HOJAS LIBRES
¡Ahí viene la crisis fiscal de fin de sexenio y la severa caída del PIB!
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1 año agoon
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Redacción
Producto de la enorme dilapidación del tesoro nacional en las fracasadas obras del AIFA, Dos Bocas, Tren Maya y programas sociales electorales * Hay tiro para la elección presidencial: Si es Adán Augusto, hay riesgo de perder; Claudia no es garantía de triunfo… y si hacen a un lado a Ebrard, hay peligro de cisma lopezobradorismo con el apoyo de Monreal, que con MC y la oposición pueden mandar al carajo a Morena
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
Cuando en 1972 don Daniel Cosío Villegas escribió su obra “El sistema político mexicano”, el peso político y electoral del PRI era absoluto.
En esencia el PRI era el Estado mexicano. El PRI y el gobierno preparaban las elecciones, el secretario de Gobernación era el presidente de la Comisión Federal Electoral y la última instancia para decidir quién había ganado o perdido una elección.
El PRI y el gobierno hacían el escrutinio de los votos y tomaban muy en serio el viejo adagio de que “el que cuenta los votos gana”. Esa sentencia breve y lapidaria tenía sustento. Hasta esa fecha y llegado 1989, el PRI, desde 1929, había ganado 11 elecciones presidenciales, todas las gubernaturas de los estados y todos los escaños en el Senado de la República, en tanto el PAN apenas disponía de 20 diputados de partido en el Congreso de la Unión.
Bajo ese sombrío panorama de nula oposición, Cosío Villegas se preguntaba: “¿Podría esperarse que en el futuro próximo surgiera un nuevo partido que pudiera contener el poder desmesurado del Presidente de la República y del partido oficial?”. Y simultáneamente se contestaba el historiador y politólogo: “Es más que dudoso aceptar semejante supuesto, no sólo porque las leyes electorales han sido ideadas para impedirlo, sino porque no se vislumbran los hombres y las ideas que podrían acometer una tarea tan ingrata como estéril”.
Ante tal interrogante, premonitorio concluía el escritor: “De todos modos, si alguna vez surgiera ese nuevo partido, sería un desgajamiento del PRI y no algo ajeno a él”. La profecía se cumplió. En 1988 surgió dentro del PRI una corriente democrática abanderada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez. El propósito era democratizar la designación del candidato a la Presidencia de la República, ante la evidencia de que el Presidente Miguel de la Madrid preparaba la imposición de Carlos Salinas de Gortari.
Cuauhtémoc Cárdenas arrasó con el candidato presidencial del PRI, pero le fue arrebatado el triunfo. Sin embargo, ese hecho cambió para siempre la historia de México. Para legitimar su espurio triunfo, el derrotado Presidente Salinas, bajo la figura de la concertacesión, hubo de entregar las primeras gubernaturas al PAN: Ernesto Ruffo Appel en Baja California y Carlos Medina Plascencia en Guanajuato.
La primera severa llamada al PRI de su debacle fue el asesinato en 1994 de su candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta.
La repercusión del homicidio, o magnicidio, se reflejó en 1997, cuando el PRI tuvo su segunda gran llamada al perder por primera vez la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el diputado perredista de oposición, Porfirio Muñoz Ledo, contestaba por primera vez un informe presidencial.
La tercera llamada era la premonición de Mauricio González de la Garza en su libro “Ultima Llamada”, en el que auguraba la caída definitiva del PRI. El PAN con Vicente Fox y Felipe Calderón ascendía a la Presidencia de la República.
En 2012, el PRI recuperó momentáneamente el poder con Enrique Peña Nieto. Los siete puntos de ventaja sobre Andrés Manuel López Obrador fueron producto de la operación política de los 19 gobernadores priístas que en connivencia asaltaron las urnas para darle el triunfo al candidato del tricolor.
Sólo que durante la presidencia del mexiquense, en 2016 el PRI perdió 7 de las 12 gubernatura en disputa, lo que forzó a la renuncia de su dirigente Manlio Fabio Beltrones. Era el anticipo de la derrota del PRI en la elección presidencial del 2018. El electorado cobraba en las urnas la falta de políticas públicas adecuadas, la enorme corrupción y la nula rendición de cuentas de facinerosos de la política en funciones de gobernador.
Contribuyeron a esa estrepitosa caída los hoy reos Javier Duarte en Veracruz, el saqueo de Roberto Borge en Quintana Roo como el estado más endeudado por persona en el país y los atracos del ahora extraditado César Duarte de Chihuahua, terminaron por fulminar al PRI en el 2022.
Cada vez más el PRI pierde presencia en la nueva distribución geográfica del poder. A pesar de la derrota del 2016, Manlio Fabio Beltrones dejó en poder del tricolor 15 gobiernos estatales, en contraste con las únicas tres gubernaturas -Estado de México, Coahuila y Durango- que hoy mantiene como símbolo precario de lo que podría ser la elección del 2024.
Durante la presidencia de Alejandro Moreno Cárdenas, el antiguo poderoso Partido de Estado ha perdido 9 de las 11 gubernaturas, lo que ha valido a su dirigente severas críticas de sus correligionarios. Una de ellas es la de Roberto Madrazo sin autoridad política ni moral para opinar. El ex dirigente del PRI nacional perdió, en el 2006, frente a Felipe Calderón, al alcanzar apenas un raquítico resultado de 22 puntos porcentuales, en una de las más graves derrotas del PRI frente a la oposición.
Así, los resultados adversos del PRI en este 2022 no son producto de los últimos años en la lucha política. Son largos periodos de errores, corrupción, autoritarismo y la traición de sus propios militantes, como cuando en 2006, 13 gobernadores del PRI, liderados por Elba Esther Gordillo, operaron en favor de Felipe Calderón. Y hoy se repite la traición con Alejandro Murat en Oaxaca y en Hidalgo con el bufón Omar Fayad.
No es cierto que la elección del 2022 y las 22 gubernaturas en poder de Morena ya definieron la elección presidencial del 2024. La enorme dilapidación del tesoro nacional en las fracasadas obras del aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y los programas sociales electorales anuncian una crisis fiscal de fin de sexenio y una severa caída en el Producto Interno Bruto encaminados a traer más desempleo y pobreza a los mexicanos se reflejarán en las urnas.
Falta también por decidir al candidato de Morena. Las encuestas dentro del partido en el poder otorgan a Claudia Sheinbaum el 30 por ciento de las preferencias de sus correligionarios, a Marcelo Ebrard casi empatado con ese mismo porcentaje, Adán Augusto López apenas tiene el 5 por ciento, en tanto que Ricardo Monreal, sin ser de los favoritos, por propio mérito tiene el 10 por ciento de la intención del voto morenista.
Pareciera que Morena seguirá el mismo camino del PRI al propiciarse un desgajamiento como lo vaticinó Cosío Villegas. Si López Obrador intenta imponer a López Hernández, corre el enorme riesgo de perder ante el candidato opositor. La Sheinbaum ya no es garantía de triunfo. En la elección del 2021 perdió la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México. Si en su propio feudo sufrió una severa derrota, en el resto del país terminará por desaparecer de la política mexicana.
Si Sheinbaum y Adán López resultaran beneficiados con la decisión de López Obrador, ambos se someterían a la voluntad presidencial, cuando que siempre compiten al comportarse como los más serviles al Presidente.
No así Marcelo Ebrard que podría provocar un cisma dentro del lopezobradorismo si no resulta beneficiado como candidato, y con el apoyo de Ricardo Monreal dividirían a las huestes de López Obrador en favor de la oposición a la que hoy minimizan como derrotada.
Y desde luego, la Presidencia de la República no se gana con los 22 estados que hoy gobierna Morena. Son definitorios la Ciudad de México, el Estado de México, Veracruz, Nuevo León, Jalisco y Chiapas. Y si Movimiento Ciudadano se incorpora a la Alianza, el triunfo para Morena se complica en grado extremo. Ampliaremos…

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HOJAS LIBRES
Rutilio Escandón deja en estado de indefensión a Chiapas
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29 min agoon
octubre 4, 2023By
Redacción
Se cumple el vaticinio del Subcomandante Marcos: al borde de la guerra civil * El gobernador tiene perdida la guerra contra la delincuencia organizada, pues en la entidad prevalece la inseguridad, la violencia y la impunidad
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
Chiapas sufre una descomposición política y social como en los estados del centro y norte del país.
Hace tres años el subcomandante Marcos (comandante Galeano), del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, vaticinó que Chiapas se encontraba al borde de la guerra civil.
La premonición entre certera y aventurada sufrió un considerable desvío ante la incapacidad política y de ingobernabilidad en el “gobierno” de Rutilio Escandón.
La guerra civil es por definición una forma generalizada de enfrentamiento hacia el interior de un país, con la característica de que los combates se traban en condiciones igualitarias entre las partes en conflicto, y la manifiesta incapacidad del gobierno para controlar la situación.
Contrario a lo que predica la ciencia política como guerra civil, en Chiapas Rutilio Escandón tiene perdida la guerra contra la delincuencia organizada y grandes espacios del territorio estatal se encuentran ausentes de la presencia del Estado.
Por primera vez Chiapas se ha puesto al nivel de los estados del norte y del centro de la República, cuando que ahora en Chiapas prevalece la inseguridad, la violencia y la impunidad. Una muestra palpable de la incapacidad del que se autodenomina gobernador la dio la semana pasada.
La noticia de lo sucedido en la frontera con Guatemala se conoció en México y en el mundo. El Cártel de Sinaloa hizo su entrada triunfal en la zona limítrofe con Guatemala.
Entre vítores y aplausos fueron recibidos sus integrantes. Fue la remembranza exacta de lo que sucedió en Sinaloa, cuando el 8 de enero de 2016 aprehendieron al Chapo Guzmán.
Hubo infinidad de marchas para exigirle a Peña Nieto su liberación. Grupos organizados de mujeres rechazaron su detención, bajo la consigna de: “Libera al Chapo Peña Nieto. Él nos ha dado lo que tú no puedes darnos”.
Con esas expresiones de apoyo y simpatía hacia el capo, se ponía de manifiesto la indudable base social de uno de los personajes más perseguidos por autoridades mexicanas y del mundo.
Era común escuchar que poblados de Sinaloa, Guanajuato y Michoacán fueron dotados de calles, escuelas, banquetas, parques, agua potable y drenaje, en abierta sustitución de lo que los gobiernos estatal y federal le habían negado permanentemente a la población.
Hoy la historia se repite en Chiapas ante la ausencia del gobernador Rutilio Escandón. Los medios nacionales daban cuenta de la vergonzosa falta de presencia de Escandón Cadenas. El cuestionamiento era uniforme: “El gobernador no se ha pronunciado al respecto y guarda silencio”. Esa sola actitud evidencia que en Chiapas no hay Estado, tampoco gobierno y mucho menos gobernador.
Un episodio trágico para la seguridad y tranquilidad de los chiapanecos ocurrió el 27 de septiembre, cuando Rutilio Escandón llegó al Palacio Nacional. Cuando lo abordaron los medios para explicar a la audiencia nacional, y sobre todo a los chiapanecos, la situación política de la entidad, en abierta huida a su responsabilidad lacónico, murmuró: “Nos vemos a la salida”.
Ni a la salida ni a la entrada ni al regreso. El permanentemente silencio como respuesta y la irresponsabilidad y la indolencia como forma de gobierno.
En un país serio y de respeto a las instituciones republicanas, Rutilio Escandón ya no sería gobernador por evadir abierta y públicamente la responsabilidad que le confirió el pueblo de Chiapas.
La actitud siempre huidiza y el miedo no disimulado de Escandón, explica del porqué el Cártel de Sinaloa hizo su entrada triunfal en la franja fronteriza con Guatemala, ante el enorme vacío de poder que prevalece en Chiapas.
Sólo que los vacíos de poder no existen porque alguien siempre los llena. Y ante la notable falta de gobierno, la delincuencia organizada de facto ha tomado la posesión y el control de la franja fronteriza con Guatemala.
Ya sea por agrado o por la fuerza, los manifestantes dejaron en claro que el Cártel de Sinaloa tiene mayores posibilidades de proporcionar los satisfactores sociales que el propio gobierno les ha negado. En efecto, abdicó de su responsabilidad para otorgar mínimos de bienestar en alimentación, salud, educación y vivienda.
De nada sirvió que se apersonaran mil 500 miembros de la Guardia Nacional. Ni un solo detenido en abierta advertencia de que la propia población los protege y se confunden entre los habitantes de cada municipio tomado bajo su mando.
La tragedia del gobierno de Rutilio Escandón es doble. Perdió el control territorial ante la delincuencia organizada y sobre “sus gobernados” que hoy obedecen más a sus nuevos protectores que a un gobierno con el cual no se identifica y nada significa para ellos.
Lo malo es que la inepcia de Escandón Cadenas tendrá consecuencias todavía mayores. El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, dispuso la movilización de 2 mil efectivos del ejército para sellar la frontera con México, ante la incapacidad de López Obrador y Rutilio Escandón para frenar la violencia de la zona.
Esa circunstancia puede ocasionar un conflicto internacional entre México y Guatemala si el gobierno de López Obrador no da respuesta inmediata y certera para restituir el Estado de Derecho y evitar lo que en política se conoce coloquialmente “efecto cucaracha”.
Desde luego con graves problemas para el país vecino por culpa de México y su pasividad para contener la violencia.
Cada vez más el gobierno pierde control sobre el territorio de Chiapas. Así sucede en los 17 municipios de la zona indígena convertidos en tierra de nadie. Chenalhó, Pantelhó, San Andrés Larrainzar, y sobre todo Chamula se han convertido en gobiernos paralelos al fallido gobierno de Rutilio Escandón.
El pasado 26 de septiembre se cumplieron nueve años de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Chiapas también tiene su propio Ayotzinapa perdido en el olvido. Hasta la fecha no se sabe del paradero de los 25 desaparecidos de Pantelhó desde julio de 2021. El gobierno de Rutilio está marcado por el silencio y la ignorancia.
Apenas el sábado anterior, 31 viviendas fueron incendiadas en el municipio de Altamirano. Y como siempre sin responsables y sin detenidos. Altamirano es otro de los símbolos de la ingobernabilidad.
El 1 de octubre de 2021, la población impidió la toma de protesta de la presidenta municipal Gabriela Tipacamú, esposa del presidente saliente Alfredo Pinto Kánter, a quien incendiaron su casa.
Desde entonces se nombró un Consejo Municipal y no se han realizado elecciones, en grave violación al Artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Uno de los síntomas de mayor ingobernabilidad es la imposibilidad de un gobierno para hacer que sus electores sufraguen libremente. Consta en el Periódico Oficial del Estado que previo al proceso electoral de 2021, la secretaria de Gobierno, Cecilia Flores Pérez, rindió un informe ante el Congreso del Estado, en el sentido de no existir las condiciones necesarias de gobernabilidad para realizar elecciones en seis municipios del estado.
Es el reconocimiento explícito y auténtico del gobierno para aceptar su incompetencia de crear las condiciones de gobernabilidad para un proceso electoral tranquilo, sin sobresaltos y con seguridad para la ciudadanía y el electorado.
Resulta pues evidente que el estado de Chiapas reúne todas las características de un estado fallido de las cuales rescato solamente cuatro: Corrupción política e ineficacia policial y judicial; altos niveles de criminalidad e inseguridad ciudadana; pérdida de control físico del territorio y pérdida del uso legítimo de la fuerza para imponer autoridad.
Bajo esas características de descomposición política y social, es evidente que Chiapas necesita gobernador. Ampliaremos…
HOJAS LIBRES
El destructor de las instituciones republicanas
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7 días agoon
septiembre 27, 2023By
Redacción
El 13 y 16 de septiembre AMLO asumió la representación unipersonal de la República * Es la advertencia abierta y amenazante de que no va a permitir la transmisión del poder a todo lo que signifique oposición y disidencia
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
Cuando Andrés Manuel López Obrador era oposición, todos sus discursos se centraban alrededor del respeto a la democracia y el combate a la corrupción. Así lo expresa mi extinto amigo Jaime Avilés en su libro “AMLO: vida privada de un hombre público”. De ahí derivó su falaz discurso: “No mentir, no robar, y no traicionar”. Traicionó sus ideales, terminó de mentiroso y finalmente traidor.
Su mayor traición a la vida nacional comenzó al tratar de apoderarse de los mayores símbolos de la democracia representativa: el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la federación.
Sus reformas constitucionales para “fortalecer la democracia” llevaban la impronta de adueñarse del control de la elección presidencial del 2024, de las nueve elecciones para gobernador, las 128 senadurías y las 500 diputaciones federales. Casi nada quería el autócrata de Palacio Nacional: el control absoluto de la República.
Sólo que no pudo avasallar la dignidad y el decoro de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Con la Constitución como emblema y la razón que da el derecho, el Supremo Tribunal Constitucional le derogó por anticipado, todos sus intentos anticonstitucionales de apropiarse de los mayores símbolos democráticos propiedad del pueblo de México.
Esa osadía de la Corte Suprema tuvo consecuencias. En su deformada personalidad, Andrés Manuel no lo entendió como un acto de respeto a las instituciones autónomas republicanas. Acostumbrado a imponer su voluntad entre los lacayos de la cuarta regresión (Santa Anna, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta), una y otras resoluciones constitucionales de la Suprema Corte las calificó como afrentas y agravios a pesar de estar dentro del marco del Derecho.
Primero ofendió a la ministra presidenta, Norma Lucía Piña Hernández y al presidente de la Cámara de Diputados Santiago Creel.
En la conmemoración del 106 aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917, minimizó su presencia al mandarlos a una posición lejana dentro de la mesa de honor.
En sustitución de los flancos izquierdo y derecho que correspondía a los otros dos Poderes -Norma Lucía Piña y Santiago Creel- puso a su lado a los dos representantes de los dos órganos de represión consentidos del Estado Mexicano: Luis Crescencio Sandoval, y Raúl Ojeda Durán. El mensaje fue claro y preocupante. “A mí no me preocupa ni me importa la ley ni la Constitución. Si algo hay que dirimir por la vía de la fuerza aquí tengo a los dos artífices de la ‘tranquilidad’ nacional”.
López Obrador, el destructor de la vida pública de México, iniciaba así su venganza en contra de otro Poder que no se le ha subordinado. El Poder Judicial federal es par en una relación de coordinación, no de supra a subordinación. Ello quiere decir que están exactamente igual al mismo nivel.
El otro desacato de López Obrador a la Constitución fue peor y más detestable. En el 176 aniversario de la gesta heroica de los Niños Héroes de Chapultepec se atrevió a no invitar a los Poderes Legislativo y Judicial.
Más grave fue el desprecio por la soberanía nacional y el respeto entre Poderes.
En un acto de retobo infantil, decidió no invitar a la ministra presidenta de la Suprema Corte y al presidente de la Cámara de Diputados al acto de conmemoración de la Independencia de México.
Hay que recordarle a López Obrador que las celebraciones del 13 y 16 de septiembre son un acto republicano de Estado y no de gobierno, en el que necesariamente deben de coincidir los tres Poderes. Nuevamente insistió en transgredir la Constitución y la ley, al mandar al diablo las instituciones y calificar a la ley como un cuento que no vale la pena obedecer.
El Artículo 49 de la Constitución mandata, ordena, decreta, dispone y cualquier otro calificativo que lleva, la obligación ineludible de cumplir y hacer cumplir los ordenamientos constitucionales. Dice el numeral en comento: “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. No podrán reunirse dos o más de estos poderes en una sola persona o corporación, ni depositarse el legislativo en un individuo”.
La contravención y falta de respeto a este mandato supremo es evidente. El 13 y el 16 de septiembre López Obrador asumió la representación unipersonal de la República. Concentró en su desgarbada figura a los Poderes Legislativo y Judicial, y en un acto de autocracia extrema asumió la representación nacional de los 500 diputados y los 128 senadores.
Es la advertencia abierta y amenazante de que no va a permitir la transmisión del poder a todo lo que signifique oposición y disidencia. Después de la funesta experiencia de invadir facultades del Congreso de la Unión y del Poder Judicial Federal, puede inferirse que si Xochitl Gálvez vence a su desangelada y patética corcholata Claudia Sheinbaum, López está dispuesto a transformarse, de facto, en el usurpador y propietario de las instituciones electorales.
No tendrá freno si está de por medio la seguridad y la libertad personal de Beatriz Gutiérrez Müller, y la de José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo Alfonso López Beltrán, pillados en actos de corrupción.
La actitud de López Obrador el 13 y 16 de septiembre es lúgubre y trágica para la República. No invitó a la ministra presidenta Norma Lucía Piña ni a los representantes del Poder Legislativo, pero sí permitió que el heredero de los asesinos Fidel Castro y Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, pronunciara el discurso oficial el 16 de septiembre de 2021.
El espectáculo fue gravísimo y un atentado a la memoria de don Miguel Hidalgo, José María Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez, Vicente Guerrero, Ignacio Allende, próceres y artífices de la Independencia nacional.
Grotesco el espectáculo. El dictador Díaz-Canel hablando de independencia, cuando que Cuba lleva 64 años sin elecciones, cientos y miles de encarcelados disidentes, represión a la libertad de expresión y restricciones a la libertad de tránsito. Es el México que quisiera López Obrador.
Andrés Manuel fue artífice también de un atentado constitucional más, en la toma de posesión de Delfina Gómez. Para que pudiera asistir cambiaron la fecha de protesta del 16 al 14 de septiembre. El Artículo 116 de la Constitución federal establece que los gobernadores durarán en su encargo seis años.
Por su parte la Constitución del Estado de México establece en su artículo 67 la misma prevención: “El gobernador del estado durará en su encargo seis años y el artículo 69 mandata que la toma de protesta del gobernador entrante será el 16 de septiembre”.
No había pues por qué cambiar la fecha sólo para satisfacer el ego de López Obrador y mandar el mensaje al grupo Atlacomulco que había terminado su reinado de 84 años. Era innecesario. La toma de protesta debió de haber sido en el primer minuto del 16 de septiembre y no adelantarla al 14 de septiembre, puesto que los seis años previstos en la Constitución Federal y la del Estado de México terminaban el 15 de septiembre a las doce de la noche. Ni un minuto más ni un minuto menos.
Incluso, el lacayo de la Cuarta Transformación, el diputado vicecoordinador de la Junta de Coordinación Política, Maurilio Hernández González, aseguró que la Constitución mexiquense no preveía en específico el día de la toma de protesta. “Puede ser uno o dos días después”, diría el improvisado y locuaz legislador. Vergonzoso que ni siquiera ha leído la Constitución del estado que dice representar ante sus defraudados electores.
Así, López Obrador es el destructor de la nación, el transgresor del orden constitucional federal y por extensión a la Constitución del Estado Libre y Soberano de México. Ampliaremos…
HOJAS LIBRES
La ruta del fraude electoral de López Obrador
Published
2 semanas agoon
septiembre 17, 2023By
Redacción
La imposición de Claudia como presidenta, gane o pierda la elección presidencial * Dentro de la constelación de atributos, el Presidente prepara un Golpe de Estado para imponer a su alter ego Sheinbaum Pardo * Desde que protestó el cargo, urdió quién y cómo aseguraría la continuidad de la 4T que lleva al país a la destrucción. A López ya le falta poco para culminar su macabro proyecto de destrozar a México
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
La imposición de Claudia Sheinbaum como coordinadora nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación fue la culminación de las trampas con que siempre ha operado Andrés Manuel López Obrador.
Se dice demócrata y es un vulgar agresor de sus oponentes, presume de hablar con la verdad y es un mitómano consumado, se ufana de practicar la honestidad y es un conspicuo ladrón, y se promueve como ejemplo de lealtad y es un contumaz traidor a México y a sus instituciones.
Dentro de la constelación de atributos, López Obrador prepara un Golpe de Estado para imponer a su alter ego Sheinbaum Pardo.
Desde que protestó el cargo, urdió quién y cómo aseguraría la continuidad de la 4T que lleva al país a la destrucción. A López ya le falta poco para culminar su macabro proyecto de destrozar a México.
Nadie mejor que Claudia Sheinbaum para consolidar la ruina de la nación. Son de la misma secta, es la más tonta, la más manipulable y la más servil. Basta con ver los pronunciamientos de desquiciado de Palacio Nacional y cómo Sheinbaum los pepena íntegramente.
En la marcha por la defensa del INE (no se toca), López Obrador aseguró que la concurrencia había sido de 60 a 70 mil asistentes. Claudita tomó y repitió como merolico la misma cifra. Cuando se refiere a los conservadores y neoliberales, aun cuando desconozca el contenido y el alcance de estos conceptos, lo hace para identificarse con el remedo de dictador.
Así, Sheinbaum sin discurso ni gramática política propia va a la guerra con una formidable opositora independiente de figura más auténtica, fresca y agradable: Xochitl Gálvez. Pero sobre todo sin patrocinador más que la confianza de los electores y los partidos políticos que la apoyan, incluido el PRI que por primera vez no tiene candidato propio.
Solo que López Obrador ya dio signos letales de que va con todo el poder del Estado para imponer a su marioneta, una desangelada candidata sin luz ni brillo propio, más que la soberana voluntad del autócrata morenista.
La secuencia y la relación de los acontecimientos propiciados por López Obrador evidencian su intención de apropiarse para siempre del país y de sus instituciones. Comenzó con su intento de controlar al INE con ataques violentos en contra de su presidente Lorenzo Córdova.
Siguió con su plan A, con la manifiesta intención de adueñarse de la elección presidencial del 2024. La Suprema Corte de Justicia de la Nación echó abajo sus malévolos intentos de Reforma Constitucional para apropiarse del Instituto Nacional Electoral y desde ahí manipular todo el 2024.
Frustrado por la derrota jurisdiccional, fue por el plan B para que mediante leyes secundarias pudiera manipular el proceso electoral del próximo año. Nuevamente la Corte Suprema estropeó su desaseada reforma electoral y en definitiva lo dejó sin ninguna posibilidad de controlar a modo una elección que pertenece a 95 millones de mexicanos.
Cínico y prepotente dio a conocer su plan C. Sin ningún rubor se atrevió a sentenciar: “Si creen que con haber echado abajo el plan A y el plan B estamos derrotados, todavía nos queda el plan C” de gran preocupación para la democracia mexicana.
Él mismo ha definido con toda anticipación el triunfo de su candidata a cualquier precio aun cuando deba de correr sangre.
Diría el aspirante a dictador: “La oposición jamás volverá a ganar”. Incluso ya repartió cargos aun cuando faltan 9 meses para la elección constitucional y haya cesado en sus funciones presidenciales.
El segundo lugar lo ha destinado para el liderazgo en el Senado, el tercer lugar para presidir la Cámara de diputados, y el cuarto lugar para la Secretaría de Gobernación. Sólo que ahora deberá modificar sus planes porque el segundo lugar, Marcelo Ebrard, ya manifestó su inconformidad y ha optado por retirarse de las huestes morenistas.
La amenaza no es en contra de los partidos políticos y sus candidatos. La intimidación y la provocación va dirigida al pueblo de México, con la advertencia de que Claudia Sheinbaum, gane o pierda la elección constitucional, está escogida para ser la próxima Presidenta de la República. No importa si es poco atractiva, si tiene en el rostro signos de amargura o se irrita con facilidad.
En suma el voto no cuenta. Sólo la de voluntad de un delincuente electoral y jefe declarado de la nueva mafia del poder para asaltar la Presidencia de la República, cuando Claudia Sheinbaum termine vencida por Xóchitl Gálvez.
Ya demostró López Obrador que ni la militancia morenista ni la ciudadanía ni el electorado definirán el destino nacional. Si López fue capaz de defraudar a sus propios correligionarios, ningún respeto tendrá por México y los mexicanos. La designación de Claudia Sheinbaum fue un cochinero y una farsa.
López Obrador ordenó la cargada de gobernadores, de diputados federales y senadores, y puso a su disposición a otra corrupta funcionaria, Ariadna Montiel, secretaria del Bienestar, en funciones de secretaria de Elecciones de Claudia Sheinbaum.
Así quedó de manifiesto cuando para desafiar a la Soberanía Nacional, López Obrador se atrevió a entregar el bastón de mando a la homicida del Metro de la Ciudad de México, y destinataria del delito de peculado con grave afectación del patrimonio nacional para hacer la campaña más cara entre las seis corcholatas, exactamente igual que el nefasto Adán Augusto López Hernández.
La falta de respeto a la ciudadanía y al electorado es patética. Desde sus adentros diría López: “En este mismo momento te entrego la Presidencia de la República, al margen de cualquier inútil sufragio”. Esa falta de respeto también es a los pueblos indígenas, en donde por tradición, la transmisión del poder es por usos y costumbres, pero dentro del marco constitucional, lo que ni siquiera respetó López Obrador.
En México la alternancia en el poder es periódica, como corresponde a una República democrática, representativa y popular mediante sufragio universal, libre, secreto y directo.
Habría que recordarle a López que México no es una monarquía como lo pretende, al entregar por anticipado el gobierno de la República. Con ese solo acto violó el Artículo 87 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual contiene el mandato supremo y la fórmula en extremo solemne de jurar cumplir y hacer cumplir la Constitución.
Lo bueno de haber entregado el bastón de mando a la Sheinbaum fue que exhibió su medianía intelectual y retórica. Incapaz de improvisar un breve discurso, a pesar de estar advertida con tiempo del evento, hubo de leer su agradecimiento y aceptar que el mandato constitucional del sufragio efectivo ha sido sustituido por la sucesión hereditaria. López Obrador, que tanto admira a Francisco I. Madero, ha cometido un agravio más en contra del mártir de la democracia.
Solo que Marcelo Ebrard no aceptó el fraudulento resultado al denunciar una serie de irregularidades y exigir reposición de procedimiento. Al acudir a las instancias jurisdiccionales electorales, existe la posibilidad de que se derrumben los afanes sucesorios de López y Sheinbaum.
Si el resultado le resultara adverso a Marcelo Ebrard solo le queda un camino: Adherirse al Frente Amplio por México.
Participar como candidato independiente, que ya no puede, o de Movimiento Ciudadano, los votos que lograra dividir sería para Morena y no para la Alianza PRI-PAN-PRD.
Si Marcelo Ebrard de verdad quiere derrotar a quienes le hicieron trampa, es la única opción con que cuenta y provocaría el segundo desprendimiento del PRI, dentro de Morena, al igual que en 1988 Cuauhtémoc Cárdenas provocó un desgajamiento del PRI, en el que el ingeniero Heberto Castillo y Rosario Ibarra de Piedra renunciaron a su candidatura presidencial para entregársela al creador del Frente Democrático Nacional.
El resultado ya es historia. Carlos Salinas de Gortari resultó derrotado y sólo pudo acceder a la Presidencia de la República mediante un escandaloso fraude electoral, como el que hoy pretende repetir López Obrador, quien como oposición era demócrata y como poder es un autócrata con intentos dictatoriales. Ampliaremos…
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