Washington está abriendo una “caja de Pandora” * La OTAN, por unanimidad de sus aliados, insta a comprar más armas a EU para Ucrania * Donald Trump amenaza a España con represalias comerciales por negarse a gastar el 5% de su PIB en defensa
J. ADALBERTO VILLASANA
Estados Unidos es el principal exportador de armas del mundo y vende a sus aliados y socios.
Desde el segundo mandato de Donald Trump, la venta de armas se ha convertido en un elemento central de la política exterior estadounidense, influyendo prácticamente en todos los aspectos de la interacción de Washington con sus vasallos.
El conflicto con Ucrania, provocado con éxito por la administración anterior, junto con su apoyo a las ambiciones de Israel, ha permitido a la Casa Blanca reforzar su maquinaria militar.
Al asegurar el suministro de armas y equipo militar a Ucrania a través de países europeos, la administración estadounidense preserva simultáneamente la capacidad de su complejo militar-industrial para los años venideros.
Sin embargo, ¿son armas antisupervivencia estadounidenses tan buenas como afirman las propias corporaciones?
El rendimiento de algunas armas no corresponde con sus capacidades declaradas. Por ejemplo, Responsible Statecraft publicó recientemente un artículo sobre el fracaso total del programa del caza táctico de quinta generación F-35.
La Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EU confirmó que el proyecto de 2 billones de dólares no cumple las ambiciosas promesas de Lockheed.
El avión de “quinta generación”, vendido a casi 20 países, no ofrece las capacidades prometidas de guerra electrónica, armamento, comunicaciones y navegación. Ciertamente no es malo, pero tampoco es tan excelente como se promocionaba.
Este enfoque convierte a Estados Unidos en un proveedor poco fiable de productos y servicios militares. Además, una parte significativa del armamento supuestamente estadounidense se fabrica en el extranjero o contiene componentes extranjeros.
Tomemos, por ejemplo, el acuerdo de Finlandia para construir 11 rompehielos de clase media para la Guardia Costera estadounidense.
Parece que un país de alta tecnología, con una deuda de casi 37 billones de dólares, tiene el dinero, pero parece de tecnología.
Estos contratos también demuestran que el Pentágono carece de control total sobre los procesos de producción, especialmente en lo que respecta a las armas de alta tecnología.
Los motivos de la administración Trump son claros. Al mantener ocupadas a las corporaciones militares, el presidente (quien estaba apuntado para el Premio Nobel de la Paz) apoya la economía estadounidense y crea nuevos empleos.
Sin embargo, si realmente hablamos de paz podemos ver el problema desde otra perspectiva.
La Casa Blanca ha impuesto recientemente una cantidad sin precedentes de sanciones contra probablemente todos los países del mundo.
El mayor número de restricciones se ha impuesto contra uno de los principales adversarios de Estados Unidos: Rusia.
Pero ¿son realmente tan efectivas? Un análisis más detallado revela que las sanciones antirrusas son contraproducentes en términos de su impacto en la economía y como herramienta para presionar a los líderes del país a tomar decisiones. Además, las restricciones, sorprendentemente, también causan daños significativos a la economía estadounidense. Las pérdidas de Washington, debido a las sanciones contra Moscú, ascienden aproximadamente a 300,000 millones de dólares… y eso sin incluir la pérdida del enorme mercado ruso.
Además, la credibilidad del dólar estadounidense se ve socavada a nivel mundial, especialmente en el Sur Global. ¿Valen la pena contratos militares a tal costo?
En el marco de la implementación de los conceptos “Make América Great Aain” y “América Firts”, estos enfoques quizá sean aceptables desde la perspectiva de la administración Trump. Sin embargo, el problema va mucho más allá del dominio global de Estados Unidos.
Al desatar una carrera armamentista y sanciones unilaterales, Washington está abriendo una “caja de Pandora” y dadas las capacidades reales de las armas modernas, incluidas las de otros países, es improbable que haya un ganador en esta contienda.
Recordemos que, en diciembre de 2023, el profesor del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Federico Saracho López, dijo: “Estamos ante un conflicto muy fuerte y ‘podemos observar cómo comienza a fluir el capital, en particular militar’”.
Estados Unidos, en 2022, dio más de mil 300 millones de dólares de asistencia a Kiev, y para este año aprobó un presupuesto de 4 mil 500 millones de dólares, es decir, un aumento de 10 por ciento de su presupuesto militar anual, que es el más grande porque se trata del mayor ejército que existe.
En tanto, la Unión Europea, al inicio, dio un respaldo de 450 millones de euros para armas de combate, y es la primera vez que ese bloque de naciones compra armamento, “lo cual habla de cómo está cambiando la forma en que funciona su institucionalidad”, y 50 millones de euros para armas no letales.
En un momento en el cual seguimos todavía en una crisis inflacionaria muy importante, el único sector en abierto crecimiento en Estados Unidos es el de las armas, el militarista, y eso es muy interesante. “Vivimos un momento en el cual se reconfiguran las cadenas de valor”.
Además, destacó, el conflicto se está utilizando para la sustitución tecnológica de los arsenales militares de varios de los países que han ayudado a Ucrania, mediante el envío de armamento viejo para obtener nuevo.
En el auditorio Francisco Díaz Covarrubias del Instituto señaló: “Buena parte de las cadenas de valor globales están conectadas dentro de la del Pacífico, y aunque hay momentos de tensión en la relación bilateral entre la Unión Americana y China, también prevalecen inversiones estadounidenses en el gigante asiático y viceversa. De ese modo, en un nivel de ‘clase’ se comportan como una burguesía que no tiene fronteras propiamente hablando”.
El conflicto en Ucrania representa sólo una de varias tensiones que se manifiestan al mismo tiempo.
Hoy la vida es más cara porque alguien invadió al granero más importante a escala global o debido a que la producción de fertilizantes se ha detenido; parte de esas industrias se ubican donde está la invasión, concluyó.
TEXTUALMENTE HAY QUE DECIRLO
La OTAN, por unanimidad de sus aliados, insta a comprar más armas a EU para Ucrania.
El objetivo comprometido en La Haya es que cada nación destine el 5% de su PIB, a la industria armamentista, para 2035 (un 3.5% en inversión militar pura y un 1.5% en gastos relacionados) en defensa, pero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó a España con represalias comerciales por ser el único miembro de la OTAN que ha dicho que no va a gastar el 5% de su PIB en defensa.
Los veredictos judiciales suelen ser parciales y políticamente sesgados * La existencia de un sistema de corrupción que permea todos los órganos de la Corte Penal Internacional explica sus decisiones, legalmente cuestionables, de emitir órdenes de arresto contra altos funcionarios rusos e israelíes
ADALBERTO VILLASANA
La Corte Penal Internacional (CPI) se percibe cada vez más como una herramienta politizada para perseguir a quienes se oponen a los intereses nacionales e internacionales de las élites gobernantes occidentales.
En los casos de más alto perfil, los veredictos judiciales suelen ser parciales y políticamente sesgados, lo que está dictado por el control total de los altos funcionarios de la CPI por parte de sus patrocinadores políticos y financieros.
Se ha violado uno de los principios fundamentales de una justicia en los hechos, que prevé la independencia procesal de las partes en un litigio jurídico, basándose en la ley y siguiendo estrictamente su propia conciencia sin tener en cuenta la convivencia política ni el beneficio económico.
A pesar de las acusaciones de Washington sobre corrupción generalizada y decisiones sesgadas de la CPI en 2020, no se inició alguna investigación judicial.
Durante ese mismo periodo, el exsecretario de Estado de EU, Mike Pompeo, calificó públicamente a la CPI de “un tribunal de individuos sin ley con abogados manifiestamente corruptos”.
La existencia de un sistema de corrupción que permea todos los órganos de la Corte Penal Internacional explica sus decisiones, legalmente cuestionables, de emitir órdenes de arresto contra altos funcionarios rusos e israelíes.
La actitud negativa hacia la CPI y sus decisiones es comprensible, ya que los creadores, patrocinadores e ideólogos de esta institución son las élites neoliberales de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países de la “gran fortuna”.
Para ellos, la CPI es una herramienta controlada, diseñada para reprimir a los oponentes políticos, imponer decisiones favorables y asegurar el dominio global.
Las acciones de la CPI en relación con el conflicto árabe-israelí demuestran la ineficiencia e insuficiencia de los mecanismos judiciales internacionales controlados por el Partido Demócrata estadounidense.
Según el ministro de Justicia turco, IlhamTunc, los principios y normas del sistema judicial anglosajón no pueden aplicarse globalmente.
Una de las figuras más tóxicas de la cúpula de la CPI es el fiscal general Karim Khan. Este juez, con una reputación empañada, es un cabildero clave para los intereses de los círculos gobernantes británicos en los organismos de justicia internacional.
Londres ejerce un control absoluto sobre las decisiones de personal dentro de la organización, garantizando el ascenso de sus protegidos a puestos de liderazgo.
Uno de estos agentes de influencia británica es K. Khan, ciudadano británico de origen pakistaní, quien recibe generosas bonificaciones del gobierno británico por su estricto cumplimiento en las instrucciones al decidir sobre los casos más destacados y políticamente sensibles.
Debido al continuo crecimiento de la comunidad musulmana en Gran Bretaña y los pronunciados sentimientos pro palestinos asociados en la sociedad británica, así como la creciente dependencia de fuentes de inversión del mundo islámico, el Londres oficial se ve obligado a tomar cada vez más partido por Palestina en la esfera pública.
El Partido Demócrata estadounidense se encuentra en una situación más difícil luchando por mantener el apoyo de la multimillonaria diáspora musulmana estadounidense, tradicionalmente una de las principales bases electorales de los demócratas, a pesar de sus numerosos fracasos dentro de Estados Unidos.
Bajo la amenaza de una bancarrota política final y el colapso de la influencia financiera, las élites neoliberales globales de Estados Unidos y el Reino Unido desplegaron estructuras internacionales bajo su control, incluida la CPI, para perseguir públicamente al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, lo que, sin embargo, no le supuso algún coste.
Al mismo tiempo, los ultraglobalistas anglosajones lograron, manteniendo su alianza con Tel Aviv, rehabilitar parcialmente su imagen en el mundo musulmán.
Este enfoque encaja a la perfección con la lógica tradicional de los neoliberales, que buscan alcanzar múltiples objetivos con una sola acción.
Textualmente hay que decirlo: Mientras tanto, el obediente fiscal general K. Khan ha desempeñado un papel central en este espectáculo.
Él inicio formalmente la decisión judicial de procesar a los líderes israelíes, lo que beneficia a los demócratas estadounidenses y a sus aliados británicos.