Pero, ni modo de salirle con el cuento de que la ley es la ley.
Así las cosas, la Presidenta en su presupuesto del año que viene, nos endeudará otros 1,473 billones de pesos (por ahí de 81,833 millones de dólares), que es más que en este su primer año de cuasi gobierno. Total, ellos no pagan. Pobre del pobre que al cielo no va…
LA FERIA
PVEM, el rey de alianzas cambiantes
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Hace 2 semanason
septiembre 16, 2025By
Redacción
Amenaza romper con Morena * A la Primera Presidenta se le salió decir que lo importante es que votan en favor de sus iniciativas en el Congreso y que las alianzas le corresponden al partido guinda
ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN
Con quién andas.
Se casaba la prima Pepina y de varias partes del país llegaría parentela. Por economía y sentido práctico, se buscó un hotel cercano al salón de fiestas para alojarlos juntos.
Un día estaban a la mesa los papás de Pepina, sus hermanos, unos primos y alguien propuso el Hotel Oviedo, “muy cerca del salón”… y se le salió a Pepina decir: -No, ahí no, son muy chiquitos los cuartos –mirada de hielo de su mamá, silencio general. Pepina, como tomate. Se le salió.
MUY DELICADOS LOS VERDES
Últimamente algunos miembros del Partido Verde Ecologista de México han dicho que ya no les gusta su alianza con Morena porque tiene “ratas”. ¡Tan delicados ellos!
En su madrugadora del lunes 8 de septiembre, un imprudente preguntó a doña Sheinbaum qué opinaba de ese posible rompimiento y… bueno, se le salió decir que lo importante es que votan en favor de sus iniciativas en el Congreso y que las alianzas le corresponden al partido.
Pensará un decente lector que no tiene nada de malo lo que dijo la bastonera nacional. Sí… según se vea.
Corre la leyenda alimentada por el poema ‘Un castellano leal’, de don Ángel de Saavedra, duque de Rivas, de cuando en 1526 el emperador Carlos V pidió al marqués de Villena, que alojara en su palacio a un noble francés, el duque de Borbón, que peleó bajo sus órdenes -de Carlos V-, traicionando a su rey Francisco I de Francia.
El marqués de Villena, cuenta la leyenda, obedeció a su rey, -el Carlos-, hospedó en su palacio al traidor, pero cuando se mudó a otros lares, el marqués de Villena mandó incendiar por los cuatro costados su propiedad, con todo y mobiliario: “No profane mi palacio/ un fementido traidor,/ que contra su rey combate/ y que a su patria vendió”, dice el poema.
Leyenda, sí, de cuando el honor era el honor… hasta hace no mucho, no dramaticemos.
Tal vez a alguno parezca muy exagerado eso de quemar la casa porque se manchó al dar hospedaje a un traidor. Además, ni se sabe si pasó (no pasó). De acuerdo. Entonces veamos a algo que sí pasó. Cuentan los historiadores romanos Apiano, Diódoro de Sicilia, Eutropio, Floro y Tito Livio, como bien sabemos, que en lo que ahora es Portugal, entonces ‘Hispania Ulterior’, Viriato, un líder guerrero lusitano, los trajo a mal traer largos años y ganaba todas las batallas en una guerra de guerrillas que los romanos de plano no sabían cómo librar, lo de ellos era el combate de frente, ejército contra ejército.
Entonces Roma, por ahí del año 150 a.C., mandó a un tal Servio Sulpicio Galba, a poner en orden al Viriato. Después de derrotar al levantisco, Galba regresó triunfal esperando su “triunfo romano”, el desfile con gran pompa que concedía el Senado a sus generales victoriosos, procesión con prisioneros y botín de guerra.
Pero supo el Senado que Galba había tendido una emboscada a los lusitanos, ofreciéndoles la paz y tierras fértiles donde asentarse si juraban lealtad a Roma. Que cayeron en el engaño unos 30 mil (se dice), que Galba los recibió amistoso, les pidió que entregaran las armas… y les echó encima a sus legiones, matando a miles -no a Viriato- y a los que capturó los vendió como esclavos.
El Senado juzgó a Galba, lo encontró culpable, no le concedió el desfile triunfal, le quitó el botín y mandó a liberar a los que había esclavizado.
Mandó Roma a otro, el Quinto Servilio Cepión, a enfrentar a Viriato, pero Cepión salió peor: pagó a unos traidores que asesinaron dormido al líder guerrero lusitano.
El remate de esta historia es que en el Senado se supo que Cepión “compró su victoria” (consignó Valerio Máximo), y Cepión a los traidores los traicionó y no les pagó diciendo (dicen que dijo, no hay testigos de fiar): ‘Roma traditoribus non praemiat’ (Roma no premia traidores), frase seguramente inventada.
El asunto aquí es que triunfar no es a cualquier precio. Otra frase que se dice que acuñaron los romanos es la de ‘Roma non sic proelia vincit’ (Roma no gana así sus batallas), repudiando la victoria innoble.
EL VERDE, RÉMORA DE LOS PARTIDOS
Ese es el punto. Morena, no, la Presidenta gana así sus batallas, así impone las reformas a la Constitución y las leyes: con el apoyo del partido más fétido del horizonte político mexicano. Y la señora lo sabe y lo considera “importante”, lo que importa.
Fundado en 1986, como Partido Verde Mexicano, en 1993 obtuvo el registro definitivo como Partido Verde Ecologista de México, el Verde.
Casi por milagro no perdió el registro en las elecciones de 1994. Aprendieron la lección y ya siempre han competido aliados como partido rémora con otros partidos.
En 2000 se aliaron con el PAN (con Fox), la ‘Alianza por el cambio’. En 2003 cambiaron por el PRI y se siguieron con el PRI hasta 2018, con Peña Nieto.
En 2018 se cambiaron a Morena, con el Señor de los Abrazos. En 2024 le siguieron con Morena, con doña Sheinbaum.
Todo un récord de alianzas cambiantes sin ataduras ideológicas distintas a mantener el registro y los miles de millones de pesos que ha recibido por prerrogativas.
Al PVEM lo han calificado como “El rey del oportunismo”, “El partido canalla”, y “El partido cínico”.
Es el campeón nacional en multas por violaciones graves, sistemáticas, reiteradas, a la Constitución Política y a las leyes generales electorales (dice el Tribunal Electoral).
Al Verde, su postura de apoyo a la pena de muerte, les costó en 2009 ser expulsado del Partido Verde Europeo, que son 36 partidos de 32 países, y el copresidente del Grupo de los Verdes del Parlamento Europeo, Philippe Lamberts, declaró: “Con ellos (los del PVEM) no podemos andar con ambigüedades”; y anunció que desde ese año estaban fuera de las reuniones de la Global Verde, que son 79 partidos de todo el mundo.
Mónica Frassoni, presidenta de los diputados verdes en el Parlamento Europeo, en noviembre de 2009, declaró: “Estamos escandalizados, no entendemos cómo es posible tener el cinismo político del PVEM (…)”.
Bueno, se le salió a la Presidenta de México, los votos de esa gavilla de vividores del erario son lo importante. Ya los vamos conociendo, Manuel Velasco, el Lloroñas, los verdes… dime con quién andas.
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