EN PRIMERA PERSONA
Las marchas, su ‘modus operandi’; pero gobernar NO es lo suyo
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2 años agoon
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RedacciónEl ardido AMLO jugó con fuego; ¿acaso buscó ser mártir? * El Presidente y simpatizantes corrieron riesgos en una marcha desbordada; la vigilancia “disfrazada” quedó muy superada • Si nadie del gabinete previó un escenario así, cuánta ineptitud • Siempre recurre a las movilizaciones ante las derrotas electorales y las que considera afrentas de los ciudadanos • Sólo unas horas le duró el encanto, pues oposición bateó la reforma; quédense con su INE, respondió el Ejecutivo federal • Rechazó la reelección; aunque quisiera, la ley se lo prohíbe
MAURICIO ORTEGA CAMBEROS
Como pez en el agua, el Presidente Andrés Manuel López Obrador vivió la marcha y el carnaval que él mismo se organizó el pasado domingo 27 de noviembre, después de que su ego y vanidad fueron heridos por la manifestación de ciudadanos, dos semanas antes, al rechazar su propuesta de reforma electoral con la que pretendía o pretende todavía dinamitar al INE y al TEPJF.
Lo sabe él y lo saben todos los mexicanos: lo suyo, lo verdaderamente suyo es la movilización de masas. Entre bromas, AMLO aceptó ser “el rey de las marchas”, aunque obvio no ha dejado claro lo de “El Señor del Cash”. Y como no ha de ser así, pues desde siempre el tabasqueño ha hecho de las manifestaciones populares su ‘modus operandi’ para mantenerse vigente políticamente, a pesar de los numerosos reveses electorales que ha tenido a lo largo de su carrera. Como priísta, perredista y morenista, ha conocido cómo se tejen y organizan las expresiones de inconformidad, eso sin importar que le asista o no la razón.
¿Y de gobernar? A lo largo de más de 4 años de llevar las riendas del país también ha quedado de manifiesto que eso NO es lo suyo. Más que resultados positivos y promesas cumplidas, López Obrador ha dividido aún más a los mexicanos. La sociedad está peleada y en polos opuestos. Están, por un lado, los que todo le aplauden y celebran, incluso los desatinos y errores; y por el otro, los que todo le rechazan y critican, incluso en lo que tiene razón. Es el todo o nada. Esto alentado desde Palacio Nacional.
No le importó al Presidente poner en riesgo su integridad física con tal de que la gente lo rodeara, se le acercara, lo abrazara, besara, le estrechara la mano y le entregara todo tipo de peticiones, felicitaciones y regalos. Se sintió, en serio, como “el mesías”. El riesgo fue mayúsculo, pero no sólo del ciudadano Andrés Manuel, sino del mismo Presidente de la República. Qué decir del riesgo que corrieron sus simpatizantes: una desbandada, un callejón sin salida o la caída de alguien hubiera precipitado alguna tragedia. Claro, no sucedió, pero qué necesidad había en ello.
Todo se justificó con tal de que México y el mundo fueran testigo de cómo “el pueblo bueno” quiere a López Obrador. Amor con amor se paga, se ufana siempre. Pero qué tal que el Mandatario hubiera sufrido algún accidente o percance involuntario. Por ejemplo, un apachurrón más fuerte de los que sufrió, un golpe por descuido, o un tropezón y luego ser pisoteado, por ejemplo. AMLO ya no es un joven y su salud hubiera estado comprometida.
Es obvio que el Presidente no iba solo. “El pueblo me cuida”, ha sostenido siempre y tiene algo de razón. Pero fue obvio que elementos de las Fuerzas Armadas, de la Guardia Nacional y la policía capitalina iban “disfrazados” de civiles para implementar varios cinturones de seguridad. Aún así, fueron superados y las imágenes y videos dan testimonio de esto.
Y hay, además, otro elemento. ¿Qué tal si un desquiciado (como Mario Aburto Martínez) hubiera intentado atacar al Presidente de México? Es posible que lo hubiera logrado. ¿Y entonces qué? Eso tuvo que discutirse días antes de la marcha en la reunión del gabinete de seguridad y en el propio despacho presidencial. Si no fue así, cuanta irresponsabilidad. ¿En manos de quiénes estamos?
Andrés Manuel López Obrador jugó con fuego. Expuso su integridad física y la investidura que él representa. Hoy, gracias a Dios, no estamos hablando de un magnicidio o de un Presidente herido. ¿En verdad valió la pena correr ese riesgo? Todo indica que sí. ¿Por qué? Como lo de gobernar y dar resultados NO es lo suyo ¿será qué a AMLO le gustaría pasar a la historia de la nación como mártir, así como lo fueron Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, y Francisco I. Madero?
SUEÑOS DE GRANDEZA
Lo anterior no es descabellado ni alejado de la realidad. En más de una ocasión, López Obrador ha presumido que algunas de sus características personales se asemejan a las de ¡Cristo Jesús! Cuánta vanidad y soberbia. Es obvio que los hombres (gobernantes o no) van escribiendo su pasar por esta vida y en este mundo con su diario caminar, con sus acciones. Son otros, los que al paso del tiempo se encargan de resumir su vida y hasta de calificarla. Pasar a la historia como el Presidente de un país es un hecho ya asegurado. El asunto es cómo lo registrará la historia: bien, mal o regular; corrupto, inepto, tonto o gris; o capaz, patriota, íntegro y respetable.
Esto, sea como sea, no le corresponde al aludido. En otras palabras, López Obrador no puede decidir ni dar órdenes de cómo debe pasar a la historia, de cómo lo deben recordar los mexicanos. Pero el inquilino de Palacio Nacional se empeña en lo contrario. Imagínelo pensando en cómo tienen que describirlo los libros de texto y la historia misma. Orgullo y sólo orgullo.
No son inventos de quien esto escribe. De entrada, al momento de sentarse en la silla presidencial denominó a su movimiento como la “Cuarta Transformación”. ¿Cuáles son las otras tres transformaciones? La primera, el movimiento de Independencia encabezado por el cura de Dolores. La segunda, el movimiento de Reforma liderado por Benito Juárez García. Y el tercero, la Revolución Mexicana donde la figura de Francisco I. Madero fue esencial. AMLO compara su llegada al poder con aquellos hechos (esos sí) históricos. Porque él arribó al poder a través de sufragios en una democracia ya consolidada. En todo caso, habría que esperar cuál sería el sello de su administración y los logros alcanzados. Esto, por supuesto, al final de la gestión, no antes. Y por lo que se ha visto, nada hay de similitud en su “Cuarta Transformación” con aquello que anhela ser comparado.
¿Hay más? Claro, por qué no. Ante sus incondicionales, el día de la “marcha en defensa de su ego lastimado”, definió sus acciones como “humanismo mexicano”. ¿Eso qué significa? Eso lo sabe él y su conciencia. Nadie más, pero así quiere que se le recuerde y lo consigne la historia. Son delirios de grandeza.
En ningún lado podrá llamarse humanista a un gobierno que se desentiende de los niños y adultos con cáncer al no haber medicamentos ni químicos para las quimioterapias. Tampoco puede calificarse de cercano a la gente a quien deja fuera de los servicios de salud a más de 15 millones de mexicanos (de los más pobres) al desaparecer el Seguro Popular. ¿Humanista es aquel que desaparece las estancias infantiles y los comedores escolares? ¿Y la cercanía con los grupos feministas y de género? Y la perla de la corona: haber dejado que murieran cerca de 750 mil mexicanos por la pandemia de Covid por falta de medicinas y una política sanitaria desacertada. (Por cierto, el Presidente prometió que en diciembre de 2020 estaría lista la vacuna mexicana “Patriota”. Ya pasaron dos años más y nada. Que conste para el registro).
¿Humanismo? Vacilada, pues. Quizá tendría algo de razón si ya se hubiera hecho efectiva su política de “primero los pobres”. Resulta que al día de hoy existen alrededor de 5 millones más de mexicanos en pobreza. Gente de clase media engrosó las filas de pobres; y millones más de la clase acomodada han pasado a ser clase medieros.
Al retroceso y políticas fallidas anotadas arriba hay que describir otra más no menos importante. Tal vez por eso el Zócalo ya no estaba lleno cuando comenzó a hablar López Obrador. Más de lo mismo. Cifras que únicamente tiene él y no hay manera de comprobarlas. El combate a la inseguridad y criminalidad ha dejado ya casi 140 mil muertes violentas, muchas más de las registradas en el sexenio pasado y cuando restan todavía dos años. Ni con las Fuerzas Armadas en las calles se ha podido entregar buenas cuentas a México. No será de otra manera mientras siga la terquedad de “abrazos, no balazos” y de culpar de todos los problemas a las administraciones pasadas.
MUCHA MARCHA; PELEA PERDIDA
No fueron suficientes cerca de seis horas de caminata de López Obrador para recorrer 4.5 kilómetros; tampoco bastaron una hora con 45 minutos de un discurso ya repetido; ni siquiera la participación de un millón 200 mil personas (según la versión oficial) sirvieron para alcanzar el objetivo: que el Congreso de la Unión se sensibilizara y aprobara, sin cambio alguno, la iniciativa de reforma electoral de Palacio Nacional. Una marcha que jamás fue para celebrar cuatro años del gobierno de la 4T. Tremenda movilización y carnaval que no logró el propósito de destruir a los órganos electorales. En cambio, sí una marcha que ayudó unas horas para sanar el golpeado ego de AMLO.
Y decimos unas horas de gloria, porque al día siguiente quedó más que claro que ni PRI, PAN ni PRD darían su brazo a torcer para humillarse ante el Ejecutivo y respaldar su documento. Su propuesta está cancelada. Incluso, diputados y líderes del PT y PVEM (incondicionales hasta ahora del gobierno en turno) mostraron su inconformidad con partes de la reforma. Esto obligó a Morena en la Cámara Baja a posponer la votación en el pleno del pasado martes para la semana que hoy inicia. Ya nada más falta que públicamente, principalmente el PVEM, muestre sus diferencias y quite su apoyo a AMLO. No es para menos, ya que la iniciativa podría desaparecerlos del mapa político y, con ello, su financiamiento.
Así las cosas, la iniciativa electoral de López Obrador agoniza. La prórroga sirvió también para no borrar de un plumazo el éxito de la marcha. Algunos politólogos han advertido (y no les falta razón) que estos días y horas han de servir para que el gobierno instrumente un plan de intimidación, extorsión y compra de los opositores.
Ya lo hizo una vez con Alejandro Moreno y otros priístas con cola demasiado larga en el asunto de la Guardia Nacional. Si Adán Augusto López Hernández está muy calladito es por algo. Tras bambalinas y debajo de la mesa intenta hacer un milagro que se ve imposible, a menos que ahora sí los opositores quieran sentenciar su muerte.
La derrota es tan clara, que López Obrador espetó a la oposición: se pueden quedar con el INE y tratar de dominar desde ahí; y sentenció: “nada más les falta algo, les falta el pueblo”. Al tabasqueño le gustan los calificativos y etiquetar a la gente. Diremos, entonces, el Presidente está muy ardido y no lo puede disimular. Quede bastante claro que el INE no es de ninguna manera de la oposición ni de ningún otro partido, como lo pretendía Morena; el Instituto Nacional Electoral es de todos los mexicanos y es resultado de años de lucha y, sí, de mucha sangre y dinero. Los mexicanos (entre ellos los opositores) defendieron al INE y claro que se quedan con él. Faltaba más.
POR SUPUESTO QUE NO A LA REELECCIÓN
Al grito espontáneo (¡ajá!) de los que ocuparon tres tercios de la plancha del Zócalo y que clamaban “reelección, reelección, reelección”, Andrés Manuel López Obrador lanzó un contundente ¡NO!
“Nosotros somos maderistas (otra vez la comparación); sufragio efectivo, no reelección”, respondió enfático el Ejecutivo a las masas. ¿En realidad no quiere? Siempre lo negará, mientras la Carta Magna siga como hasta ahora y se lo impida a él y a cualquiera que lo pretenda.
Imagine Usted, amable lector, (aunque sean sólo mi editor, quien corrige el texto y mi esposa) que en la propuesta de reforma se hubiera incluido la reelección presidencial. ¡Ufff! El país se incendia. Aunque excluiría para el 2024 al propio López Obrador porque ninguna ley puede ser retroactiva. Eso sí, se le habilitaría para el 2030, como también a Enrique Peña, Vicente Fox, Felipe Calderón, Ernesto Zedillo y al mismísimo Carlos Salinas de Gortari. Pero dejemos de pensar en esas pesadillas.
Quienes estuvieron en primera fila, como se había anunciado, fueron Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. Entre más juntito al Presidente, mucho mejor. Una imagen habla más que mil palabras. Al principio le entraron a los codazos, qué caray. Al final, Claudia aguantó vara y se mantuvo firme. No importa que los opositores la calificaran de lambiscona. Marcelo Ebrard llevaba desventaja ante los simpatizantes de doña Claudia. Además, el canciller no es nada carismático. Decidió abandonar el contingente cuanto enfrentó a seguidores de la jefa de Gobierno. Dicen que lo escupieron. Y Adán Augusto, con sus años encima, pasó a la retaguardia. Siempre detrás de su paisano, cuidándole las espaldas, como lo hace desde Bucareli. Nadie le dio importancia a su presencia. Saben que es figura decorativa. Claudia ya es la ungida, a menos que algo grave pase. El único que disimula que no lo sabe es el carnal Marcelo.
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EN PRIMERA PERSONA
Buena noticia: AMLO “resucitó”
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1 año agoon
abril 30, 2023By
RedacciónLa mala: Sólo para atacar y mentir • Crisis por falta de información sobre su salud; 3 días después se levantó “de entre los muertos” para decir “estoy muy bien” • Para él sería muy humillante verlo enfermo y en una camilla • Adán Augusto, Ramírez Cuevas y Villamil mintieron a México • El problema del Presidente es su “corazón espiritual”; odio y sed de venganza contra rivales es lo que guarda en su alma • No está en su ADN el hombre pacificador, generoso, tolerante y humanista; simple, quienes no están con él, están contra él • Insiste en compararse con Madero, Hidalgo, Morelos, Juárez y Cárdenas; únicamente le falta ser un mártir; ¿lo anhelará?
MAURICIO ORTEGA CAMBEROS
Dice el refrán: “quien siembra vientos, cosechará tempestades”.
La Palabra advierte: “No se engañen, de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra”.
Y entonces ¿por qué tan ofendidito el Presidente Andrés Manuel López Obrador y sus más cercanos colaboradores? En la reciente crisis de información, provocada por él mismo y su equipo, hubo hipótesis de todo tipo y calibre, alimentados por la secrecía, mentira y oscuridad con la que se condujo la Cuarta Transformación.
Aún más: ¿no habrán utilizado el supuesto Covid del Mandatario para crear una estrategia que culminó con los resultados ya vistos para que al final el propio tabasqueño intentara pasar como “la víctima” o como “el incomprendido”? No lo dude ni tantito. A estas alturas ya sabemos de qué es capaz el mandamás de Morena y líder (aunque parezca increíble) de decenas de millones de mexicanos.
Y no se trata de una hipótesis sin sentido, pues ya en el pasado el mismo Presidente y sus cercanos nos engañaron al ocultar información sobre el estado de salud del Ejecutivo federal. Fue intervenido del corazón a principios del año pasado, pero todo se manejó en lo oscurito hasta que no hubo manera de seguir ocultando esa operación, de quien ya había sufrido un infarto en 2013. El tabasqueño reconoció tiempo después que “por poco y no la contaba”.
El corazón de López Obrador está tocado, pues. Es una pena. Sin embargo, hoy en día el Presidente no es el mismo ni significa lo mismo para el país que en 2013. Hoy es el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y en aquel entonces era un político más, distinguido sí, pero sin responsabilidades para con México. Andaba de campaña. Qué raro ¿no? Hoy tiene 69 años de edad y en aquellos días contaba con 60. En suma: mientras López Obrador continúe como mandatario de los mexicanos su salud (y todo lo que suceda en torno a él) es asunto de seguridad nacional que no puede ser ocultado ni minimizado al pueblo, como lo volvieron hacer en esta ocasión. Así de fácil.
Las contradicciones y mentiras de Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación; de Jesús Ramírez Cuevas, vocero presidencial, y Jenaro Villamil Rodríguez, cabeza del Sistema de Radiodifusión del Estado Mexicano, fueron patéticas y expuestas nada más ni nada menos que por el propio López Obrador. Estos funcionarios dependen, sí, del Presidente, pero se deben también al pueblo, a México. Prefirieron manipular los hechos para favorecer a su jefe, sin importar las consecuencias. Como de costumbre, el tabasqueño mayor los traicionó y evidenció como incapaces y mentirosos. Adán Augusto, Ramírez Cuevas y Villamil conocen las reglas del juego y no tuvieron más que cerrar la boca y bajar la cabeza.
“DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLA LA BOCA”
Esta cita es también bíblica y da a entender que tarde o temprano lo que tenemos en el corazón (ya sea amor u odio) saldrá a relucir. Otra parábola enseña que un buen árbol es incapaz de dar malos frutos, y en cambio, un mal árbol jamás podrá dar buenos frutos.
Una más: “de una fuente no puede brotar agua dulce y agua salada”. Es salada o es dulce.
El corazón, en efecto, es el problema de López Obrador. Pero no el órgano vital, sino el “corazón espiritual”, lo que hay de verdad en su alma y mente. Mentiríamos si afirmamos que todos los anteriores presidentes no han mentido ni robado, pero sobre todo que no han provocado división entre los mexicanos. No obstante, en la historia reciente jamás se había visto a un mandatario que polarizara tanto al país, que atacara un día sí y otro también a quienes él llama como rivales políticos. Peor todavía: lo hace con razón, pero las más de las veces sin ella.
¿El resultado? Un México enfrentado desde las mismas familias. No hay puntos medios ni cabida para la tolerancia y el diálogo. Es todo por el todo. “El que no está conmigo, está contra mí”. Así de fácil. Esa es la vara de medir del Presidente y ni por equivocación se mueve a la derecha ni a la izquierda. Ha habido incontables ocasiones para que Andrés Manuel saque a relucir al hombre generoso, humanista, tolerante, pacificador y humilde que, con eso, bien podría acabar y sepultar a sus detractores. Pero no, no ha querido ni ha podido. Quizá no sabe cómo o, peor aún, tal vez eso no está en su ADN. Qué lastima por él y que lástima por el país.
Vamos, qué lamentable fue que el Presidente de todos los mexicanos se levantara de la cama para continuar con su discurso de odio y confrontación, de mentiras y amenazas. Tal vez él no lo acepte, pero dio gusto verlo en el mensaje por las redes sociales. Nadie en su sano juicio puede desearle el mal y la muerte a alguien, en este caso a López Obrador. No dudamos que algunos sí lo hayan anhelado, pero serían los menos y así está también de podrido su corazón.
Ni siquiera esos malnacidos (porque los hay) imaginan las consecuencias de un desenlace de tal magnitud. En cualquier parte del mundo el deceso de un presidente puede causar desconcierto y hasta caos, pues no olvidemos que la política es eso, política y desaseo que en ocasiones exhibe lo más bajo de la condición humana. Pero para como está hoy México (insistimos dividido y polarizado) un escenario de ese tipo sería, francamente, indeseable y con consecuencias nada alentadoras. La disputa por el poder, a poco más de un año de las elecciones presidenciales, resultaría en poco menos que una guerra sin cuartel, políticamente hablando. ¿Exageramos? No lo creo.
Por eso, precisamente, fue la alerta por la falta de información sobre la salud del Primer Mandatario. Más de tres días después del desmayo o desvanecimiento, el Presidente dio la cara para calmar los ánimos y darnos certeza. A los funcionarios ya mencionados, nadie les creyó y ya anotamos el porqué.
¿Qué fue lo que en realidad le pasó a Andrés Manuel? Lo sabremos con el paso del tiempo. ¿Covid? ¿Preinfarto? ¿Sólo una fuerte recaída? Lo que haya sido, es un toque de alerta para todos. La buena noticia es que, tras ese episodio, parece que la salud del Presidente mejora. Lo del “corazón espiritual”, eso es otra cosa.
“EL MUERTO QUE VOIS MATÁIS GOZA DE CABAL SALUD”
Como si se tratara de reproche a sus adversarios, un envalentonado López Obrador les recetó, irónicamente, que quienes lo dieron por muerto se equivocaron y, en cambio, goza de cabal salud. Uno, las especulaciones y teorías que surgieron fueron derivadas por la falta de información oficial y eso fue culpa de su gobierno. Y dos, ¿cabal salud? Es bueno que el Presidente se eche ánimos a sí mismo, pero que recuerde “que quien se cree estar firme, se cuide de no caer o resbalarse”.
La salud del López Obrador debe tratarse ya con pinzas, por el bien de todos. Su edad avanzada, los problemas de corazón y presión, y los tres episodios de Covid no son antecedentes alentadores. Qué bueno es que quiera sentirse útil y cumplir con sus obligaciones y responsabilidades, pero de eso a que a tres días del “evento” ya se encontrara trabajando en sus discursos para las celebraciones del Día del Trabajo y la Batalla de Puebla hay una diferencia preocupante. Claro que tiene colaboradores y asesores, pero AMLO ya mostró que no les da espacio de maniobra ni se deja ayudar. Él quiere hacer todo. Él es todo, o al menos eso es lo que piensa.
Llamó poderosamente la atención (confesado por sus propias palabras como si fuera un acto heroico) que no se dejó auxiliar como era debido durante su desmayo en Yucatán. Sus asistentes, doctores y el propio secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, opinaron que el Mandatario tenía que ser atendido de manera urgente y ser trasladado en ambulancia a un hospital. ¡Quietos!, espetó Andrés Manuel. ¡El Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas soy yo! El Presidente decidió otra cosa y lo atendieron en un sillón. ¿En verdad quiere que le aplaudamos ante ese acto de irresponsabilidad? ¿O para él hubiera sido muy humillante que los mexicanos lo vieran en una camilla? Se esfuerza el tabasqueño en mostrarse de acero e impide que sus adversarios lo vean como el humano vulnerable que es. No, Señor Presidente, ni es el mesías ni tampoco superpoderoso. Es como el resto de los humanos, como todos los mortales.
Pero también se levantó para mentir, como lo hace en las Mañaneras. Que México va viento en popa, con menor inseguridad, una economía fuerte, mayor creación de empleos, etcétera, etcétera. Si gozaba de cabal salud, mejor hubiera aclarado eso de la desaparición de Instituto de Salud para el Bienestar, creado por su administración tras desparecer el Seguro Popular. Se trata de una manifestación explícita del fracaso de su política en materia de salud. ¿Ya no tendremos servicios sanitarios y hospitalarios como los de Dinamarca, según prometió? Obvio que no. Ahora, que se joda el IMSS.
¿Y qué de la extinción del Conacyt? Ninguna palabra. Delicado de salud, sí, pero ya había dado la orden a sus empleados (léase diputados y senadores) para que dieran un albazo legislativo y aprobar vía “fast track” varias reformas sin importar que con ello se violentara el Estado de Derecho. Cambios a la ley que, por cierto, terminarán también en la SCJN por lo sucio del procedimiento.
SE ASUME COMO VÍCTIMA
Fiel a su costumbre, López Obrador no desaprovechó la oportunidad en este mensaje para equiparse a Francisco I. Madero, a Miguel Hidalgo, a José María Morelos, a Benito Juárez y a Lázaro Cárdenas. Tras exaltar al Padre de la Patria, al Mártir de la Democracia, a quien expropió el petróleo y entregó las tierras a los campesinos, y al oaxaqueño que -según él- ha sido el mejor presidente de México, el Mandatario acusó a los periodistas, intelectuales, oligarcas y escritores que, en aquellos diferentes momentos de la historia, atacaron a esos hombres ilustres.
Conservadores con malas entrañas, los calificó el tabasqueño. Y claro está, son esos mismos periodistas, intelectuales y gente de derecha los que ahora lo censuran a él y hasta le desean la muerte. “Ya hasta siento lástima por ellos”, dijo López Obrador, palabras más, palabras menos. “Gente de malos sentimientos”. Y sí, no se mordió la lengua. Prefiero que me den por muerto, sentenció, porque así avanzamos y consolidamos nuestra transformación. No quiso completar la frase, se quedó en “denme por muerto”. Le faltó: “y ching… a su ma…”. El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda. En otras palabras: “el que no está conmigo, está contra mí, y en ese caso que vaya y ching… a su ma….”. Palabras del estadista mexicano, originario de Tabasco. Palabras para poner en letras de oro en la Cámara de Diputados.
Ya lo hemos anotado en otras ocasiones. Hoy vuelve a tener vigencia. Han sido los propios toreros los que han admitido que les gustaría morir por las astas de los toros en un ruedo para pasar a la historia. Cumplieron su sueño Manolete, “Paquirri” y Alberto Balderas, entre otros. Madero, Hidalgo y Morelos, por mencionar sólo algunos, jamás pensaron en morir por sus acciones en defensa de sus creencias y de México, pero así sucedió. Se volvieron mártires, como lo fueron los apóstoles de Jesucristo al ser asesinados por defender al enviado de Dios.
¿Buscará ese mismo camino López Obrador? ¿Anhela pasar a la historia como mártir? ¿Mejor eso a enfrentar el descrédito al concluir su sexenio y vivirlo en carne propia? Eso sólo él lo sabe, pero para su egocentrismo no estaría nada mal. Lamentablemente, no depende de él, sino de la vida misma y de lo que diga su corazón, aquí sí, su órgano vital.
¿Beneficio de la duda a nuevos consejeros?; después puede ser demasiado tarde; hasta con sorteo, ganó el presidente • “El INE sí se toca”, nos advirtió el tabasqueño y con caballo de Troya se metió al corazón del Instituto; consumó su venganza • Feliz la 4T con “la señora presidenta”; 1er. acto de Guadalupe Taidde: Tomarse la foto con Adán Augusto y Rosa Icela • Sheinbaum también aplaude como foca y se suma a la cacería de Lorenzo Córdova; ¿lo verán como candidato para el 2024? • Millones saldrían a la calle otra vez en defensa de nuestra democracia, a pesar de consejeros afines al mesías; ¿lo dudan?
MAURICIO ORTEGA CAMBEROS
Muy preocupante, en extremo, es lo que ha estado sucediendo en el Instituto Nacional Electoral (INE). Muchos han sugerido que los nuevos consejeros electorales, en especial la presidenta, merecen el beneficio de la duda. Yo digo, sin embargo, que después será demasiado tarde. En verdad… ¡ojalá me equivoque y en este mismo espacio habré de reconocerlo!
El principal antecedente es muy importante y aquí se consignó la semana pasada. El Presidente Andrés Manuel López Obrador dio línea a sus diputados para no entrar en más discusiones con la oposición. La orden fue que la elección de los nuevos cuatro consejeros del INE se hiciera por insaculación, es decir, por un burdo y antidemocrático sorteo. Era obvio que el líder de la 4T no tenía nada que perder y sí mucho que ganar.
El trabajo sucio ya se había hecho en la selección de los aspirantes. Por cierto, no habrá que olvidar que fue demasiado sospechoso que algunos sustentantes sacarán calificaciones de excelencia, incluso respondiendo de manera idéntica a preguntas que bien podrían considerarse como erróneas. “Les pasaron antes el examen y conocían las respuestas”, se denunció en su momento, pero no se hizo mayor reclamo.
¿Usted cree, amable y sabio lector, que López Obrador iba a quedarse cruzado de manos ante la elección de los consejeros cuando ya había fracasado en su intento de modificar la Carta Magna para desaparecer al INE y crear un instituto patito de encuestas? ¿Piensa Usted que AMLO se iba a quedar tranquilo después de que su famoso Plan B fue congelado por el Poder Judicial por tramposo y ventajoso? ¿Nada haría el tabasqueño tras las dos gigantescas marchas de los ciudadanos que gritaron a México y al mundo “el INE no se toca”? ¿Verdad que no?
Con el ego y orgullo herido, López Obrador planeó su jugada maestra. Nos los advirtió varias veces: “El INE sí se toca”. Y vaya que lo tocó. Con un caballo de Troya se introdujo hasta las entrañas del Instituto, a través de la elección de la presidenta, y todo indica que ya está tomado, capturado desde la cabeza.
Cuando los diputados hicieron el sorteo, ya todo estaba decidido. López Obrador ganaría, y el INE y nuestra democracia perderían. El único riesgo era que no salieran los nombres más añorados por el tabasqueño, pero cualquier otro sería bueno, ya que en la quinteta de las presidenciables había únicamente mujeres cercanas al Ejecutivo. Por eso, insisto, la orden del sorteo. No fue un acto benévolo, más bien maquiavélico y los partidos opositores lo permitieron. Lo sabían y aceptaron.
EL INE Y SUS NUEVOS CONSEJEROS
El ritual se cumplió. Acto vergonzoso para nuestra democracia. ¡insaculación! Por tómbola (qué orgullo) fue electa Guadalupe Taddei Zavala para presidir al INE y estar a la cabeza de la organización de las elecciones presidenciales del 2024. Los otros ungidos por la suerte son: Rita Bell López, Jorge Montaño Ventura y Arturo Castillo Loza.
La gran perdedora fue, sin duda, Bertha María Alcalde Luján, la delfina de López Obrador y por quien luchó hasta el cansancio para que quedará al frente. Su filiación morenista es más que evidente. AMLO le ofreció a la oposición, a través de sus gestores, dos asientos de los nuevos consejeros si permitían que Alcalde Luján presidiera el instituto. De tal tamaño fue la desfachatez e hipocresía de quien afirma que “ellos no son iguales”.
Un signo inequívoco del beneplácito de Palacio Nacional fue la reacción del Presidente. Felicidad y felicitaciones por todos lados. Dio la bienvenida a los nuevos consejeros y, en especial, “a la señora presidenta”. Y cómo no iba a ser así. La misma estrategia utilizó para imponer al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a su comadre, la hoy impresentable, Yasmín Esquivel Mossa. El resto de la historia ya se conoce, de quien plagió sus tesis y envalentonada por el respaldo que le da su compadre se niega a renunciar como ministra de la Corte.
Qué diferente trato, por cierto, fue el que recibió Norma Lucía Piña Hernández al ser electa como presidenta de la SCJN. Ha tenido que soportar todo tipo de críticas y descalificaciones (injustas) de parte del Presidente de la República, de su gabinete y de los violentos simpatizantes de Morena. ¿Su pecado? No comulgar con las planes e ideología de AMLO. Simple: doña Norma es independiente del Poder Ejecutivo, como debe ser. Así tendría que ser Guadalupe Taddei, pero no es así.
Claudia Sheinbaum, la copia mal hecha de AMLO, también aplaudió como foca esta designación. “Se renueva el INE. Por primera vez tiene una presidenta. Deseamos lo mejor a Guadalupe Taddei Zavala, al país y a la democracia. Que quede atrás la soberbia y el desprecio al pueblo”, dijo la jefa de Gobierno de la CDMX. ¿Más pruebas de que ganó la 4T? Ni siquiera guardó las formas. En su corto mensaje “lo mejor para Taddei, para país y para la democracia” es lo mejor para Morena, la 4T, AMLO y ella misma. Y para finalizar, un raspón a los que se fueron, en especial a Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, pues con su salida quedaron “atrás la soberbia y el desprecio al pueblo”. ¿Desde la óptica de quién? De ellos, claro está, los de la 4T que se alistan para no perder la contienda del 2024, ya sea por las buenas o por las malas.
CERCANÍA CON LÓPEZ OBRADOR
Cierto que en política hay formas y protocolos, pero los primeros actos y discursos de la presidenta consejera Guadalupe Taddei no son nada prometedores. No pasaron ni siquiera 24 horas desde su ungimiento, cuando ya planteaba y discutía con los otros consejeros la conveniencia de reunirse con el gobierno de López Obrador. ¿Y la independencia? Las formas no importaron, pues había que presentarse delante del mesías tropical.
Imagine de qué tamaño iba a ser la equivocación, que la propuesta era que los consejeros independientes (?) se presentaran en visita de cortesía al Palacio de Cobián, sí, a las mismas oficinas del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quien ha tenido en la mira al INE por años. La intención era entregarle tributo: La misma presidencia del INE. ¿No que “el INE no se toca”?, sería el mensaje. Aún más, cuando la carrera por la sucesión de López Obrador ya está a todo lo que da por parte de las corcholatas morenistas, la visita de cortesía se haría a uno de los destapados ya por el Presidente. “Aquí estamos don Adán, para lo que se ofrezca”. Cuánta desfachatez y desvergüenza.
Por fortuna, la presidenta Taddei no es todo el INE. El resto de los consejeros olió el cochinero y se negaron a aprobar la visita. En todo caso, cedieron a que fuera el secretario de Gobernación y la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, los que visitaran las oficinas del INE. ¿El motivo? Ya lo inventarían. El objetivo era la foto: que los mexicanos se enteraran de que la 4T ya estaba dentro del corazón el Instituto.
Y por si alguna duda quedaba de por dónde soplan los vientos en la cabeza de la nueva presidenta, Guadalupe Taddei declaró a las 48 horas de haber sido electa que ella sí sería respetuosa de la ley y que por tanto no iba a ganar más sueldo que lo que recibe el Presidente de la República. “Así lo dice la ley y así se cumplirá”, argumentó.
Explicó que ella llegó cuando el acuerdo ya estaba en operación y lo que le compete es sujetarse al marco legal. En otras palabras: “Señor Presidente López Obrador, usted lo propuso y lo mandó, y yo cumplo al pie de la letra”. No pues sí, bien independiente doña Guadalupe.
Pero no todo topará con su salario, pues sin duda implementará todo tipo de normas y decisiones para que dentro del INE haya también Austeridad Republicana o Pobreza Franciscana.
¿Cuántas direcciones pretenderá cancelar? ¿Qué ahorros propondrá? ¿Intentará hacer desde adentro lo que López Obrador quiso hacer desde afuera? Claro que sí. La única oportunidad que tiene el INE y la democracia es que por muy presidenta que sea, las decisiones importantes tienen que salir por consenso o por mayoría, y es ahí donde la balanza puede equilibrarse o, de plano, cargarse al lado equivocado si es que ya se compraron conciencias.
No es menor, por cierto, el asunto de su tesis y célula profesional que tiene que aclarar Guadalupe Taddei, pues hasta el momento hay (por decir lo menos) confusión y preguntas sobre esos registros.
Aquí sí, démosle el beneficio de la duda. Que aclare lo que haya que aclarar y que nada quede en sospecha. ¡Sería el colmo de los colmos!
PERSECUCIÓN A EX CONSEJEROS
“Larga vida al INE y a la democracia mexicana”, fueron las últimas palabras de Lorenzo Córdova en su calidad de presidente del INE tras 11 años de gestión. Es obvio que entre colegas hubiera palabras de gratitud y buenos deseos con miras al futuro. Lo cierto es que aún a pesar de los tropiezos de Córdova, los resultados no de este INE, sino del IFE e INE históricos son alentadores. ¿Una democracia cara? Sí, por supuesto, pero es el precio que había que pagar para evitar los fraudes cometidos durante décadas por los priístas y el Presidente de la República en turno.
Además de Lorenzo Córdova, dejaron sus asientos Ciro Murayama, Adriana Favela y Roberto Ruiz. Nada importante hay que reprocharles por su actuación, si acaso (y en eso están de acuerdo casi todos los mexicanos) los exorbitantes y groseros sueldos que percibieron durante sus funciones.
Aún mejor, bien valdría la pena conocer a cuánto ascenderá su finiquito, es decir, cuánto recibirán por sus servicios prestados a la nación, ya que lo que Edmundo Jacobo Medina obtuvo al dimitir como secretario ejecutivo del INE fue descabellado: más de 10 millones de pesos. Intentarán justificar la suma, pero fracasarán en el intento. Los seguros y demás prestaciones fueron pagados por el pueblo, no por él, y esos 10 millones de pesos serán desembolsados también de los impuestos que pagan los mexicanos. ¿Don Lorenzo, cuánto recibirá o cuánto recibió ya?
Insistimos, las multitudinarias marchas jamás fueron para defender ni a Lorenzo ni al resto de los consejeros. No pueden ni deben envolverse en esos movimientos. Córdova fue más allá de sus deberes y se subió varias veces al ring político. No era necesario. El ejemplo más tangible es el de la ministra Piña quien, ante los ataques, guarda silencio y muestra cordura, pues son otros los actores lo que salen en su defensa.
Más allá de lo anterior, que no debe quedar en saco roto, inadmisible es que el gobierno de López Obrador haya lanzado ya una campaña para desprestigiar y perseguir a los ex consejeros del INE. Las baterías las ha dirigido, claro, a Lorenzo Córdova. ¿Se ha preguntado por qué? Bueno, la respuesta obvia es porque AMLO es un hombre de venganzas, que no deja pasar ningún ataque o crítica, y es muy paciente, pues de que se las cobra, se la cobra. ¿O no es así Rosario Robles? Córdova lo enfrentó y lo desafió. Lo venció en dos caídas cuando intentó dinamitar al INE. Eso tiene un precio y las consecuencias están a la vista.
Sin embargo, el ataque presidencial, de su gabinete y simpatizantes va más allá de lo evidente. López Obrador vislumbra, y lo hace bien, que Lorenzo Córdova bien podría convertirse en ese personaje que los partidos de la oposición han buscado y esperado ya hasta con impaciencia. Es decir, a Córdova ya puede vérsele como un posible candidato de la oposición o de algún partido diferente al de Morena para la contienda presidencial del 2024. ¿Y entonces? Si AMLO lo ataca y busca descalificarlo es porque le ve posibilidades y hasta le tiene miedo. Solamente imagine: ¡Sheinbaum contra Córdova! Con razón el tabasqueño y su equipo tiemblan, ¿que no?
Las palabras del Presidente no han sido suaves. Acusa a los consejeros de haber mentido a México. Sentencia: ¡serán juzgados por el pueblo! Ya tiró línea a sus simpatizantes. ¡Todos contra Lorenzo! ¿Hay razón? Eso no importa, pues el objetivo es poner en duda su honorabilidad y minar sus aspiraciones. En eso es experto AMLO, en acabar con las personas. ¿Podrá esta vez? Se ve cuesta arriba, pero no hay que desestimarlo, ya que cuenta, incluso, con el brazo de la justicia con su incondicional fiscal Alejandro Gertz Manero. Sería un despropósito ese plan, pero ¿alguien lo duda? Entonces sí, quizá ahora sí los millones de inconformes salgan a la calle ya no a defender al INE, sino al mismísimo Lorenzo Córdova. ¿Habrá pensado en eso López Obrador?
Por lo pronto, la Secretaría de Gobernación ya se sumó al linchamiento político. Adán Augusto anunció que ya se les investiga a Lorenzo, a Ciro Murayama y a Edmundo Jacobo Molina. ¿Tienen pruebas? Eso no importa, pues hasta pueden inventarlas y una vez neutralizado y ensuciado el enemigo, viene el clásico “usted disculpe”.
En suma, López Obrador no se conforma con haber metido su caballo de Troya al INE, sino quiere ver sangre. Califica como una desfachatez que Lorenzo Córdova vaya a la UNAM y sea colaborador del periodista Carlos Loret de Mola. Hasta lo que no come le hace daño. “Pobre UNAM, mi alma mater”, se lamenta AMLO, cuando quiere ignorar que ya tiene su estrategia para, también, intervenir a la elección del nuevo rector con, claro está, otro caballo de Troya. Ya le gustó el jueguito. El Presidente está a punto de equivocarse. Ningún consejero del INE movilizó a millones de mexicanos para defender al Instituto, y mucho menos engañaron al pueblo con la advertencia de que la intención de la 4T era acabar con el INE tal como lo conocemos. Presidente, Usted lo ha dicho: “tonto es el que piensa que el pueblo es tonto”. Quienes salimos a la calle lo hicimos responsablemente y en defensa de la democracia. ¿Lo duda? Sígale como va y verá como millones más vuelven a tomar las ciudades con todo y Guadalupe Taidde.
EN PRIMERA PERSONA
Crimen de Estado, el homicidio de los 39 migrantes en Juárez
Published
2 años agoon
abril 2, 2023By
RedacciónQuien encabeza el autollamado “humanismo mexicano”, AMLO, culpó a esas personas de provocar su propia muerte * La justicia no tocará a López Obrador, a Adán Augusto ni a Marcelo, pero la responsabilidad moral la cargarán por siempre • La prioridad del gobierno: Apoderarse del INE y ganar en 2024 • Por dedazo, elección del candidato: Claudia, avanza; Adán, en espera; Ebrard, marginado; ¿tendrá el Peje as bajo la manga?
MAURICIO ORTEGA CAMBEROS
Imposible será para el Estado Mexicano cambiar con discursos y promesas de justicia lo ocurrido el lunes pasado en la Estación Migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde 39 personas de Centro y Sudamérica (que habían sido detenidas por la mañana de ese día) murieron calcinadas y asfixiadas por un incendio en la noche.
Una tragedia a la que faltan calificativos para describir la pesadilla y horrenda muerte con la que se toparon quienes, paradójicamente, perseguían el llamado “sueño americano”. Ver las condiciones inhumanas en que se encontraban encarcelados (porque así estaban) y la manera en que perdieron la vida esos migrantes ha impactado y llenado de dolor al mundo entero. Indignación ha sido el común denominador allá afuera. Desconcierto y vergüenza, acá en México.
No se trata de “zopilotear” sobre lo ocurrido ni hacer politiquería, pero tampoco puede la opinión pública sustraerse de condenar algo que, a todas luces, pudo evitarse. El Estado Mexicano tiene mucho que responder y aclarar ante esta tragedia. Más aún, es el Poder Ejecutivo quien no puede ni debe intentar escapar de su responsabilidad, pues al fin de cuentas es la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador la que ha implementado la actual política migratoria, y es el Instituto Nacional de Migración (dependiente de AMLO) la encargada de operar esos centros de detención.
Es a botepronto cuando salen a relucir los verdaderos sentimientos y pensamientos, lo que exhibe en realidad qué hay en el corazón y en la mente de las personas. Una de las debilidades de López Obrador es esa: hablar sin medir el alcance de sus declaraciones, pero que al final de cuentas refleja su real sentir. Esta ocasión no fue la excepción. Durante su monólogo de la Mañanera, de casi tres horas de duración, ocupó menos de tres minutos para referirse a lo que no podía soslayar. Con eso, ya mandó un mensaje. Pero no todo quedó allí, quien se ufana de encabezar el “humanismo mexicano”, culpó prácticamente a los migrantes de haber provocado su propia muerte. ¡Increíble! “Esto tuvo que ver con la propia protesta que ellos iniciaron”, se defendió el Presidente.
Y abundó para que no quedara duda: “A partir, suponemos, de que se enteraron que iban a ser deportados y movilizados, y como protesta en la puerta del albergue pusieron colchonetas, les prendieron fuego y no imaginaron que esto iba a provocar esta terrible tragedia”. Vamos, para López Obrador ya no había nada más que investigar. El caso estaba prácticamente cerrado: los responsables de lo corrido fueron ellos, sí, los migrantes. ¿El motivo? Supone que porque iban a ser deportados. ¿En serio? Testigos y sobrevivientes aclaran que fue por la falta de comida y agua para beber.
Como Pilatos, el Presidente y los secretarios responsables del tema migratorio, intentaron e intentan lavarse las manos y miran al rival político para colgarle la deshonrosa medallita. Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación, y Marcelo Ebrard Casaubon, titular de Relaciones Exteriores, ya tuvieron su primer round y ninguno pudo salir victorioso, como tampoco lo ha hecho López Obrador. Ni lo harán. Tal vez la justicia no los alcance, pero la responsabilidad moral ya la cargan de por vida.
¿Y qué decir de Francisco Garduño Yáñez? Para quien no lo sepa, es el comisionado del Instituto Nacional de Migración, dependiente de la Secretaría de Gobernación, y quien hasta el momento de escribir estas líneas no había dado la cara para decir esta boca es mía. Legisladores de Morena, claro está, impidieron que los titulares de la Segob y la cancillería se presentarán a explicar lo ocurrido. Para eso son las mayorías ¿qué no?
NADA PARA PRESUMIR
Las imágenes dadas a conocer son espeluznantes. Las cifras, aunque frías, reflejan el tamaño de lo ocurrido:
** 39 fallecidos (6 hondureños, 7 salvadoreños, 18 guatemaltecos, un colombiano y 7 venezolanos).
** 28 heridos, la mayoría graves (5 salvadoreños, 10 guatemaltecos, 8 hondureños y 5 venezolanos).
Y el avance de las investigaciones sólo pone en evidencia aún más la errada política migratoria y la toma de decisiones en la asignación de obras, servicios y contratos. Era una empresa privada la encargada de operar la estación migratoria. Ahogado el niño, se ha anunciado una sanción económica a Grupo de Seguridad CAMSA, S. A. de C. V., y la revocación de su permiso.
Lo que no se ha esclarecido es la denuncia que hizo Carlos Loret de Mola en el sentido de que esa empresa pertenece al cónsul honorario de Nicaragua en México, Elías Gerardo Valdés Cabrera, a quien el gobierno de AMLO ya le habría entregado contratos por más de 3 mil millones de pesos. Muy pequeño el detalle, ¿cierto?
Como suele ocurrir en este tipo de desgracias, los primeros apañados (acusados formalmente) son los de menor rango. No se les exculpa, sobre todo a quienes vimos que tras mirar el incendio en aquella cárcel, huyeron a la calle dejando encerrados a los más de 70 migrantes. De última hora, se dio a conocer que fue un funcionario del INM quien dio la orden expresa de no dejar salir a los detenidos, a pesar de la revuelta.
Amenazó a los custodios, se denunció, que si lo hacían serían acusados de evasión de presos. De las 6 órdenes de aprehensión concedidas, 5 ya se cumplieron. Quieren las cabezas de tres funcionarios del INM, de dos policías de seguridad privada y la del migrante que, supuestamente, inició en incendio. ¿Hasta ahí parará la cosa?
La secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, ha dicho que habrá justicia hasta sus últimas consecuencias. ¿Dónde y cuándo hemos escuchado eso? “Caiga quien caiga”, se ufanan. ¿Así será?
Apostamos a que ¡no! Si hay más funcionarios culpables o responsables (que claro que los hay), estamos ciertos que los protegerán al máximo por su lealtad a la 4T. Pero insistimos, ya cargan con el estigma. Desde AMLO hasta Garduño, pasando por Marcelo y Adán Augusto.
PREGUNTAS SIN RESPUESTAS
Habrá, por supuesto, muchas preguntas que jamás serán respondidas o aclaradas:
** ¿De quién dependen esos centros de detención, de la Segob y la cancillería?
** ¿Cómo es posible que los apresados pudieran provocar un incendio? ¿Había extintores? ¿De dónde salieron los cerillos o encendedores? ¿Hubo combustible?
** ¿Las demás estaciones migratorias están en igual o peores condiciones?
** ¿Por qué el gobierno de López Obrador primero alentó la ola migratoria al abrirles la frontera y después reculó ante la presión del entonces presidente Donald Trump?
Son estas solo estas unas preguntas a botepronto, pero claro que hay más de fondo. Si en los hospitales del IMSS e ISSSTE no hay medicamentos contra el cáncer que está matando silenciosamente a centenas de mexicanos, ¿por qué habría presupuesto para montar estaciones de migración confortables, con comida y seguridad? Primero lo primero, qué caray: el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional (?) Felipe Ángeles y la Refinería Dos Bocas. Las obras faraónicas con que la administración lopezobradorista piensa emular los logros de Hidalgo, Morelos, Madero y Cárdenas. ¡Qué tristeza!
EL 2024 ES LO IMPORTANTE
En el radar de López Obrador ya nada más hay un objetivo: Mantener a toda costa el poder durante las elecciones presidenciales del 2024. De no ser así, su ansiada Cuarta Transformación se irá directamente a la basura, pues de hecho hasta la fecha nada nuevo ha transformado. Aunque le duela mucho al inquilino de Palacio Nacional, ha sido más de lo mismo… o hasta peor.
Si un partido diferente a Morena gana la contienda electoral, también correrá el peligro de que salgan a relucir sus corruptelas y mentiras, sí, más de las que ya se saben y conocen. El brazo de la justicia, encabezado por la oposición, podría alcanzar a quien hoy se siente todo poderoso e intocable. Sin embargo, el miedo no anda en burro.
La tragedia en Juárez, con sus 39 muertos, refleja lo que ocurre en el país. Todos abandonan las tareas para las que fueron llamados y son bien pagados, para dedicarse en cuerpo, tiempo y alma a fortalecer a las corcholatas, pues de ello depende su subsistencia en la nómina del gobierno.
Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López andan en lo suyo, en plena precampaña en busca del apoyo de sus bases. El Presidente les da cuerda y ellos corren, brincan, cantan, hacen chistes y de vez en cuando se lanzan indirectas. ¿Para qué tanta maroma? No se trata de obtener la aprobación de la gente, del pueblo, sino de acercarse cada vez más al corazón del tabasqueño mayor, porque López Hernández es el menor.
¿Y lo de los migrantes muertos? Ya pasará, pero lo que no debe descuidarse es la candidatura y sus implicaciones. El director de la orquesta está en todo, no deja cabos sueltos. Quiso dinamitar al INE, pero topó con “el INE no se toca”. El Plan B fue congelado por el Poder Judicial, mas no se rinde. Va ahora por la presidencia de ese instituto. Tan confiado está en que quedará una incondicional suya al frente, que hasta da línea para que salga en una tómbola. ¡Esa es democracia!
Y por si alguien tenía alguna pequeña duda de cómo elegirá Morena a su candidato presidencial, López Obrador ya lo confirmó: él y únicamente él decidirá “al bueno”, o mejor dicho “a la buena”. ¿Y las cuatro o cinco encuestas? Servirán solo pata legitimar el proceso. Será una simulación, una burla a México entero. Más de lo mismo: el dedazo al viejo estilo priísta.
AMLO se quitó la máscara y definió lo que va a suceder: “Nada de zigzagear, sigamos anclados a nuestros principios y reafirmemos el rumbo que hemos tomado”. Y puso como ejemplo lo que sucedió con el general Lázaro Cárdenas, quien en 1940 decidió dejar la candidatura en Manuel Ávila Camacho y no en el general Francisco G. Mújica “por la presión y beligerancia que ejerció la derecha”. Según López Obrador, el idóneo era Mújica, pues había afinidad ideológica y garantizaba la continuidad del proyecto cardenista. Ávila Camacho era el moderado. En síntesis, según el tabasqueño, Lázaro Cárdenas se equivocó, pero ¡oh gran noticia! “yo no me equivocaré de igual manera”, sentenció.
Las minorías no se impondrán esta vez, afirma López Obrador; “no aceptaremos que se impongan a costa de la humillación y empobrecimiento del pueblo”. En otras palabras: justo en el día para recordar la expropiación petrolera y el legado de Cárdenas, el Presidente lo criticó por haberse equivocado al ceder a la presión de los conservadores, y además lanzó una advertencia clara a la oposición: ¡no ganarán la Presidencia; me canso ganso!
El mensaje a morenistas y simpatizantes fue igual de contundente: Yo escogeré al candidato y este será el que garantice la continuidad de mi proyecto, el que sea más afín a mis ideas (o más lambiscón). En un símil, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto representan al general Mújica, y Marcelo Ebrard a Manuel Ávila Camacho. ¡Tómala Marcelo! “No serás tú”, es el mensaje más que directo.
Toman ventaja, pues, la jefa de Gobierno de la CDMX y el secretario de Gobernación. La primera enseguida declaró: “Veo a Marcelo y a Adán Augusto en mi gabinete”. Su mensaje: no se preocupen, no habrá persecución y los mantendré en la nómina. ¿La condición? Cálmense y acepten la decisión del mesías.
La mayoría ve un espaldarazo directo y firme de AMLO a Sheinbaum. Los menos (como el que esto teclea) piensan que sí, pero que si doña Claudia no despunta como se espera y sigue gris, sin transmitir nada y con cero de carisma, la balanza se inclinará por el “tabasqueño menor”, si es que López Obrador no nos ha engañado a todos y por ahí tiene ya a su as bajo la manga. No lo dude…
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