HOJAS LIBRES
‘El Estado soy yo’
Publicado
Hace 2 añosen
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Redacción“VOY a enviar esta semana el acuerdo a las dependencias y VOY hacer una reestructuración de la Secretaría de Seguridad Pública y VOY a incluir a la Secretaría de Seguridad Pública esta función especial”. Nada que envidiarle a Luis XIV ¨La Guardia Nacional, institución civil y no militar * Al diablo con las instituciones: decreto de López Obrador
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
Durante toda su campaña, Andrés Manuel López Obrador se pronunció porque el combate al crimen organizado se hiciera desde instituciones civiles y no militares. La percepción que tenía el candidato cambió cuando se convirtió en Presidente.
La propuesta original se centró en combatir la violencia a través de una fuerza policiaca profesional para desmilitarizar al país. Hoy, el discurso sobre el particular ha tenido un giro de 180 grados. Su posición original de regresar en seis meses el Ejército a los cuarteles, ahora manifiesta que emitirá un decreto para incorporar a los 110 mil efectivos de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional y al mando de Luis Crescencio Sandoval.
Bajo ese fatal diagnóstico, López Obrador ha creado una Guardia Nacional totalmente militarizada.
Sólo que esa disposición pone en riesgo el aumento en la incidencia de muertes. La experiencia histórica así lo demuestra. El Ejército lleva alrededor de 40 años en tareas de seguridad pública, lo cual no le compete, y viola el espíritu del Artículo 129 de la Constitución Mexicana: “En tiempos de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”.
Lo anterior quiere decir que el Ejército tiene como adscripción permanente los cuarteles, comandancias y regiones militares en que se divide el país. Los datos duros demuestran que la militarización no reduce la criminalidad, pero sí aumenta la mortandad de la población civil, cada vez que están en el momento y el lugar equivocados, cuando el Ejército y los sicarios del crimen organizado se encuentran en permanentes enfrentamientos.
Durante el calderonato las ejecuciones en los seis años de combate a las drogas fueron de 122 mil muertos. Peña Nieto mejoró y superó la hazaña de su antecesor. Su sexenio dejó una cadena de 128 mil muertos. Son 250 mil en tan sólo doce años, y por el contrario la criminalidad creció y se expandió por todo el territorio nacional.
Hoy, a casi cuatro años del lopezobradorismo, se superan los 130 mil muertos. López Obrador, con su política de abrazos y no balazos, a dos años de culminar su fatídico mandato “constitucional” ha rebasado con mucho los muertos de Calderón y Peña a los que tanto critica.
Los resultados de esa guerra interminable no pueden ser de otra manera. Las tareas asignadas al Ejército y a las fuerzas de seguridad civil son diametralmente opuestas. El Ejército ha sido disciplinado y entrenado para la guerra, y en la guerra el objetivo final es eliminar al enemigo. Por el contrario, la policía y una Guardia Nacional civil tienen como encomienda principal prevenir el delito, combatirlo, asegurar al delincuente y ponerlo a disposición de la autoridad competente.
Sin embargo, en esa confusión de facultades, hay responsabilidades diferentes. A la hora de juzgar a quienes de una u otra organización se exceden en el uso de la fuerza, y culmina en una masacre o en una cadena de desapariciones forzadas, el trato es diferente.
Sólo un ejemplo. Cuando la desaparición e incineración inventada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, utilizó todas las trampas a su alcance para fabricar su falaz verdad histórica: “Los estudiantes fueron incinerados”.
La versión oficial no resistió la evidencia de los hechos. El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) concluyó que la incineración resultaba imposible, sobre todo cuando esa noche del 26 de septiembre de 2014 hubo lluvia persistente en el basurero de Cocula.
En este fatídico episodio se comprobó la participación de mandos castrenses en la desaparición de los 43 estudiantes. Cuando la autoridad civil anunció que los militares implicados deberían de comparecer, el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, atajó de inmediato los intentos de investigación, al decidir que ningún miembro de la milicia quedaría a disposición del Ministerio Público Federal.
De facto, el general recluso en Estados Unidos desmentía la participación castrense en Ayotzinapa, asumía funciones jurisdiccionales y de antemano exoneraba al Ejército de su participación en el lamentable episodio, hasta hoy no resuelto, de los estudiantes de la normal Isidro Burgos.
El poder militar se impuso sobre la autoridad ministerial y los jueces federales fueron vulnerados en su competencia. Por el contrario, un jefe policiaco del más alto rango jamás se hubiera atrevido a impedir la comparecencia de cualquiera de sus subordinados. No tiene la autoridad ni la fuerza para oponerse como lo hizo el entonces general secretario, acusado después de narcotráfico y lavado de dinero.
Por eso la creación de una Guardia Nacional militarizada ha encontrado la férrea oposición de una corriente importante en el Senado de la República y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El senador independiente Emilio Álvarez Icaza y representantes del colectivo “Seguridad sin Guerra”, que agrupa a más de 300 organizaciones civiles, presentaron una propuesta paralela a la del gobierno federal para que la Guardia Nacional sea una institución de carácter civil.
En apoyo a esas propuestas participó además la organización “México Unido Contra la Delincuencia” que presentó también un dictamen de la vía civil: “Se puede crear una Guardia Nacional que clarifique que la adscripción, el mando, el reclutamiento, el entrenamiento y la operación administrativa y táctica será civil.”
La Carta Magna establece también que la Guardia Nacional es una institución de carácter civil formada por ciudadanos, y de entre ellos mismos se determina el nombramiento de las jerarquías para funcionar en cada una de las 32 entidades federativas, o sea 32 guardias nacionales.
Tantas instituciones no pueden estar equivocadas y López Obrador el único que tiene la razón. No se trata de neoliberales y conservadores en oposición a la “cuarta transformación”. En contra de todas esas instituciones, López Obrador ha mandado una vez más al diablo a las instituciones. Ha amenazado con emitir un decreto para que la Guardia Nacional sea un organismo de carácter totalmente militar, aun cuando riñe con la Carta Magna. Sólo que para López la ley no es la ley.
De insistir en esa propuesta, la Guardia Nacional sería declarada inconstitucional, y contraria a tratados internacionales que forman parte del Derecho constitucional mexicano. Pese a todas las críticas, López Obrador mantiene su ilegal postura y se conduce como dueño del Estado mexicano al adoptar posiciones personales para manifestar su propósito de militarizar a una institución civil:
“VOY a enviar esta semana el acuerdo a las dependencias y VOY a hacer una reestructuración de la Secretaría de Seguridad Pública y VOY a incluir a la Secretaría de Seguridad Pública esta función especial”. Nada que envidiarle a Luis XIV: “El Estado soy yo”.
Y para cumplir su amenaza, Andrés Manuel ya adelantó que “el día 16 de septiembre, el desfile militar va a ser predominantemente orientado a la seguridad pública y los actores principales van a ser los integrantes de la Guardia Nacional”. Inaudito. Utilizar la conmemoración de la Independencia para anunciar oficialmente la militarización del país.
Con tanto desacato legal y constitucional los resultados son previsibles: parecidos o idénticos a los del 2006 al 2018. Ampliaremos…
HOJAS LIBRES
El futuro incierto y de terror de AMLO
Publicado
Hace 7 mesesen
abril 15, 2024Por
RedacciónLa Cuarta Transformación, precursora de las tragedias históricas de la Independencia, la Reforma y la Revolución * Los mensajes al pueblo de México de perpetuarse en el poder son funestos y constituyen un atentado a la democracia y a las instituciones republicanas
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
Durante toda su campaña de una decena de años, López Obrador llamó a la ciudadanía y al electorado a sumarse lo que hoy es su fallido proyecto de la Cuarta Transformación, como continuación de los tres grandes momentos estelares de la historia de México.
Según López, se erige en el continuador de la grandeza histórica de Miguel Hidalgo y José María Morelos, héroes de la Independencia de México de la Corona Española.
Según López, es precursor de la Reforma con Benito Juárez, a quien tocó el segundo gran movimiento nacional que consolidó la Independencia nacional.
En su deformada personalidad y de percepción histórica, López se asume también como heredero del mártir de la democracia, Francisco I. Madero, con la Revolución de 1910.
Lo que olvida el gran corruptor de la democracia y de atentado permanente a las instituciones nacionales, es que estos tres movimientos “transformadores” derivaron en severas y nefastas tiranías como la que hoy pretende extender con su corcholata marioneta Claudia Sheinbaum.
La Independencia de México -en vez de abrir el camino hacia la prosperidad de la nación- derivó en la dictadura militar del general Anastasio Bustamante.
El presidente Vicente Guerrero fue asesinado cuando el traidor italiano Picaluga lo entregó para que el vicepresidente de la República Bustamante implantara la dictadura militar.
Más grave fue cuando otro de los funestos resultados de la Independencia fue la dictadura de Antonio López de Santa Anna, quien usurpó la primera magistratura del país durante once periodos presidenciales.
Así, el resultado del primer gran movimiento transformador fue la dictadura militar y los intentos de perpetuidad santannista.
La Reforma iniciada por Juárez terminó también en un fracaso de la democracia mexicana. El resultado de la segunda gran transformación propició los treinta años de la dictadura de Porfirio Díaz. Por segunda ocasión México y sus próceres no supieron encontrar el camino de la democracia.
Francisco I. Madero, el líder revolucionario al que no se le puede negar sus méritos de haber destronado a Porfirio Díaz, no pudo concluir su obra para la pacificación y la prosperidad de la unión. Apenas gobernó 15 meses entre noviembre de 1911 y febrero de 1913 en que fue asesinado.
El movimiento revolucionario culminó con la traición de Victoriano Huerta, responsable del golpe de Estado, el asesinato del presidente Madero, del vicepresidente Pino Suárez y la usurpación de la Presidencia de la República.
La revolución mutó también en dos severas dictaduras: la surgida de la diarquía Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. La reelección de Obregón llevaba a la impronta de transferirse el poder alternadamente entre ambos personajes del grupo Sonora.
Y la segunda gran dictadura fueron los 71 años consecutivos que gobernó el PRI, sin oposición enfrente entre 1929 y el 2000.
Artífice de esa dictadura fue el presidente Lázaro Cárdenas. Si bien es cierto terminó con el intento del maximato callista, fue el artífice de la dictadura priísta y el presidencialismo mexicano que prevaleció hasta el último día del siglo XX.
Cárdenas, al que tanto admira el señor López, autorizó que el jefe de la campaña presidencial de Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán, operara el fraude electoral y el asesinato de cientos de opositores para impedir el triunfo de general Juan Andrew Almazán.
Tiene razón López cuando dice que va por la Cuarta Transformación. Ya se avizora que los resultados serán los mismos, heredados de la Independencia, la Reforma y la Revolución.
López Obrador, quien llegó a la Presidencia de la República con el discurso de la democracia y la anticorrupción, resultó ser el más autoritario y el más corrupto de todos los presidentes de los ciclos priístas y panistas a los que tanto critica.
Los mensajes al pueblo de México de perpetuarse en el poder son funestos y constituyen un atentado a la democracia y a las instituciones republicanas.
Ha amenazado con que la oposición no volverá a ganar y que será presidenta una mujer que piensa como él. El único referente de tan cruenta amenaza es la corcholata Claudia Sheinbaum.
La premonición del usurpador adelantado de la voluntad popular es de un significado de proporciones incalculables. Sin ningún recato advierte que utilizará todo el aparato de Estado para que Morena y sus secuaces permanezcan en el poder como calca del PRI octogenario.
Sigue así los mismos pasos en que terminaron los tres grandes movimientos transformadores que según él, dice, precedieron a su hoy frustrada Cuarta Transformación.
Está a la vista que la cuarta regresión está diseñada para imitar las dictaduras militares de Anastasio Bustamante y Antonio López de Santa Anna, así como al sempiterno porfiriato al que tanto fustiga para compararlo con los conservadores, cuando que él es un retrato del santannismo, el porfirismo y el priísmo en México.
La cuarta regresión va en camino de imitar el golpe de Estado de Victoriano Huerta si los resultados electorales no le favorecen a la asesina del Metro de la Ciudad de México, aunque trate de ocultar sus intentos golpistas con el cuento de que la oposición prepara un gran fraude electoral.
Lo malo es que López Obrador no conoce las lecciones de la historia patria o pretende ignorarlas. Todos los que han pretendido perpetuarse en el poder, finalmente han sido defenestrados y han terminado en el basurero de la historia. Ahora López Obrador es candidato de irse a La Chingada y no precisamente a su rancho de Palenque.
López, quien pretende reelegirse en la figura de Claudia Sheinbaum, si bien le va terminará exiliado en algún país de las dictaduras cubana, venezolana o nicaragüense. Pero si los vientos no le favorecen terminará en la cárcel. Ni en La Chingada tendrá la oportunidad de ir a vivir.
Su futuro es incierto y de terror. La DEA, la Oficina de Inteligencia de Estados Unidos y el Comando Norte andan detrás de él y ni aun cuando la usurpadora corcholata fuera presidenta de México podrá salvarse.
Queda pues a la vista que la pretensión de López Obrador es continuar por el camino de las regresiones que se gestaron desde la Independencia, la Reforma y la Revolución. López Obrador le queda deber todo a los mexicanos en desarrollo político, democracia, educación, salud, transparencia y -sobre todo- seguridad.
Así, las lecciones de la historia por las que hemos transitado desde la Independencia, la Reforma y la Revolución, llevan a la conclusión de que López Obrador pretende terminar su trágico gobierno con los intentos de continuación de los tres grandes procesos históricos a los que él apela para postularse como el gran heredero de Hidalgo y Morelos, Juárez y Francisco I. Madero. Ampliaremos…
HOJAS LIBRES
AMLO será vencido por el peso de la historia
Publicado
Hace 8 mesesen
abril 1, 2024Por
RedacciónLas triquiñuelas electorales de López Obrador * Al presidente le ha dado por inventar que la oposición prepara un fraude electoral para el 2024. López, que se dice historiador, se equivoca. La historia demuestra que los fraudes electorales se provocan desde el poder y no desde la oposición
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
Andrés Manuel López Obrador ha sido exhibido como un mentiroso contumaz ante la ciudadanía y el electorado. Sustentan esta afirmación las más de cien mil mentiras en sus amañadas mañaneras, entrevistas y discursos vacíos con que se presenta ante el país.
Ahora le ha dado por inventar que la oposición prepara un fraude electoral para el 2024. López, que se dice historiador, se equivoca. La historia demuestra que los fraudes electorales se provocan desde el poder y no desde la oposición.
Los adversarios no tienen a su disposición el aparato de Estado, los recursos del gobierno federal, el sometimiento de las instituciones electorales, la complicidad de 23 gobernadores morenistas ni la sumisión de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
Un breve recorrido de la historia le demostrará al Presidente que los fraudes vienen del poder. Cuando en la segunda elección presidencial de 1829, Manuel Gómez Pedraza derrotó a Vicente Guerrero, esta soberbia figura de la Independencia dio un funesto ejemplo a la nación que prevaleció casi para siempre.
Desconoció el resultado electoral y al encabezar un golpe de Estado vulneró el orden constitucional que se había alcanzado con la primera presidencia de México en la figura del general Guadalupe Victoria.
Después todo fue desorden y caos desde el poder. Antonio López de Santa Anna ocupó 11 veces la Presidencia de la República con la disposición de las instituciones para perpetuarse en el poder.
Benito Juárez, el prócer de la Reforma, se entronizó en la Presidencia durante 15 años. Y si no hubiera muerto en 1872 se sigue de largo. Famosa fue su percepción sobre la elección de candidatos: “Si el gobierno no organiza las elecciones ¿entonces quién lo hará?”. Un símil exacto de la Comisión Federal Electoral que privó hasta 1992 a cargo del secretario de Gobernación, juez y parte en cada uno de los comicios.
Muerto Juárez, lo sucedió en el cargo Sebastián Lerdo de Tejada. Con trampas y argucias derrotó a Porfirio Díaz furibundo antirreeleccionista. Así lo evidencia en el Plan Tuxtepec y el Plan de la Noria, en los cuales se oponía a la reelección de Juárez y a la presidencia de Lerdo de Tejada.
Diría Díaz: “Que ningún ciudadano se imponga y se perpetúe en el poder y esta será la última revolución”. Sin proponerselo vaticinó su futuro. La revolución de 1910 terminó con sus 30 años de dictadura y lo expulsó para siempre de la Presidencia de la República.
Ninguna oposición pudo derrotarlo. Cada una de sus seis reelecciones se fraguó con el apoyo y el uso del poder del Estado.
El célebre constitucionalista Venustiano Carranza ocupó tres veces la primera magistratura del país. Ello sólo fue posible con la manipulación de las instituciones republicanas subordinadas al poder presidencial.
Álvaro Obregón, presidente de México entre 1920 y 1924, mató a todos sus opositores para poderse reelegir en 1928 con el ciento por ciento de la votación nacional.
Finalmente el peso de la historia lo alcanzó. Terminó asesinado bajo el apotegma que él mismo acuñó: “Mientras más matas, más gobiernas”. Su vida terminó desde el poder (Plutarco Elías Calles) y no desde la oposición.
Solamente en este proceso electoral han sido asesinados 44 presidentes municipales y aspirantes a cargos de elección popular. Se actualiza la sentencia de Álvaro Obregón para la elección del 2 de junio de 2024 en la que habrá indudablemente la consigna de que “mientras más matas, más gobiernas”.
Cuando en 1929 José Vasconcelos, el maestro de América, se enfrentó al candidato oficial Pascual Ortiz Rubio, el fraude monumental lo operó y ejecutó el entonces presidente Emilio Portes Gill por instrucciones del caudillo de la Revolución Plutarco Elías Calles. Otra vez la oposición no se pudo apropiar fraudulentamente del poder… y el poder se volvió a apropiar del poder.
A López Obrador debería de dársele unas clases elementales de historia de México y enseñarle a no mentir, no robar y no traicionar.
En la elección de 1940 se vaticinaba el triunfo del general Juan Andrew Almazán sobre el candidato oficial Manuel Ávila Camacho. El entonces gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Valdés, jefe de la campaña presidencial, propició la masacre de cientos de simpatizantes almazanistas y uno de los fraudes electorales más espectaculares de la historia patria.
El más reciente fue el fraude que llevó a la Presidencia de México a Carlos Salinas de Gortari. Quinientos perredistas asesinados confirman este aserto.
El artífice de la famosa “caída del sistema” fue Manuel Bartlett, en ese entonces secretario de Gobernación.
La entonces combativa, comprometida social, férrea disidente del sistema y defensora de las instituciones electorales, Claudia Sheinbaum, lo llamó dinosaurio, usurpador y delincuente electoral al asegurar: “El pueblo votó y Cárdenas ganó”.
Hoy esta inconsistente ideológica y política, Claudia, la asesina del Metro de la Ciudad de México y del colegio Rébsamen, lo llama patriota y prócer de la patria, al ponerlo al nivel de Hidalgo, Juárez y Madero.
Este breve recorrido por la historia demuestra que la oposición jamás ha podido perpetrar un fraude electoral y todos han venido desde el ejercicio autoritario del poder.
Quien sí prepara un funesto y lamentable fraude electoral en contra de la soberanía popular se llama Andrés Manuel López Obrador. Así lo ha manifestado en cada una de sus intervenciones cuando dice que la oposición jamás volverá a ganar.
Ya dio muestras de su intromisión en la elección de candidatos. Manipuló las encuestas internas de Morena para imponer a la desangelada Claudia Sheinbaum, cuando que siempre se supo que el favorito era Marcelo Ebrard y no la tal Claudia.
López se adelantó también a nombrar por anticipado a los futuros dirigentes de la nación. Diría que el segundo lugar de las “corcholatas” sería líder del Senado de la República; el tercero, presidente de la Cámara de Diputados, y el cuarto sería secretario de Gobernación.
De dónde saca este funesto personaje repartir nombramientos, aun cuando ni siquiera se sabe cómo será el resultado de la elección del 2 de junio, aun cuando ya anticipa un megafraude electoral.
La denuncia de un fraude electoral por parte de la oposición, sólo obedece a la razón fundada de que no tiene la certeza del triunfo de su trágica “corcholata”.
Con todo y que pregonan que va 20 o 25 puntos arriba de Xóchitl Gálvez, ya se le descompuso el escenario político electoral.
Acapulco y todo el estado de Guerrero estará en contra de Claudia Sheinbaum.
Las madres buscadoras, a las cuales se les ha ignorado y humillado, están también en contra de la favorita del régimen. Ayotzinapa es otro de los pendientes a los que López Obrador no les ha cumplido y ha ofendido permanentemente a los padres de los 44 desaparecidos.
Estados Unidos también ya mandó sus propios mensajes. El Comando Norte dice que un tercio del territorio nacional está invadido por el narcotráfico con la complicidad de López Obrador. La DEA monitorea permanentemente las actividades de la delincuencia organizada y su relación con el gobierno federal. Y la oficina de inteligencia investiga también las actividades de la delincuencia organizada en México.
Pero el aviso más significativo es el del embajador Ken Salazar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin mencionarlo por su nombre, pidió respeto para el poder que se ha enfrentado a las veleidades, a las ocurrencias y a las amenazas de López Obrador, cuando pidió un aplauso para la ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández.
Así, el fraude electoral se prepara desde la Presidencia de la República y todos sus órganos represivos del poder, con el jefe de campaña de Claudia Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador. Ampliaremos…
HOJAS LIBRES
El exceso del populismo demagógico
Publicado
Hace 9 mesesen
febrero 19, 2024Por
RedacciónTambién recurre al chantaje y la mentira para apropiarse de las instituciones republicanas * López Obrador sabe que sus barbaridades no van a prosperar, pero son parte de su estrategia electoral para denostar a la oposición y agredir a la Suprema Corte de aquí hasta las elecciones de junio
ROBERTO DOMÍNGUEZ CORTÉS
En su enésimo intento por apropiarse de las instituciones republicanas, Andrés Manuel López Obrador nuevamente recurre al chantaje, la mentira y la demagogia.
Asegura que las 18 iniciativas de reformas constitucionales y las dos legales son para beneficio del pueblo de México al propiciar importantes ahorros en el tesoro público nacional. Falso. Si alguien ha depredado el presupuesto público es precisamente el gobierno de la cuarta regresión.
El Tren Falla (sic) significa 500 mil millones de pesos sin ninguna utilidad, destinados al precipicio y con una incuantificable deforestación por los lugares donde supuestamente pasará.
El capricho de la refinería Dos Bocas ya impactó al erario federal en 400 mil millones de pesos. Inaugurada el 21 de marzo de 2022, después de dos años no ha refinado un solo barril de petróleo, así como tampoco ha producido un solo litro de gasolina.
Y en cuanto al aeropuerto Felipe Ángeles, el despilfarro alcanza la estratosférica cantidad de 415 mil millones de pesos. Un aeropuerto al que no llegan aviones, a pesar de obligar a transferir pasaje y carga desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Irremediablemente está condenado al fracaso.
Se trata entonces de un gasto inútil e innecesario de casi un billón y medio de pesos sin alguna utilidad hasta el día de hoy.
La mentira de López Obrador es evidente. La dilapidación presupuestal atenta en contra de la salud, la educación y sobre todo la seguridad de los mexicanos, a lo que tanto invoca en su perorata del 5 de febrero.
En su breve recorrido histórico con la exaltación de los próceres de la Independencia, la Reforma y la Revolución se presenta como lo que es: un consumado demagogo.
Retoma principios y postulados que no practica. Cuando habla de Morelos y sus Sentimientos de la Nación, reafirma que somos “una República con división de Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El gobierno liberal debe sustituir al tiránico”.
El cinismo de López Obrador es patético y de antología. Si alguien ha intentado someter a los tres Poderes, al Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal y al Instituto Nacional Electoral es precisamente el tiránico déspota con anhelos de dictador: “Al diablo con las instituciones. Y no me vengan con el cuento de la que la ley es la ley”.
Pues sí López. Las instituciones republicanas son el soporte de la Nación y las leyes el medio para preservar la paz, la tranquilidad y el Estado de Derecho que jamás se ha respetado durante la Cuarta Regresión.
Su trágica perorata no mide las consecuencias de sus palabras cuando cita al Benemérito de las Américas: “No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa sino con sujeción a las leyes”.
Si alguien vulnera permanentemente el orden legal y constitucional es Andrés Manuel López Obrador. Cuando presentó por primera vez su inconstitucional plan A para apropiarse del INE, ni el “fast track” más elaborado habría probado en el Congreso de la Unión un paquete de reformas inconstitucionales con celeridad inusitada.
En tres horas aprobaron lo que, por el número de hojas, ni siquiera hubieran podido contar una por una. El fraude legislativo fue tan evidente que la propuesta pasó sin cambiarle un solo punto y ni una coma. Hasta con errores gramaticales y de ortografía lo ratificaron sus lacayos de la Cuarta Regresión.
El que convoca sujetarse a las leyes como Juárez, gobierna en la improvisación, la mentira y la diatriba en contra de sus críticos y opositores.
Su objetivo son los dos pilares de la democracia mexicana y el sometimiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la que no ha podido doblegar. Siempre ha querido apropiarse del control electoral a cargo del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para manipular la elección presidencial e imponer a su desangelada candidata Claudia Sheinbaum.
Hoy lo ha logrado a medias con el ascenso de Guadalupe Tadei Zavala, representante del morenismo en el Instituto Nacional Electoral, pero sin que Tadei ni López puedan definir el rumbo del instituto por el contrapeso de los otros consejeros, aunque haya otros adictos a los caprichos del tirano.
En un exceso en contra del orden republicano y constitucional, López Obrador se ha atrevido a proponer que los ministros, magistrados y jueces sean electos por el voto popular, con el cuento de que así estaba previsto en la Constitución liberal de 1857. En entrega posterior demostraremos su falacia.
El mismo injustificado argumento plantea también para la elección de jueces y magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia de las entidades federativas.
El derecho es tan complicado que sería aberrante caer en la improvisación, la corrupción y la inepcia de los “garantes” de la administración de justicia, sin carrera judicial, sin conocimiento de la ley y sin responsabilidad para sentenciar con imparcialidad y apegados al marco constitucional.
Nada más imagínese al acusado de violación Félix Salgado Macedonio, al lépero de Cuitláhuac García, a la impresentable Layda Sansores, al “inteligentísimo” Cuauhtémoc Blanco, a Rutilio Escandón y varios etcéteras más de la fauna lopezobradorista, en busca del voto popular para presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los poderes judiciales de los estados.
López Obrador sabe que estas barbaridades no van a prosperar. Sólo que son parte de su estrategia electoral para denostar a la oposición y agredir a la Suprema Corte, con el desgastado argumento de que los neoliberales y conservadores se oponen a la democracia, al progreso y al bienestar del pueblo.
Ese pueblo que tanto ha ofendido con el despilfarro del patrimonio nacional. Con los cuatro millones de niños que ha dejado en el desamparo, sin alimentación y sin educación al desaparecer 27 mil escuelas de tiempo completo.
Los atentados a la salud ante la imposibilidad de surtir 45 millones de recetas. La falta de mastografías a un millón 300 mil mujeres. Las 7 mil 300 operaciones quirúrgicas dejadas de practicar. Y los más de un millón y medio de muertos por la irresponsabilidad y ligereza con el que se trató el Covid-19 y la enorme corrupción con los dineros sanitarios.
Esa sí es una canallada y un atentado a la Soberanía Nacional y al pueblo de México.
En el exceso de su populismo demagógico se atreve a proponer una jubilación de 100 por ciento que sólo puede concebirse en una personalidad deformada. En su inmensa ignorancia, como escolapio de primaria propone crear un fondo semilla de 64 mil millones de pesos a partir del 1 de mayo de 2024 para garantizar el ciento por ciento de jubilación a los trabajadores retirados.
Es de carcajada su propuesta. Para cubrir el ciento por ciento de jubilación al salario de los trabajadores se requeriría el doble, entre 130 mil y 140 mil millones de pesos sólo para el 2024. Habría que preguntarle al “prócer” de la patria de dónde van a salir esos 130 mil millones de pesos anuales sin una reforma fiscal para conseguir los recursos necesarios.
En medio de esa comedia laboral, la ignorancia de Claudia Sheinbaum le permite afirmar que ya revisó las cuentas y que esos 64 mil millones de pesos resuelven el problema de jubilación hasta el año 2030, cuando que el fondo semilla inicial apenas alcanzará para la mitad del año que corre.
Y desde luego como sus intereses personales son mayores que los del pueblo de México no se atreve a hacer una reforma fiscal. Sería el tiro de gracia a su desangelada candidata Claudia Sheinbaum con aumentos a los impuestos o la creación de nuevas cargas tributarias.
Tampoco habrá cómo financiar los 5 billones de deuda contratada en este trágico quinquenio, aunque López juró jamás endeudar al país, cuando que sólo en este año se ha contratado deuda por un billón de pesos.
Con ello se documenta su mentira número 100,001 desde las Mañaneras. Ampliaremos…
PD.- En próxima entrega cuánto se necesita para los gastos de jubilación, de Jóvenes Construyendo el Futuro, adultos mayores y discapacitados.
LA REVISTA NO ES RESPONSABLE DE LA OPINIÓN DE LOS COLABORADORES
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