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LA FERIA

Con Pablo Gómez adiós a los intocables

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Ha dado muestras de que no le impone el poder y ser respetuoso de la ley * Si encuentra mentiras en el expediente contra Ricardo Anaya y si halla ‘asuntos por encargo’ en la UIF, seguramente los mandará al carajo, no importando quién lo haya ordenado

 

POR EL SEÑOR LÓPEZ

 

Los intocables.

Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, siete años mayor que este menda y su héroe máximo, gozaba de probada popularidad entre el personal femenino que antes solía alojarse en cuartos de azotea y aparte, siempre gustó de los dineros de dudosa licitud: planeando desafueros era magistral; mintiendo, un artista; realizaba sus bellaquerías con seguridad de experto relojero y engañaba con seriedad de obispo.

Ya grandes los dos y él muy adinerado, este López le preguntó cómo hizo para salirse siempre con la suya y mirando hacia el horizonte como lama tibetano a punto de develar un misterio, explicó: -“Nunca confiarse y jamás tener cómplices, jamás… y tú, ándate derecho porque eres muy bobo” –bueno, eso dijo.

 

PABLO GÓMEZ NO AFLOJA EN LAS DERROTAS

Un problema de la política y el gobierno, es que son actividades gregarias. Nadie dedicado a tan nobles oficios puede ser un solitario. La naturaleza de sus actividades obliga a trabajar en grupo o dirigir grupos. El otro problema es que no todo mundo hace de la discreción, guía de vida. Ni modo.

Pablo Gómez fue nombrado por el Presidente de la República como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

De verdad el Presidente practica la amnesia selectiva: Pablo Gómez en 2000 compitió por la candidatura del PRD a la Jefatura de Gobierno del entonces DF y denunció que Andrés Manuel López Obrador no era elegible por no tener la residencia en la capital de la República que la ley exigía; perdió, como todos sabemos, pero tenía razón: López Obrador fue candidato y jefe de Gobierno ilegalmente.

Luego, en 2006, Pablo Gómez fue nuevamente precandidato a jefe de Gobierno del DF, pero declinó en apoyo a Jesús Ortega y formaron el Tucoi (Todos Unidos con la Izquierda) para descarrilar a Marcelo Ebrard… pero López Obrador quería a Ebrard y Ebrard fue.

Pablo Gómez inició su militancia política en 1963 incorporándose al Partido Comunista Mexicano, tenía 16 o 17 años. Luego de su estancia en la cárcel más de dos años, por su participación en el Comité Nacional de Huelga del año 68, el partido le asignó mil pesos mensuales, suficiente para vivir, pero con mucha estrechez… y no aflojó.

Después, en el seno del Partido Comunista se opuso a quienes querían la lucha armada que él veía como “aislamiento armado”, proponiendo el “trabajo de masas”. Acompañó a Valentín Campa en su candidatura a Presidente contra López Portillo. Perdieron… y no aflojó.

Pablo ha militado en los partidos Comunista de México, Socialista Unificado de México (PSUM), Mexicano Socialista (PMS), de la Revolución Democrática (PRD) y Morena, siempre en la izquierda, jamás en el PRI, haciendo como él dice, historia con las derrotas… y no afloja.

Por primera vez llegó a diputado federal en 1979 por la vía plurinominal, tres veces más ha sido diputado federal, también representante ante la Asamblea Legislativa del entonces DF y senador.

Nunca ha ganado un peso por lo que la generalidad de las personas llama “trabajo”, pero ha estado siempre muy activo, políticamente, se entiende. Jamás tampoco ha sido funcionario ni ha formado parte de ningún gobierno. Esta es la primera vez, a los 75 de edad, en que tiene un cargo en la administración pública y muy difícilmente podrá aprender nuevas maneras de actuar: es político y se desempeñará en el cargo como político, con el inconveniente de que es un tipo con convicciones que ha honrado durante 58 años, libre y preso.

Se puede coincidir o no con su marxismo tropical, pero tiene prestigio de señor serio, de que su talante no es soberbio y de negociador experto, además de tener muy claro que la ley es para respetarse: cuando estaba a todo vapor la presión presidencial para hacer válido el desafuero pronunciado por la Cámara de Diputados federal contra el gobernador de Tamaulipas, García Cabeza de Vaca, don Gómez, en su calidad de  presidente de la Sección Instructora de la Cámara de Diputados, aclaró a la prensa sin que se le moviera un pelo por ir a contrapelo de los deseos presidenciales: “(…) quiero decirles que eso es una cosa de la competencia exclusiva del Congreso del estado libre y soberano de Tamaulipas”. Y era. Y enmudeció el palenque.

Gómez ha dado prueba de que no le impone el poder, no hay ante quien se achique, será que lo forjaron los años que jovencito estuvo preso en Lecumberri y no aflojó, como no aflojó ante el presidente Fox, al que denunció por el uso ilegal de recursos en su campaña, a través de Amigos de Fox, y se dio tiempo para participar muy activamente en lo del ‘Pemexgate’, también por dineros indebidos en la campaña presidencial de Francisco Labastida, que le costó mil millones de pesos de multa al PRI. El poderío del PRI y del sindicato de Pemex no lo arrugaron. Guango no es.

Por eso, porque es un militante convencido de la izquierda que está a la izquierda de no pocos de los morenistas al uso, y porque respeta las reglas de eso que está como pasado de moda en este gobierno (la ley), hay no pocos preocupados. Sin embargo, los asuntos en curso de la UIF no roban el sueño a nadie, están ya muy ventilados, tanto lo del Lozoya como todo lo de los sobornos de Odebrecht… pero que él vaya a sostener mentiras si las encuentra en el expediente contra Ricardo Anaya, dé por seguro que no lo hará y si encuentra asuntos por encargo en la UIF, no los seguirá, sea quien sea el que los haya ordenado, que en este caso es sólo el Presidente.

Ignora el del teclado las razones del Presidente para este nombramiento en la Unidad de Inteligencia Financiera, con lo que significa de acceso a los secretos de esa inquisición laica, pues Pablo Gómez, aparte de que en su larga carrera política nunca ha actuado de manera cómplice de nadie ni ha estado envuelto en chismes ni escándalos, no ve para arriba a ningún Presidente y tampoco al actual, al que conoce de mucho y bien.

El Presidente va a tener que aprender a sostenerle la mirada.

Y algunos cercanos al Presidente se van a enterar que no existen los intocables.

LA FERIA

AMLO prepara ajuste de cuentas para el 1 de septiembre de 2024

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Votar todos por Morena en julio del año próximo es la aceptación implícita de que no logró -con su “revolución pacífica”- la transformación nacional * Quiere hacer realidad su proyecto político para México, en el último mes de su gobierno, conseguir en 30 días lo que no logró en todo su periodo: Concentrar en el Ejecutivo el control total del Legislativo, la sumisión del Judicial y anular por siempre los órganos autónomos como el INE

 

ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN

 

Recoger varas.

Tío Fernando era terco y muy enamoradizo. Divorciado dos veces, viudo una y setentón, empezó a cortejar a una vecina joven y cimbreante belleza que no le hacía ningún caso.

Para sorpresa del barrio, llegó a cuarentona sin casarse, pero el tío la seguía asediando, aunque ya tenía casi noventa de edad. La cosa paró cuando la no tan joven, un día le dijo: -Don Fernandito… es por su bien… yo lo mato en la primera noche –se ofendió. Era cierto.

 

SISTEMA ELECTORAL ES MIXTO

En México, muchos creen que el Presidente de la República, los 500 diputados y los 128 senadores, son elegidos directamente mediante el voto popular. No es cierto.

El Presidente, sí, claro, y queda el que consigue más votos y punto. Pero para diputados y senadores el sistema electoral es mixto.

De los 500 diputados, 300 son electos directamente, son los de mayoría relativa. Los otros 200 son de representación proporcional (los plurinominales, inventados en Alemania por ahí de 1949) que originalmente eran para dar representación a las minorías.

En México a grandes rasgos, salen de las cinco listas cerradas y bloqueadas en las que cada partido pone a los 40 que les pega la gana (cinco listas, una por cada una de las circunscripciones en que dividieron nuestros gobernantes al país, haciendo lotes de estados).

Cuando usted vota lo hace por un diputado y aparte por una lista de pluris en la que, no  olvide, usted no puede ni opinar y el diputado pluri no lo representa a usted ni a ningún estado en particular. Chulada. Hay condiciones como que ningún partido pueda tener más de 8% de sobrerrepresentación ni más 300 diputados (excepto si los gana con su votación directa). Si le interesa el detalle léase el Artículo 54 de la Constitución Política.

Más divertido es con los senadores. Son 128, cuatro por cada estado (incluida la capital del país). Los partidos ponen dos candidatos para cada estado (lo llaman “fórmula”, uno la encabeza). Los primeros 64 son los que ganaron la votación en cada estado, directo, sin problema. Los siguientes 32 son los que perdieron y quedaron en segundo lugar, pero ponen al que encabeza la fórmula derrotada (“primera minoría”, le llaman); perder y entrar, bonita cosa.

Los últimos 32 son plurinominales, salen de una sola lista nacional presentada por cada partido, cerrada y bloqueada.

Nada más para que tenga una idea del enredo que es nombrar a los senadores pluris, para su elección aplican el “método de cocientes” (para que se oiga bonito), que consiste en tomar toda la votación nacional (para senadores, claro), y dividirla entre 32 (el número de estados), y lo que salga se usa para dividir -entre eso- los votos de cada partido y (¿dónde quedó la bolita?) ese el número de senadores pluris que les tocan.

Tan fácil que es asignarlos directamente conforme al porcentaje de votos obtenidos y ya, pero no, la cosa es científica. Ni la burla.

Así que tómeselo con calma cuando le digan que el pueblo soberano elige a sus representantes. Sí, pero no tanto, ni a todos. Pa’l caso.

Viene esto a cuento de la proclama presidencial pidiendo que el 2 de junio de 2024 todos salgan a votar “en línea”, queriendo decir que la gente vote parejo por Morena en todas las candidaturas y listas, para continuar con la transformación nacional (¡qué miedo!).

El Presidente espera que nosotros, todos los del peladaje nacional, a su corcholata (preseleccionada, precocinada, un minuto en la urna y ¡lista para servir!) le otorguemos la Presidencia de la República y a su partido (con sabroso aderezo de rémoras incluidas), dos terceras partes cuando menos, de los votos para legisladores, de manera que él pueda enviar el primer día de la siguiente Legislatura, el mero 1 de septiembre de 2024, iniciativas de reformas a la Constitución para ajustar cuentas al INE, la Suprema Corte y seguro también a los órganos autónomos.

O sea: es la confesión involuntaria del Presidente de su fracaso, la aceptación implícita de que no logró con su “revolución pacífica” la transformación nacional (la cuarta, no se le olvide), que él solito declaró desahuciada cuando afirmó que sin recuperar la seguridad pública no habría 4T. Bueno, pues no hubo.

Y francamente da casi ternura este su postrer intento, porque él termina su periodo a las doce de la noche del lunes 30 de septiembre de 2024, y quiere hacer realidad su proyecto político para México, en el último mes de su gobierno, conseguir en 30 días lo que no logró en todo su periodo: concentrar en el Ejecutivo el control total del Legislativo, la sumisión del Judicial y anular por siempre los órganos autónomos como el INE.

No pudo porque para rehacer la Constitución a su gusto, nunca tuvo las dos terceras partes, más un voto, en el Congreso.

En 2018, cuando él arrasó en las urnas, Morena & Asociados, en el Senado se quedó por el resto del sexenio sin mayoría calificada, esos malditos dos tercios más uno de votos, que son requisito indispensable para reformar la Constitución (controla 76 senadores, le faltaron desde el primer día 10 votos).

Ya sin el Senado lo de la Cámara de Diputados era lo de menos, pero tampoco consiguió mayoría calificada (consiguió 324, también 10 menos).

“Maldita la hora, pero en las elecciones de 2021 lo arreglamos”, debe haber pensado, olvidando que el Senado dura todo su sexenio. Y en 2021, en la Cámara de Diputados ganó 42 curules menos; mal resultado inesperado porque estaba en la plenitud de su poder el Transformador Patrio.

No consiguió lo que quería ni cuando arrasó en las urnas y con su impulso consiguió muchos votos para su partido y el PT, el Verde y el PES. Tampoco lo logró estando en la cúspide de su poder. Es un misterio que piense que lo va a lograr cuando le quede un mes en La Silla.

Quede quien quede en la Presidencia, va a seguir haciendo coros al son que diga el Presidente López Obrador, cuatro meses no es tanto. Y en el Congreso, piense con quién van a querer quedar bien, con el que ya está empacando o con quien va a mandar seis años. Política es tiempo, dice él, y su tiempo es el de recoger varas.

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LA FERIA

Al Presidente se le está yendo el poder entre las manos

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La decisión más importante de su sexenio, su sucesión, se le va a complicar * El pleito en Morena será a navaja

 

ADOLFO LÓPEZ MAÑÓN

 

A navaja.

Tía Marilú cometió la imprudencia de contraer nupcias con tío Neto (Ernesto, claro), quien no era mala persona, lo que es más, era un buen tipo, pero tenía un defecto que hacía la vida muy incómoda: cambiaba de opinión todo el tiempo.

Salían de su casa al teatro y la llevaba al cine; iban de vacaciones a Veracruz y acababan en Querétaro; una vez iban a Europa y ya en el aeropuerto, en la sala de abordar, el tío dijo que iba al baño y nunca regresó (ella sí se fue). Así, el día que su hijo mayor, Neto Chico, le dijo a su mamá que fueran a pedir la mano de su novia, ella le ordenó: -Ni se te ocurra decir nada, preparen todo, me dices la fecha y en qué iglesia… a tu padre, ni media palabra -ella acompañó a su hijo al pie del altar y tío Neto llegó al banquete, un ratito.

 

LA NECEDAD DEL PRESIDENTE

Tal vez ha jugado alguna vez a decir una palabra, una sola, para describir un personaje de la historia: Colón, América; Cuauhtémoc, pies; Hidalgo, independencia; Madero, asesinato; Porfirio Díaz, bigotón; Hitler, guerra; Clinton, Lewinsky. ¿Sí, verdad?.., bueno, qué palabra se le ocurre para nuestro Presidente: terco (o necio, que no es lo mismo).

Sí, extrañamente entre buena parte de nosotros los gallardos integrantes del peladaje nacional, el Presidente tiene fama de ser aferrado a sus ideas (obcecado, testarudo, inflexible), o entre los que son sus admiradores: coherente, firme, decidido, fiel o lo que se le parezca.

Pero el Presidente no siempre respalda con sus hechos sus dichos y a veces dice y se contradice, sin que eso cambie la impresión de la generalidad de los tenochcas simplex, de que es más fácil que el Papa salga en el Playboy a que el Presidente cambie alguna de sus ideas. Van dos ejemplos, para que vea que no es mala fe:

Primero, lo de enjuiciar expresidentes de la República. Durante su campaña habló de que los llevaría a juicio y hasta llegó a decir que los encarcelaría. Ya como Presidente electo, en entrevista con Carmen Aristegui, el 21 de noviembre de 2018, a punto de tomar el poder, declaró: “No sería conveniente, porque significaría conspirar contra la estabilidad política del país… tendríamos que enjuiciar a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, y habría demasiado escándalo (…)”.

Luego en su madrugadora del 15 de enero de 2019, dijo: “(…) la crisis en México tiene que ver con la política llamada neoliberal, una política de pillaje que se aplicó” y que por esa razón, se le iba a “preguntar” a la gente.

En junio de 2019, dijo que la consulta popular para enjuiciar a los expresidentes se realizaría solo “si es indispensable, si es mucha la exigencia de la gente”, e insistió en no estar “anclados en el pasado”.

En septiembre de 2019, dijo que su gobierno no era partidario de iniciar denuncias contra administraciones pasadas: “Lo pasado, pasado”, remató.

Bueno, se hizo la consulta el 1 de agosto de 2021, casi tres años después de que lo propuso, pero advirtió que él votaría que no, que no se les enjuiciara. Con tales incentivos, acudió a la consulta poco más del 7% del padrón electoral.

En resumen: de enjuiciarlos y encarcelarlos a fíjense que siempre no. ¡Vaya!

El segundo ejemplo es lo de su relación con el Trump. En 2017, criticó la “actitud sumisa” de Peña Nieto y advirtió que interpondría una denuncia ante la ONU por violación a los derechos humanos y discriminación racial, si Quique Copete no lo hacía. No lo hizo. Él tampoco. Ya cuando era candidato, sacó el libro ‘Oye Trump’, en el que le dijo canalla al Trump, lo comparó con Hitler, propuso la defensa de los migrantes (sí, de los migrantes), y se bailó un zapateado en Peña Nieto por sumiso y sacón.

Luego criticó la idea del Trump de construir un muro en la frontera y rechazó las amenazas que dirigía hacia México: “(…) vamos sin baladronadas, sin amenazas, de manera responsable, a defender la soberanía de México”.

Asumió la Presidencia y a los siete meses, en junio de 2019, puso el muro militar para detener a los migrantes, después de que Trump amenazó con aranceles a México y en julio de 2020 visitó al Trump en su casa (la Casa Blanca), le agradeció lo respetuoso que era con México… y declaró muy orondo: “El presidente de Estados Unidos y yo somos amigos”.

De las bravatas al trato de cuatachos. ¡Vaya!

Y esos son dos ejemplos nada más, que de regresar las tropas a los cuarteles a militarizar toda la seguridad nacional y parte de la administración civil del país, hay un océano de diferencia que él explicó ampliamente diciendo “cambié de opinión”. Que de “primero los pobres” a cancelar programas de probada eficacia en el combate a la pobreza como entre otros, el de Apoyo a la Vivienda; Atención a Jornaleros Agrícolas; Empleo Temporal; Comedores Comunitarios; Apoyos para la Protección de las Personas en Estado de Necesidad; y eliminar las estancias infantiles para apoyar a madres trabajadoras; sí, hay mucho trecho.

Por eso no debe sorprenderse nadie de que a veces el Presidente deje colgados de la brocha a los suyos, como el martes que anunció tan fresco que siempre no va lo del cabotaje que tenía con los pelos parados al sector aeronáutico. O que la iniciativa suya de él de limitar las facultades del Tribunal Electoral (TEPJF), que empujaban sus legisladores contra viento y marea, de repente la haya descalificado.

Dirá usted que es de sabios cambiar de opinión y sí, es de sabios, pero en esto de la alta grilla no es muy recomendable que se le pierda la confianza al líder y menos cuando se aproxima ya a toda velocidad el destape de la corcholata que él y solo él va a lanzar como candidata a la Presidencia de la República, pues doña Claudita ya ve en el lomo de un venado su elección y los otros dos corcholateados, andan mirando para atrás como con desconfianza y ninguno de ellos, ni el secretario de Gobernación ni el canciller, son primerizos ni dejados.

Al Presidente se le está yendo el poder entre las manos y la decisión más importante de su sexenio, su sucesión, se le va a complicar, mucho y en su partido el pleito va a ser a navaja.

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LA FERIA

¿Qué prefiere: una democracia cara o una dictadura barata?

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Lo verdaderamente caro es el dinero que se evapora por ineficacia gubernamental *El presupuesto del Instituto Nacional Electoral, 14 mil millones de pesos, no es nada comparado con lo del Tren Maya, 400 mil millones de pesos, que no irá a ninguna parte

 

SEÑOR LÓPEZ

 

Tentativa.

La prima Alicia se casó como se debe: muy enamorada y para sorpresa de toda la familia, poco después de dar la feliz noticia de que estaba en estado de buena esperanza, dejó al marido y para siempre, porque -contaba ella- era duro para gastar y cuando le dijo que estaba embarazada, el tipo se alarmó y comentó que iba a buscar “un buen presupuesto” porque si no, el kilo de hijo les iba a salir “más caro que de caviar”.

¡A volar! Ella sola se encargó de su hijo y se le tituló de ingeniero civil.

 

PLAN FRUSTRADO

Vamos a hablar en serio: el gobierno federal, no… más bien, algunos del gobierno federal… no, tampoco… algunos del grupo duro de la 4T (¡eso!), algunos de los dogmáticos de la 4T, saben que difícilmente se van a salir con la suya en eso del Plan B para debilitar al INE hasta la inanición.

Ante la derrota en el Congreso para en los hechos, desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE), mediante una reforma a la Constitución, de inmediato el Presidente de la República ejerció su derecho al pataleo, como hizo con las reformas a las leyes del sector eléctrico, con la diferencia de que en el caso del INE los afectados directos no son un grupo de empresas sino todo el país con lo que significa de resonancia y alarma social.

También se dan cuenta esos del grupo de los más fieles al proyecto presidencial, de que la sola iniciativa de reformas legales (el Plan B, que propone modificaciones que violan la Constitución) es -en sí misma- una derrota política de consecuencias ineludibles porque es muy difícil defender reformas legales que desarman el entramado institucional que nos garantiza elecciones libres y confiables que permiten la pacífica trasmisión y transición del poder: del año 2000 a la fecha, el Poder Ejecutivo ha estado en manos el PAN, del PRI y de Morena, sin achuchones; y en los estados de la República juegan brisca y hay cambios y recambios en el poder sin sobresaltos ni asonadas.

El argumento mendaz de que las reformas a las leyes del INE son para ahorrar dinero, se desmorona ante la evidencia de las carretadas de dinero que el país puede destinar y destina a otros programas de importancia sectorial (si es que la tienen) y más cuando reflexiona uno que el INE nos cuesta este año 2023, a cada uno de los tenochcas con credencial de elector, 145.68 pesos por cabeza, en todo el año, 40 centavos diarios (presupuesto aprobado del INE este año: 13 mil 987 millones 856 mil 773 pesos; con un padrón electoral de 96 millones 19 mil 567 electores).

Habrá quien diga que este año se gasta menos porque no hay elecciones en todo el país. Cierto. En el 2021 cuando tuvimos elecciones federales, el INE ejerció un presupuesto total de 19 mil 593 millones 797 mil 958 pesos, con un padrón de electores de 93 millones 984 mil 196 alegres tenochcas. O sea, 208.47 pesos por piocha… no es tanto, son 57 centavos diarios. No sé usted, pero este menda está dispuesto a pagar un pesote diario con tal de conservar un sistema de probada eficacia para dirimir sin balazos quién nos gobierna y para poder dar y quitar el poder, tachando en una boleta.

El Presidente dice (y repite) que el INE, nuestro INE, es el sistema electoral más caro del mundo y sorprende que en no pocos artículos de prensa se sostenga semejante cosa, comparando peras con manzanas y dejando de lado que en nuestro país el órgano electoral destina por ahí del 35% de su presupuesto en financiar a los partidos políticos, gasto que no hacen los gobiernos de muchos otros países porque no son como nosotros de desconfiados; aparte el INE paga la actualización del padrón electoral y la expedición de la credencial para votar que es en la realidad el único documento nacional de identidad en México (en esto, más o menos se va un 21%); además paga directamente los tiempos de radio y televisión para el propio INE y todos los partidos, fiscaliza su gasto y corre con el costo completo de la organización de los procesos electorales, entre muchas otras cosas de alcance federal y estatal.

Considere usted nada más que para realizar el proceso electoral federal del 2021, el INE movilizó a 14 millones de ciudadanas y ciudadanos elegidos por sorteo, mismos 14 millones que son visitados y capacitados para elegir entre ellos a un millón 400 mil que participan en los comicios: montan todas las casillas electorales; verifican la identidad de cada elector y registran su participación; reciben y cuentan los votos; elaboran las actas de casilla por cada puesto a elegir; y custodian y entregan los paquetes de boletas electorales. Se dice fácil y es difícil. No es exagerado decir que es lo único que en México nos sale bien… no, no bien: muy bien.

Cada vez que usted ha ido a emitir su voto debería tener presente que todos los que están en la casilla y cuidan de su voto, son ciudadanos comunes y corrientes, sus vecinos, y que a todos los capacitó el INE.

Pero vamos a no necear, aceptemos (sin conceder porque no es cierto) que nuestras elecciones son las más caras del mundo. Lo valen.

Lo verdaderamente caro es el dinero que se evapora por ineficacia gubernamental, con obras inmensas de presupuesto por averiguar: en agosto del año pasado el Presidente aceptó que la refinería de Dos Bocas ha más que duplicado su costo y ya va en 360 mil millones y que el Tren Maya terminará costando 70% más de lo planeado, 400 mil millones de pesos y eso sí es caro, 400 mil millones por un tren que no va a ninguna parte (y su costo equivale a más de 20 años de INE). Y peor es la corrupción, eso sí que es muy caro, como el desfalco de 9 mil millones en Segalmex.

Si de ahorrar en elecciones se trata, lo que no falla es la dictadura, eso sí es barato, lástima que sea imposible en México que no es Venezuela, Nicaragua ni Cuba, por cierto.

No es de esperar que los magistrados de la Suprema Corte estén dispuestos a pasar a la historia como los asesinos de nuestra democracia, nomás por no darle un disgusto al huésped de Palacio, quien le guste o no, se dé cuenta o no, ya lo es en grado de tentativa.

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