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LA FERIA

En asuntos políticos AMLO no tiene familia

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Resolución del Trife: el INE debe investigar el escándalo de Pío López Obrador * El Presidente expresa que si es culpable, que se aplique todo el peso de la ley… pero mese antes ya había dictaminado: “no es corrupción, son aportaciones”

 

POR EL SEÑOR LÓPEZ

 

El pantano.

Estará usted de acuerdo con este menda en que lo correcto es hacer lo correcto. Sí, claro. Sin embargo, para el tenochca simplex promedio, hacer lo correcto significa básicamente respetar las formas, con las excepciones reglamentarias (porque eso de que ‘siempre hay excepciones’ no está tan claro, pues si ‘siempre hay excepciones’, entonces a veces no hay excepciones… mmm…); como sea: las formas son las convenciones sociales que hacen grata la convivencia, pero en México son un ceremonial en el que intercambiamos mentiras como muestra de respeto. Y así nos entendemos.

“Mi más sentido pésame”, decimos con cara de circunstancia, aunque sea un reverendo desconocido el fiambre. “¡No supe!”, exclamamos justificándonos por no haber ido a visitar al compadre que estuvo dos meses hospitalizado, entre la vida y la muerte. “Ojalá no sea nada”, toca murmurar cuando reprimimos el bostezo por el relato detallado de la triquinosis del consuegro. “¡Me hubieran avisado!”, se dice disimulando el alivio por no haber sabido que se inundó la casa del vecino. “Cuando quieran, esta es su casa”, despidiéndose-empujando a la visita. “Y ya sabes, lo que se ofrezca”, decimos a la recién viuda, colgando el teléfono, sin dejar de ver la tele.

Así somos: “¡ay, qué lindo nene!” (aun si parece batracio); “preciosa boda” (aunque fueron los granaderos a restablecer el orden); “¿dónde la compró?” (con entonación de “qué cosa más linda”, viendo la sala modelo “Tigres de la Malasia”, que nos presume la esposa del patrón); “¡todo muuuy bien!” (palmeando la espalda del papá de la quinceañera, huyendo del bodrio de fiesta); “ya no hay que echársela tan larga” (a quien no quiere uno volver a ver en esta vida). Y el muy mexicano: “¡Yo te hablo!” (despidiéndose sin el menor deseo de volver a ver al tipo).

Es parte de nuestra herencia mexica-española-cortesana (300 años de Nueva España algo dejan); somos obsequiosos, cuidamos las formas: “no dejes de llamarme”, “me dio gusto verte”, “cantas precioso”, “es envidia de la buena”… podríamos hacer una enciclopedia de frases hechas, adecuadas y socialmente aceptadas para cualquier circunstancia de la vida en que se deba mostrar simpatía, aceptación, entusiasmo o aprobación, sobre cualquier cosa que nos resulta indiferente, molesta, indeseable o queramos evadir. Todo menos la verdad, que para calificar cosa tan molesta, acuñamos la palabra “claridoso”, para el majadero que no atenúa la realidad.

Al leer estas destempladas reflexiones costumbristas, tal vez usted piense: “¡claro!, ni modo de ir por ahí ofendiendo gente”. Y tiene razón. Su texto servidor que también es puro mexicano, se comporta igual y hasta es creativo, como la vez que en una cena, el matrimonio anfitrión enseñaba las fotos de sus vacaciones en las islas griegas y de repente de mano en mano, fueron pasando las estampas en mini-micro bikini -pero chiquitito- de la cincuentona señora cuerpo de tinaco parado, brillosas carnes gelatinosas y cara de rana insolada; se hizo un espeso silencio entre los presentes, urgía decir algo, romper el ambiente de estupefacción que a instantes estaba de terminar en una carcajada general y este menda salió al quite: -“¡Me encanta la naturalidad de la mujer moderna!”… -y como por ensalmo la adiposa dama sonrió, suponiéndose admirada y apetecible; y el marido torció una sonrisa de orgullo de macho alfa. Dejé la cena.

De acuerdo. Así son las cosas en nuestro idílico país: la virtud de la caridad ensalivada… pero, también hay cosas que son exageraciones propias del voluntariado de la corrección gratuita. A un desconocido no se le dice qué elegante es su corbata de mazorcas de maíz; a una doncella con la que se cruza uno por la calle, no se le chulea su peinado de aguacero de sebo; y nadie se mete a una funeraria a repartir pésames anónimos.

Se lo comento porque una característica entre risible y desagradable de los políticos, bueno, de algunos políticos (hay excepciones), es que no desaprovechan oportunidad de hacer lo políticamente correcto, aunque sea incorrecto, como disfrazarse para cada ocasión, creyendo que alguien se traga el cuento de que el funcionario panzón, al mismo tiempo es charro, rescatista, obrero y deportista; son los que comulgan en misa, se ponen mandil con los masones, kipá (gorrito) si comen con la comunidad judía, botas texanas y cinturón piteado para ir a una feria ganadera y le babean la mano a obispos y cardenales. El político camaleónico.

También nuestros políticos (con las excepciones bla, bla, bla…) nos han acostumbrado a oírles decir cosas que todos sabemos no pasan de frases de circunstancia: “se investigará a fondo”, “tope donde tope”, “todo el peso de la ley”, “nuestra solidaridad”, “no están solos”, “no les voy a fallar”… y tantas más.

Y ya en estas, no debemos regatear mérito a nuestro actual Presidente que ha hecho aportaciones notables a este nuestro modo de sobrevivir en México. Como su lucha contra la corrupción es eje central de sus actos, afirma que en asuntos públicos no tiene esposa, hijos, hermanos ni amigos (el tenochca estándar lo escucha sin que se le agite el pulso).

La cosa cambió cuando reventó el escandalete de los videos de 2015 de su hermano Pío recibiendo dinero de David León, colaborador de Manuel Velasco entonces gobernador de Chiapas.

De inmediato el Presidente pidió que se investigara, pero que no era corrupción: eran aportaciones del pueblo bueno al “movimiento” (Morena), detalló que estaba seguro que era para gasolina y añadió que no sabía si Morena lo reportó al INE (como obliga la ley y como aún no sabemos). Pero, igual, remató: “Que se aclare” (sí, pero no es corrupción, ya quedamos).

Ya pre-exonerado su hermano, como el Trife resolvió que el INE debe investigar el asuntito, el Presidente, impertérrito, declaró: “Si mi hermano Pío es responsable, que sea castigado”. Sus malquerientes creyeron que lo acorralaban con esto, pero a él no lo mancha ningún lodo, como a esas aves que cruzan el pantano.

LA FERIA

¿Qué prefiere: una democracia cara o una dictadura barata?

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Lo verdaderamente caro es el dinero que se evapora por ineficacia gubernamental *El presupuesto del Instituto Nacional Electoral, 14 mil millones de pesos, no es nada comparado con lo del Tren Maya, 400 mil millones de pesos, que no irá a ninguna parte

 

SEÑOR LÓPEZ

 

Tentativa.

La prima Alicia se casó como se debe: muy enamorada y para sorpresa de toda la familia, poco después de dar la feliz noticia de que estaba en estado de buena esperanza, dejó al marido y para siempre, porque -contaba ella- era duro para gastar y cuando le dijo que estaba embarazada, el tipo se alarmó y comentó que iba a buscar “un buen presupuesto” porque si no, el kilo de hijo les iba a salir “más caro que de caviar”.

¡A volar! Ella sola se encargó de su hijo y se le tituló de ingeniero civil.

 

PLAN FRUSTRADO

Vamos a hablar en serio: el gobierno federal, no… más bien, algunos del gobierno federal… no, tampoco… algunos del grupo duro de la 4T (¡eso!), algunos de los dogmáticos de la 4T, saben que difícilmente se van a salir con la suya en eso del Plan B para debilitar al INE hasta la inanición.

Ante la derrota en el Congreso para en los hechos, desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE), mediante una reforma a la Constitución, de inmediato el Presidente de la República ejerció su derecho al pataleo, como hizo con las reformas a las leyes del sector eléctrico, con la diferencia de que en el caso del INE los afectados directos no son un grupo de empresas sino todo el país con lo que significa de resonancia y alarma social.

También se dan cuenta esos del grupo de los más fieles al proyecto presidencial, de que la sola iniciativa de reformas legales (el Plan B, que propone modificaciones que violan la Constitución) es -en sí misma- una derrota política de consecuencias ineludibles porque es muy difícil defender reformas legales que desarman el entramado institucional que nos garantiza elecciones libres y confiables que permiten la pacífica trasmisión y transición del poder: del año 2000 a la fecha, el Poder Ejecutivo ha estado en manos el PAN, del PRI y de Morena, sin achuchones; y en los estados de la República juegan brisca y hay cambios y recambios en el poder sin sobresaltos ni asonadas.

El argumento mendaz de que las reformas a las leyes del INE son para ahorrar dinero, se desmorona ante la evidencia de las carretadas de dinero que el país puede destinar y destina a otros programas de importancia sectorial (si es que la tienen) y más cuando reflexiona uno que el INE nos cuesta este año 2023, a cada uno de los tenochcas con credencial de elector, 145.68 pesos por cabeza, en todo el año, 40 centavos diarios (presupuesto aprobado del INE este año: 13 mil 987 millones 856 mil 773 pesos; con un padrón electoral de 96 millones 19 mil 567 electores).

Habrá quien diga que este año se gasta menos porque no hay elecciones en todo el país. Cierto. En el 2021 cuando tuvimos elecciones federales, el INE ejerció un presupuesto total de 19 mil 593 millones 797 mil 958 pesos, con un padrón de electores de 93 millones 984 mil 196 alegres tenochcas. O sea, 208.47 pesos por piocha… no es tanto, son 57 centavos diarios. No sé usted, pero este menda está dispuesto a pagar un pesote diario con tal de conservar un sistema de probada eficacia para dirimir sin balazos quién nos gobierna y para poder dar y quitar el poder, tachando en una boleta.

El Presidente dice (y repite) que el INE, nuestro INE, es el sistema electoral más caro del mundo y sorprende que en no pocos artículos de prensa se sostenga semejante cosa, comparando peras con manzanas y dejando de lado que en nuestro país el órgano electoral destina por ahí del 35% de su presupuesto en financiar a los partidos políticos, gasto que no hacen los gobiernos de muchos otros países porque no son como nosotros de desconfiados; aparte el INE paga la actualización del padrón electoral y la expedición de la credencial para votar que es en la realidad el único documento nacional de identidad en México (en esto, más o menos se va un 21%); además paga directamente los tiempos de radio y televisión para el propio INE y todos los partidos, fiscaliza su gasto y corre con el costo completo de la organización de los procesos electorales, entre muchas otras cosas de alcance federal y estatal.

Considere usted nada más que para realizar el proceso electoral federal del 2021, el INE movilizó a 14 millones de ciudadanas y ciudadanos elegidos por sorteo, mismos 14 millones que son visitados y capacitados para elegir entre ellos a un millón 400 mil que participan en los comicios: montan todas las casillas electorales; verifican la identidad de cada elector y registran su participación; reciben y cuentan los votos; elaboran las actas de casilla por cada puesto a elegir; y custodian y entregan los paquetes de boletas electorales. Se dice fácil y es difícil. No es exagerado decir que es lo único que en México nos sale bien… no, no bien: muy bien.

Cada vez que usted ha ido a emitir su voto debería tener presente que todos los que están en la casilla y cuidan de su voto, son ciudadanos comunes y corrientes, sus vecinos, y que a todos los capacitó el INE.

Pero vamos a no necear, aceptemos (sin conceder porque no es cierto) que nuestras elecciones son las más caras del mundo. Lo valen.

Lo verdaderamente caro es el dinero que se evapora por ineficacia gubernamental, con obras inmensas de presupuesto por averiguar: en agosto del año pasado el Presidente aceptó que la refinería de Dos Bocas ha más que duplicado su costo y ya va en 360 mil millones y que el Tren Maya terminará costando 70% más de lo planeado, 400 mil millones de pesos y eso sí es caro, 400 mil millones por un tren que no va a ninguna parte (y su costo equivale a más de 20 años de INE). Y peor es la corrupción, eso sí que es muy caro, como el desfalco de 9 mil millones en Segalmex.

Si de ahorrar en elecciones se trata, lo que no falla es la dictadura, eso sí es barato, lástima que sea imposible en México que no es Venezuela, Nicaragua ni Cuba, por cierto.

No es de esperar que los magistrados de la Suprema Corte estén dispuestos a pasar a la historia como los asesinos de nuestra democracia, nomás por no darle un disgusto al huésped de Palacio, quien le guste o no, se dé cuenta o no, ya lo es en grado de tentativa.

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LA FERIA

A México no lo cambian en menos de 2 años

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Miniescándalo en la Secretaría de Educación Pública * En la SEP trabaja con Marx Arriaga, director de Materiales Educativos, un tal Sady Arturo Loaiza Escalona, venezolano que trabajó con Hugo Chávez y Nicolás Maduro

 

SEÑOR LÓPEZ

 

Fanáticos.

Un tío político de este menda del que no es prudente decir su nombre, fue un importante líder sindical en el México de los años 50s, comunista de tomo y lomo, ateo y magonista, que pasó varias temporadas en la cárcel, pero luego ya no se metía con él el gobierno, pues mangoneaba al suficiente número de obreros como para mejor dejarlo en paz.

Sus cuatro hijas recibían clases de piano en su domicilio y sus dos hijos, de esgrima; aparte, todos los domingos los llevaba a misa, él.

Vivía en la vieja colonia Santa María del entonces DF en una casona de tres patios arcados, con varias sirvientas, jardinero y mayordomo. Cuando el tío ya era viejito, el del teclado le preguntó si de veras era comunista y sonriendo pícaro, respondió: -De algo hay que comer –al morir tuvo misa de cuerpo presente; en el cementerio una pequeña muchedumbre de sus agremiados cantó la Internacional con el puño izquierdo en alto y cubrieron el ataúd con una bandera rojinegra; dentro, el fiambre llevaba en sus manos enlazadas, un rosario. Bonito.

 

MINIESCÁNDALO

Hay un miniescándalo porque en la Secretaría de Educación Pública (SEP) trabaja con Marx Arriaga, director de Materiales Educativos, un tal Sady Arturo Loaiza Escalona, en calidad de subdirector de lo mismo.

El texcocano Arriaga inició sus andanzas como funcionario federal en diciembre de 2019 y se ha especializado en maltratar a la gente y meter la pata.

Siendo director general de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, declaró en febrero de 2020: “Mujeres, si en verdad buscan emanciparse de sus opresores (…), no esperen que su libertad llegue como un regalo, por favor lean (…)”; o sea, hay machismo por burras que son; lindo.

O su otra declaración de marzo de 2021, ya como director de Materiales Educativos de la SEP: “Leer por goce es un acto individualista”; ¡áchis!

Del Loaiza hay poco qué decir: es venezolano, trabajó para Hugo Chávez y Maduro y desde enero del año pasado, se desempeña en la SEP como responsable del rediseño de los libros de texto gratuitos y materiales pedagógicos.

Nada tiene de peculiar que un extranjero colabore en México en labores educativas y pedagógicas, verdaderas glorias de la intelectualidad nos han llegado de fuera a enriquecer nuestro país con sus conocimientos. Por ejemplo, los que llegaron con el exilio español… de lujo.

Así las cosas, ayer el Presidente de nuestra República, salió en defensa de don Loaiza porque ya se sabe, ya se supo, que ha escrito junto con el Arriaga “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro”, primero de una trilogía “que desarrolle un vínculo pedagógico entre alumnos, padres de familia y docentes”.

No suena mal hasta que se viene uno a enterar que ahora, por designio de don Arriaga y don Loaiza, los maestros de educación básica deben “para guiar su actividad pedagógica en las aulas”, leer ‘El Capital’, de Carlos Marx, y ‘¿Qué hacer?’, de Vladimir Ilich Lenin, para que “promuevan la libertad de los educandos y su comunidad”, cuestionando la libertad individual, apegándose a la definición de libertad de Mijaíl Bakunin.

El Presidente adelgazó la cosa diciendo que también se debe leer a Platón y Aristóteles.

Bueno, eso dijo él, pero no dice eso el dúo dinámico, Arriaga-Loaiza, que sí proponen en su librito que los maestros deben prepararse para enfrentar las “dinámicas de opresión” y formar a “un nuevo mexicano (…), una nueva mexicanidad afín a la transformación irreversible del país”. ¿Irreversible?… no… lo que es irreversible es que a esta 4T le queda un año y ocho meses para irse (todos) a la finca del señor en Palenque.

Un nuevo mexicano, una nueva mexicanidad, ¡caramba!, suena a ingeniería social, esa tan propia de totalitarismos dispuestos a todo para imponer una verdad única y excluyente que no es natural en ninguna sociedad (y menos si estamos hablando de 130 millones de mexicanos).

Como sea, proponer la lectura de “El Capital”, de Carlos Marx, a nuestros maestros de educación básica, parece lo menos, una babosada. Que lo estudien y bien, los universitarios, claro que sí, ¿por qué no?, pero los maestros de primaria y secundaria tienen otras prioridades, a menos que estemos hablando de ideologizar la educación de nuestros niños y ¡eso sí que no!

De lo de leer a Lenin, parece mejor y este tecladista sugiere que empiecen con su libro de 1917, “El Estado y la Revolución” en el que don Lenin escribió: “Se usará la violencia tanto para aplastar la resistencia de los explotadores como para dirigir a la enorme masa de la población, a los campesinos, a la pequeña burguesía (…) en la obra de poner en marcha la economía socialista”; tierno. O esto otro: “¿Creen realmente que podemos salir victoriosos sin utilizar el terror más despiadado?”, dulce. Por cierto, don Lenin fue el creador de la red de campos de concentración conocida como “gulag”.

Y lo de apegarse a la definición de libertad de Mijaíl Bakunin, es una idea digamos, curiosa. Bakunin fue anarquista, con todo lo que eso significa de destrucción del Estado, pero también fue un grandísimo gandul. Si nuestros maestros de educación básica lo van a estudiar, que tengan muy presente lo que don Bakunin escribió el 2 de junio de 1870:

“Mentiras, astucia y enredo son un medio necesario y maravilloso para desmoralizar y destruir al enemigo (…)”. Carta a Sergey Nechayev, en el libro de Michael Confino, ‘Hija de un revolucionario’: Natalie Herzen y el Círculo Bakunin-Nechayev’; Londres: Alcove Press, 1974, página 268; no está uno inventando.

Por lo pronto no hay que alarmarse, este país no lo cambian en menos de dos años estos mentecatos, pero no pasemos por alto: terror despiadado, mentiras, astucia y enredo; en buena hora: ¡Fuera máscaras!

Eduard Bernstein (1850-1932) uno de los fundadores de la socialdemocracia, escribió: “Si el socialismo no es un liberalismo comprometido con la democracia solo será una doctrina mesiánica salvaje, alimentada por fanáticos del recomenzar desde cero y el ‘tanto peor tanto mejor’”. Doctrina mesiánica, alimentada por fanáticos.

 

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LA FERIA

AMLO tiene rencores de venganza contra el INE

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Todos desconfiamos de todo, pero, aunque usted no lo crea, sólo hay confianza ciega en el árbitro electoral * El Presidente le tiene miedo al 2024. Qué pena * Si el Instituto Electoral es corrupto y hace trampas en elecciones, entonces López Obrador y las 21 gubernaturas ganadas por Morena fueron obtenidas de forma ilegal

 

SEÑOR LÓPEZ

 

Mal fin de fiesta.

En casa de unos tíos de Toluca, había siempre un ambiente pesado, como de sala de espera de proctólogo. Él, tío Lute (Eleuterio), no confiaba en su esposa, tía Tina (Ernestina), porque era celoso de espantar a Otelo, siendo ella señora decente con cuerpo de cetáceo, carácter de granadero y gracia de bulldog.

Ella no confiaba en él porque sí era un Juan Tenorio, pero había que imaginársela en la intimidad conyugal, encremada la cara, con tubos, camisón de franela, pantuflas de peluche y calcetas de los Diablos Rojos (chiquillo este menda, la vio así… hizo fama de llorón).

Aparte, ellos no confiaban en su hija (y era bien portada), ni en sus dos hijos (estudiosos y serios), y los trataban como arraigados de la FGR. Los hijos les correspondían con silencios ominosos y miradas raras. Era más agradable ir a un funeral que visitarlos.

 

DESCONFIANZA SIEMPRE

Recordó esta estampa familiar su texto servidor, al reflexionar en que nosotros los tenochcas simplex somos desconfiados, desconfiamos hasta de nuestra sombra. Sin meternos en vericuetos de psicología de muchedumbres o desórdenes colectivos de conducta, dejando de lado las primeras decepciones de la vida (lo de los Santos Reyes y el Santaclós, debería estar tipificado en el Código Penal), por lo que sea, pero desconfiamos, desconfiamos siempre.

Aquí al del teclado no deja de asombrarle la ingenuidad que se observa en otros países como los EUA, en donde el común de las personas admite íntegra la publicidad y se creen que hay shampoo que saca pelo, hamburguesas que hacen feliz, métodos infalibles para ser rico, maquillajes que embellecen, colchones que rejuvenecen, fajas que lo bajan de peso y ropa que no se plancha.

Y no agotan en eso su credulidad (que para nosotros los del peladaje es estupidez), sino que confían en un policía de crucero como si fuera el santo Papa, pagan sus impuestos completos sin concebir que se pueda malgastar un quinto y creen a pie juntillas lo que les informan sus gobernantes (lo que sea que les digan, aunque signifique odiar a los de alguna religión, tragarse el cuento de que un país les vendió a precio de ganga la mitad de su territorio o declarar la guerra a unos como chinitos que viven al otro lado del mundo y resulta que son un peligro para su “way of life” y la democracia del planeta).

En México (oootra vez hará este junta palabras un esbozo a brochazos de nuestro penar histórico), las cosas no son así:

La desconfianza nacional empezó en el altiplano cuando a los ribereños del Lago de Texcoco les contaron unos zarrapastrosos recién llegados, que Dios les había indicado mediante un águila merendando serpiente sobre un nopal, que les tocaba vivir ahí, “nomás en un cachito, no queremos molestar” y ya instalados, en poco tiempo sometieron a macanazos a sus anfitriones (por andarles creyendo), los explotaron a lo bestia y les sacaban el corazón sin anestesia, hasta cuajar como “imperio” azteca.

Luego llegaron soldados españoles diciendo que se iban a establecer sólo en tierras deshabitadas o en desgobierno; naturalmente no les creyeron, porque con ese cuento llegaron ellos, pero a mandobles y con ayuda de sus enemigos locales, se les impusieron y les pelaron todo (excepto las tierras comunales, que son sagradas, aunque viera usted qué raro, eran poquitas).

Atrasito llegaron los frailes que les dijeron que venían de parte de Dios a enseñarles el camino al Cielo y la tenochcada -muy mosqueada por los modos de los sacerdotes cardiólogos de los aztecas-, les dijo que sí, que cómo no, que ¡a todo dar!, pero la verdad siguieron adorando a los dioses de su mitología y a la fecha practican una religión sincrética, porque ellos van al Tepeyac a venerar a Tonantzin, diciéndole Guadalupe para llevar la fiesta en paz.

Luego nos independizaron los mismos españoles y ya ¡libres! todo siguió igual tirando a peor. Después tocó a la raza poner los muertos en la Guerra de Reforma, la Revolución y la Cristiada, sospechando todos que ningún beneficio directo había en que triunfaran liberales sobre conservadores, carrancistas sobre huertistas, callistas sobre los curas. Mátese ahora, goce después.

Así, de patada histórica en patada histórica, no es de extrañar que no haya un obrero que le crea a su líder sindical, un burócrata al jefe, ni quien desfile entusiasmado el 1 de mayo. Y en nuestra vida cotidiana, pensamos que suscribirse a una revista es ser idiota, porque el cartero se la roba; el que compra garrafones de agua la bebe pensando que es jugo de llave; del “redondeo” pensamos todos -los que dan y los que no dan- que es negocio fiscal del dueño de la farmacia o el súper; sabemos que la leche nos la adelgazan con agua; cargamos gasolina seguros de que nos dan litros rabones; en los bares pedimos por botella porque al copeo dan “pirata”; los tacos son de perro; las teiboleras más guapas son hombres. No confiamos en las autoridades (ni ellas en nosotros); los médicos son rateros; los abogados chuecos; los veladores duermen; los contadores se clavan los impuestos.

¿Cómo funciona así un país?… no se sabe, pero los gringos en lugar de mandar a México un equipo de psicólogos, prefirió mandar un carrito a pasear en Marte, calcúlele.

Así y todo, este pueblo experto en desconfiar, confía sin sombra de recelo en el Instituto Nacional Electoral, el INE, nuestro INE, completamente autónomo del gobierno. Y esa confianza se la ganó el INE a pulso desde 1997. Y es Andrés Manuel López Obrador, quien está empeñado en convencernos de que el INE es una birria.

Dijo el 6 de mayo de 2021: “Con el fin de impedir la democracia en México es que fue creado el INE”.

Dijo en días pasados: “Que se vayan a engañar a otra parte (…) ¿No son ellos los que permiten el relleno de urnas y la falsificación de actas? ¿No son las autoridades electorales las que se roban los paquetes, las que permiten la compra del voto?”.

Obedece esto a que tal vez tiene pendiente vengarse del INE que no le dio el triunfo en 2006 ni en 2012 y el miedo al 2024. Qué pena. Qué mal fin de fiesta.

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