El Barcelona vivió algo que nunca le había pasado en las 16 temporadas de Champions League en las que tuvo a Lionel Messi: perder su primer partido en la fase de grupos.
Un 3-0 propinado a domicilio por el Bayern Múnich marcó el inicio de la era post “Pulga” para los culés en la competencia internacional, resultado que soltará una ola de críticas para el DT Ronald Koeman y compañía. No es para menos, el equipo no tuvo un solo disparo al arco en todo el partido.
Los culés no pudieron ante un Bayern que estrenó en la competencia al técnico Julian Nagelsmann y se valió del olfato goleador de Thomas Muller y Robert Lewandowski.
Al minuto 34 Muller mandó un disparo de larga distancia que tuvo un ligero desvío en Eric García, por lo que el arquero Marc-André Ter Stegen ya no pudo hacer nada.
La ventaja aumentó al 56′ por obra de Lewandowski, esto al aprovechar un balón rebotado en el poste que puso ahí Jamal Musiala. Fue el mismo delantero polaco el que puso el tercero al 84′ con un remate en el corazón del área, previo recorte a Sergio Busquets.
La última vez que el Barcelona perdió su primer partido en una fase de grupos de la Champions fue en la temporada 1997-98, ante el Newcastle. Aquel equipo terminó en el fondo de su sector, como lo está actualmente este luego de un partido.
Hasta el momento el fichaje de Kylian Mbappe es un experimento fallido * Todavía hay tiempo para que el Real Madrid destrabe su campaña de Champions League y para que el astro francés enderece su rumbo sobre el césped del Santiago Bernabéu, pero ambos tienen que hacer autocríticas introspectivas y encontrar soluciones este invierno
DIEGO CASTILLO
El fichaje de Kylian Mbappe por el Real Madrid sólo puede ser caracterizado como un experimento fallido hasta el momento.
La mística ganada por los merengues tras grandes hazañas y heroicas remontadas se ha estado disipando esta temporada con derrotas que no eran habituales y ponen al astro francés en el ojo del huracán.
El Real Madrid tiene que tener mucho cuidado, porque hoy sigue siendo el campeón defensor de la Champions League y el contrincante más intimidante en todo el Viejo Continente y el mundo, pero si pierde ese sello o los demás ven que la corona está protegida sólo por una cortina de humo, recuperar ese estatus es como escalar una montaña desde la base.
Ya pocos se acuerdan, pero antes de esta época de dominación madridista, las cosas eran muy distintas.
Antes, la instancia de octavos de final era el invierno ruso para los blancos. Empezando en la temporada 2004-2005, Real Madrid se despidió de su añorada orejona en esta ronda seis temporadas seguidas, después vinieron tres temporadas donde las semifinales fueron la aduana infranqueable.
Esta temporada quizá no se han acostumbrado a la fase de liga que adoptó la Champions League, pero ahora se encuentran en la última posición que les permitiría acceder a la siguiente fase.
Ya fueron doblegados en casa por el Milan, algo que no pasaba desde el 2009. También perdieron en Anfield, con Mbappe errando desde los once pasos.
El imperio merengue se encuentra al borde de la cornisa y con sus enemigos dándose cuenta que hay rupturas en la armadura.
Necesitan que Kylian empiece a jugar como lo que es, o lo que ha sido, un campeón del mundo con un dinamismo intratable.
En teoría este sería un matrimonio en lo futbolístico, digno de una novela de Jane Austen, y todavía tiene chance de tener ese desenlace, pero por ahora las energías de Real Madrid no están en sintonía.
Si analizamos los números, Mbappe lleva 10 goles en 20 partidos con la camiseta de los galácticos, no son estadísticas pobres, pero tampoco reflejan la incomodidad que se percibe cuando está jugando el atacante francés.
Carlo Ancelotti le pide que sea centro delantero en su esquema; el problema es que Kylian no se siente cómodo en dicha posición y no ha podido adaptarse.
Hay precedentes que indican que el astro francés puede y debe asentarse en el rol protagónico de un nueve. Su paralelo y antecesor más directo es Thierry Henry, quien también sus primeros pasos futbolísticos los dio como extremo y no fue hasta que reculó el Arsenal de Arsene Wenger que floreció como centro delantero y se convirtió en el máximo artillero del club londinense.
Es justo Thierry Henry, quien ha tenido las críticas más punzantes para Mbappe, subrayando la ineficacia de sus movimientos y distanciamiento con el resto de sus compañeros.
Otra luminaria del Real Madrid y selección francesa, Karim Benzema, ha señalado fuertemente a su ex compañero nacional y dice que se tiene que adaptar sin excusas a su nueva posición si quiere tener una larga carrera en la casa blanca.
El último problema, y el más profundo, es el estado mental del astro francés. Aunque en varias veces ha manifestado que el Real Madrid es un sueño, pero su salida del Paris Saint Germain fue tempestuosa, y ya una vez hace tres años rechazó su primera oportunidad para tomar el tren a Madrid. Eso le ganó cierto escepticismo en los ojos del aficionado merengue, que no lidia con el rechazo de la manera más armoniosa.
A todo esto, le podemos sumar su complicada situación con su selección. Antoine Griezmann se retiró del combinado galo sin muchos reflectores y con un aire de inconformidad al poco reconocimiento por su trayectoria.
El gafete de capitán naturalmente recayó en Mbappe, pero desde entonces ha brillado por su ausencia en las listas de Didier Deschamps.
Hace un mes, cuando fue confrontado por la prensa sobre la omisión de su mayor estrella, Deschamps dejó dos cosas muy claras: Kylian quería venir a su selección y Didier decidió que era mejor para el grupo que se quedara en Madrid.
Todavía hay tiempo para que el Real Madrid destrabe su campaña de Champions League y para que Kylian Mbappe enderece su rumbo sobre el césped del Santiago Bernabéu, pero ambos tienen que hacer autocríticas introspectivas y encontrar soluciones este invierno.
Si hay justicia deportiva, Cruz Azul debe llevarse la décima a la Noria * Si seguimos con este formato de liguilla, creo que mediocridad y Liga MX serán sinónimos en perpetuidad
DIEGO CASTILLO
El torneo regular ha culminado y ahora damos paso a la famosa liguilla del futbol mexicano. Hay un equipo que claramente fue el mejor del semestre, pero las lecciones de la historia nos dictan que dicho equipo pocas veces logra cristalizar su dominio en trofeos para sus vitrinas.
Sí, estamos hablando del Cruz Azul. Bajo la tutela de Martín Anselmi, la Máquina ha adoptado y amaestrado un estilo de juego pocas veces visto en las canchas de nuestro país.
En caso de que se haga justicia, los celestes llevarán su décimo título de liga a la Noria, pero como ya es costumbre en México, la justicia deportiva con los equipos, jugadores y aficionados no interesa a los altos mandos de nuestro balompié.
Empecemos por los aficionados. Casi todas las semanas – como la que viene- donde hay un parón internacional y la actividad futbolística disminuye, diversos programas de televisión le dedican minutos de aire al diagnóstico del porqué la gente ya no va a los estadios y se ven tribunas semivacías y deslucidas en las transmisiones.
Los problemas de siempre son repasados, la baja calidad de nuestro futbol, el incremento de jugadores extranjeros, la inseguridad que se vive en el país, el deterioro de los inmuebles, el elevado costo que conlleva una salida familiar al estadio.
En contadas ocasiones se menciona la televisión y sus horarios como causa de la falta de afición en las butacas, pero ese también es un mal que aflige a la Liga MX desde hace varias temporadas.
Los dos equipos que más le han dado rating a las televisoras en 2024 son América y Cruz Azul, y la gran mayoría de sus encuentros se celebran a las 21:00 horas, cuando hasta hace poco jugaban los sábados a las 17:00 horas.
El aficionado prefiere un horario vespertino que le permite contemplar a familiares. Sin embargo, el horario nocturno es un horario de primetime, donde el rating televisivo es el que manda.
Entonces, no deberían aparentar asombro si las mismas televisoras son las que han contribuido en el éxodo masivo de las tribunas.
Otro factor que aleja a los aficionados, y esto abarca a todos los que consumen futbol y no solo la experiencia en vivo, es que la transmisión de un partido de futbol en TV abierta está en peligro de extinción.
En la era streaming tienes que tener múltiples suscripciones a través de varias plataformas para no perderte un solo partido de nuestra liga y la calidad exhibida en el campo, francamente, no lo vale.
La verdad, si hay que pagar streaming, el aficionado va a optar por competencias como la Champions League por encima de la Liga MX.
Para los que todavía seguimos aquí, es evidente que se ha abierto una brecha más grande que la falla de San Andrés entre los equipos poderosos y los equipos que, sin la amenaza del descenso, se estancan en una mediocridad pasmosa y una pobreza futbolística intolerable.
Eso hace que se diluya el interés en la liga y se quede atrapada en una arena movediza de desinterés y un pantano de inoperancia.
Sé que es muy ingenuo pedir como en mis sueños de la infancia el regreso del formato de torneos largos.
Las televisoras no lo permitirán porque dos liguillas al año significan una subida de rating y derechos considerable, aunque sigo creyendo que no es tan ingenuo pedir que se copie un formato de liga europea para poder darle a nuestro futbol una plataforma para el crecimiento. Si vamos a copiar, que sea de los mejores.
Pero lo que sí podría ser un punto medio agradable sería desterrar el play-in (se llamaba repechaje antes de que el marketing invadiera cada aspecto de nuestras vidas) y que se jugaran liguillas solo con los cuatro equipos mejor posicionados en la tabla general.
Eso forzaría a los equipos poderosos a jugar cada partido con seriedad desde el principio del torneo y quitaría la costumbre de echarse a la hamaca la primera mitad del torneo porque con una racha de tres victorias es suficiente para calificar.
Ese era un arte que los Tigres del Ricardo Tuca Ferretti en particular tenían dominada.
Esa al menos sería una liguilla de excelencia, que premia a los mejores. Si seguimos con este formato de liguilla, creo que mediocridad y Liga MX serán sinónimos en perpetuidad.
Si este es el final, o tan solo un hasta luego, o todo siga igual para el 2025, solo hay una cosa asegurada: El legado de Sergio Pérez como el mejor piloto mexicano de todos los tiempos y la figura que regresó el fanatismo por la categoría reina del automovilismo a nuestro país
DIEGO CASTILLO
Con tres carreras restando en la temporada 2024 de la Fórmula 1, el tema favorito de todos en el paddock es el futuro de Sergio Pérez en la escudería Red Bull Racing y su rumorada salida. Aunque el piloto tapatío firmó una extensión de contrato, su asiento sigue calientito y los últimos resultados no lo han ayudado para escudarse.
La baja de rendimiento se explica en 2 factores: El emparejamiento de las demás escuderías con Red Bull y la mala temporada que ha tenido Sergio Pérez a nivel personal.
Hasta el momento marcha en octavo lugar en la tabla de puntos individual, 242 puntos detrás de su compañero Max Verstappen. La consecuencia es que la ventaja que Red Bull gozaba en el campeonato de constructores a principio de temporada se evaporó y ahora Red Bull se encuentra en tercer lugar, persiguiendo a McLaren y Ferrari.
La tabla de constructores es la que dicta las acciones de las escuderías porque entre más arriba quedes, más grande es la rebanada del pastel de derechos de televisión y más recursos te da la Fórmula 1. Por eso se dice que el doble podio de Alpine en Interlagos que los llevó de noveno al sexto lugar, es un resultado que les redituará millones de dólares.
Sergio Pérez no ha cumplido con su carga de puntos este año y desde mitad de temporada se han escuchado susurros sobre su futuro a pesar de su nuevo contrato. La última vez que se subió al podio fue en China hace más de siete meses. Su declive normalmente empieza los sábados, en esta temporada ha calificado en la parte de atrás de la parrilla (décimo o peor) en nueve carreras, y tres veces más en octavo lugar.
En temporadas anteriores el monoplaza de Red Bull era capaz de recuperarse de situaciones precarias, por la ventaja que ostentaba sobre los demás autos en la parrilla. En 2023, si Verstappen o Pérez sufrían un desliz en clasificación, se podían recuperar como bólidos en la carrera y estaban peleando por la punta en cuestión de vueltas.
Este año no ha sido así. Desde principios de temporada, ambos pilotos de Red Bull se han quejado del balance del coche, los frenos y el piso. Ya se quedaron atrás los días en los que Red Bull desaparecía a la distancia. Los errores en clasificación ya no se lavan tan fácilmente y Checo en particular ha tenido días difíciles en los que no ha podido rebasar coches que antes dejaba parados.
El reflejo de su peor temporada en Fórmula 1 es que solo ha estado en la punta de carrera en una vuelta esta temporada. Sus múltiples abandonos, particularmente en Mónaco, Canadá y Baku, le han costado caro a la escudería en reparaciones.
Con el tope de gastos que impone la FIA, las mejores refacciones y mejoras de chasis se han ido al monoplaza de Max Verstappen, quien siempre ha sido el claro número uno para los dirigentes del equipo basado en Milton Keynes.
Después del Gran Premio de Interlagos, donde Max Verstappen manejó virtuosamente a una victoria que casi asegura su cuarto título individual, Checo se enfrascó en otro duelo con un pretendiente a su asiento, Liam Lawson. Esa batalla lo dejó fuera de los puntos por segunda carrera consecutiva; en las últimas cinco carreras Sergio Pérez sólo ha sumado siete puntos para la causa del toro rojo.
Se le está acabando el tiempo a Red Bull, en este momento se encuentra 13 puntos detrás de Ferrari y 49 detrás de McLaren. Si se les escapa el campeonato de constructores, el chivo expiatorio será Pérez. Eso es algo que maquillaría muchos de los problemas internos que viene arrastrando la escudería que ha ganado los últimos tres campeonatos de constructores.
No olvidar que el director del equipo, Christian Horner, tuvo su propia controversia a principios de temporada, cuando se le acusó de comportamiento indebido dentro de la escudería.
Tampoco es detalle menor que la mente maestra detrás del monoplaza dominante de Red Bull, Adrian Newey, se marchará a diseñar el Aston Martin de Lawrence Stroll, tal es la confianza en Newey que como parte de su contrato le ofrecieron un lugar en la mesa directiva de Aston Martin, detalle que los puso arriba de cualquier otra escudería. Todos los equipos de la parrilla querían a Adrian Newey, pero Lawrence Stroll fue el único que hizo una oferta que no pudo rechazar.
El mismo Christian Horner, de los más fervientes defensores de Checo, ya dijo que su puesto es evaluado y que si las cosas no mejoran, no podrán continuar así la próxima temporada.
Aunque Pérez tiene contrato vigente para la próxima temporada, no se suelen tocar el corazón para hacer un cambio necesario. Ser compañero de Max Verstappen no es fácil y Checo lo ha manejado de manera admirable. Nada como Pierre Gasly o Alex Albon, quienes fueron reemplazados a mitad de temporada y no han vuelto a tener una oportunidad con una escudería contendiente a victorias o títulos.
El problema para Checo es que para la próxima temporada ya casi no hay asientos. Las sillas musicales se están llenando y los equipos ya han designado pilotos para 2025, y en su mayoría han optado por jóvenes promesas. Si se decide por la continuidad del mexicano, se le seguirá dando favoritismos a su compañero holandés, con un presupuesto más apretado.
La alternativa sería tomar un año sabático de Fórmula 1. Sergio Pérez dejaría la parrilla como indiscutiblemente el mejor piloto en la historia de nuestro país y el embajador más importante que hemos tenido en este deporte.
Con todo el mundo especulando sobre el futuro de Checo Pérez, me parece pertinente recordar su carrera en la categoría reina del automovilismo y lo brillante que ha sido.
Sergio Pérez llegó como el primer mexicano en Fórmula 1 en décadas, 30 años después de Alfonso Rebaque. Muchos pronosticaban que solo se orquestó su llegada a Sauber porque los había abandonado BMW y necesitaban el dinero que Checo Pérez traía con sus patrocinadores.
Esas críticas infundadas se fueron disipando desde su primera carrera. Logró un séptimo lugar en el Gran Premio de Australia, siendo el único piloto en pista que optó por una parada en lugar de dos. A la postre, él y su compañero Kamui Kobayashi fueron descalificados por tener un alerón trasero ilegal, pero su pericia para cuidar sus llantas y sacarles el mayor provecho en pista se manifestó por primera vez y hoy en día es el sello de la casa y su mayor atributo como piloto de Fórmula 1. Su primera temporada finalizó con 14 puntos y la promesa de una larga y exitosa trayectoria.
Su primer podio llegaría en el Gran Premio de Malasia 2012, peleando la victoria hasta el final contra el Ferrari de Fernando Alonso. Su segundo lugar significó el mejor resultado para el equipo Sauber como equipo de fábrica. La temporada incluiría dos podios más. Su estatus en la Fórmula 1 dejó de ser cuestionado y McLaren lo eligió como sucesor de Lewis Hamilton en la legendaria escudería de Prost, Senna, Hakkinnen entre otros.
Algo sabía Hamilton y por eso dejó el barco McLaren, la temporada fue desastrosa en términos de equipo e individualmente para Checo. Para 2014, tuvo que dar un paso a una joven escudería que en 6 años de competencia nunca se había subido al podio y tenía una reputación por múltiples abandonos de carrera. Era Force India, fundada en el 2008.
En apenas su tercera carrera con ellos, Checo logró un tercer lugar, defendiendo las últimas vueltas ante Daniel Ricciardo, que claramente venía en un Red Bull superior. La defensa de Checo, que también se convertiría en marca de la casa, ahí quedó en evidencia.
Tuvieron que pasar seis años para que Checo consiguiera su primera victoria y la gestó de manera heroica en el Gran Premio de Sakhir 2020. Después de una colisión con Charles Leclerc en la primera vuelta que lo relegó al último lugar, Checo administró sus neumáticos de manera magistral y fue escalando posiciones sistemáticamente para tomar la delantera en la vuelta 64 y no mirar hacia atrás.
Esa enorme carrera lo puso en el radar de Red Bull, ya que en semanas previas se había anunciado que el equipo Racing Point se convertiría en Aston Martin y el ex tricampeón mundial Sebastian Vettel tomaría su lugar.
En Checo Pérez, Red Bull encontró un compañero perfecto para su hijo pródigo, Max Verstappen. Un piloto que entendería la jerarquía establecida, con experiencia, gran defensa y manejo de llantas. Por su parte, el mexicano no llevaba en su bolsillo todas las lecciones aprendidas en la funesta campaña con McLaren. No es casualidad que con Checo a su lado Verstappen haya ganado sus tres campeonatos individuales y Red Bull tres campeonatos de constructores.
Si este es el final, o tan solo un hasta luego, o todo siga igual para el 2025, solo hay una cosa asegurada: El legado de Sergio Pérez como el mejor piloto mexicano de todos los tiempos y la figura que regresó el fanatismo por la categoría reina del automovilismo a nuestro país.