A casi una semana del lanzamiento del misil (el resultado de la consulta sobre dónde debe construirse el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México), cuyo impacto, para muchos, daría en el centro de la operatividad económica de México, nada pasó.
Las mínimas ganancias del dólar frente al Peso, sobre todo a partir de la madrugada del lunes 29 y el martes 30 de octubre (la consulta concluyó el 28, tras cuatro días), así como las pérdidas, también mínimas, de la Bolsa Mexicana de Valores, no alcanzaron para un golpe del tamaño del de 1994, que, a la postre, se conoció como “el error de diciembre”, por más que muchos hicieron todo para que, cuando menos, se le pareciera.
Durante la semana, incluso, no soplaron vientos de guerra. Si acaso, una que otra mueca del sector empresarial, cuyo rictus no demostraba tirria hacia el próximo gobierno y sus acciones anticipadas de doblegar (separarlo del sector político, dice Andrés Manuel) al sector económico.

Vaya, el martes, apenas dos días después de que, como el 1 de julio, el factor “moreno” arrasara, Ildefonso Guajardo, Secretario de Economía, salió a decir que la “incertidumbre y la volatilidad en el tipo de cambio no es una tendencia” hacia una situación como la de 1994.
Existen, dijo, “opiniones diferenciadas”. “Pero de que este (el movimiento cambiario) puede ser un elemento que tenga consecuencias de una crisis, yo creo que es una lectura un tanto exagerada”.
Para el jueves, la información que se destacó en algunos portales informativos era que la Bolsa Mexicana de Valores cerró con una alza de 3.42 por ciento, su margen más amplio desde diciembre de 2014.

Aunque las teorías y los presagios seguían asomando, las ofrendas de muerto para Texcoco se diversificaron los días 1 y 2 de noviembre. El encontronazo por eliminar la obra cumbre del sexenio peñista se diluía.
Con ello, López Obrador no ganaba todavía nada; si acaso, cumplía un capricho. La prueba de doctorado será cuando eche a andar, o inaugure, las adecuaciones al aeropuerto “Benito Juárez”, al de Toluca y construya el de Santa Lucía.
Como cada semana, el futuro gobierno viene soltando una ráfaga de acciones emprendidas (antes de ser gobierno) y por emprender (a partir del 1 de diciembre).
Metido en lo suyo, superficialmente tocan asuntos que hoy, la verdad, ya no acalambran al actual gobierno federal, pues un mes se va como agua y poco falta para que la responsabilidad de todo cuanto pase en territorio nacional sea de Andrés Manuel y su equipo.

Y hablo, específicamente, de un tema que en relevancia se ha confundido con el del aeropuerto, el de la caravana de migrantes centroamericanos, que, cuando esto escribo, ya destaca un nuevo contingente, esta vez de salvadoreños, esperando cruzar a México vía Guatemala.
El asunto evoluciona peligrosamente. Ante las acciones del Gobierno mexicano por envolver la crisis en una atmósfera de control y asistencia humanitaria, sin deteriorar más la situación de quienes salieron de su país, hacia el norte de la República, la tensión comienza a sentirse luego de que el Presidente de Estados Unidos, con una elección intermedia encima, que apunta hacia otro triunfo republicano, advirtiera que impedirá la entrada de indocumentados a su país sea como sea.
Desde hace semana y media, Donald Trump advirtió sobre el envío a la frontera con México, primero, de unos mil elementos; después lo elevó a 5 mil y amplió hasta, quizá, unos 15 mil.

Pero lo que más preocupó, más allá de que sea otra de sus “habladas”, es que dijo que si los migrantes, ya estando en las puertas de Estados Unidos, lanzan piedras contra sus agentes, como lo hicieron contra la Policía Federal mexicana, ellos responderán con sus armas.
Hasta ahí, los temas de envergadura se los reparten Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto; aeropuerto y caravana de migrantes.
Este último, sin embargo, quizá la actual administración, en el mes que sigue, lo resuelva o lo deje casi resuelto; de otra forma, será una herencia caliente para el gobierno entrante.
DENUNCIAS A LA VISTA
Peña Nieto o López Obrador podrán sortear la caravana de migrantes que se dirige, vía territorio nacional, hacia Estados Unidos, pero el Presidente Electo apenas desdoblará el rollo que contiene sus promesas y proyectos.
Y ahí es donde se esconde una caravana de asuntos, temas, promesas, pero sobre todo de reacciones de quienes, en distintos niveles, se verán afectados por sus decisiones de modificar la vida social, política y económica del país. Es decir, de poner a México, ordenadamente, al revés. Vaya, literalmente, de transformarlo. De ir a su soñada cuarta transformación.
Digamos que, para hablar sólo de lo que ocurrió la semana pasada, el jueves, el Senado ordenó promulgar la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, bautizada como “Ley de Salarios Máximos” desde que Andrés Manuel, como pre y candidato de Morena, advirtiera que si él ganaba las elecciones federales (como ocurrió) nadie ganaría más que él.
Pues esta ley, además de regular los sueldos de los burócratas, incluye la desaparición de las pensiones de los ex Presidentes de la República, que, como en el caso de Felipe Calderón, dañaría a terceros, pues, según el ex mandatario federal, él lo dona a la fundación “Aquí Nadie se Rinde”, que ayuda a niños con cáncer.

Hacia atrás se sabe que los priístas Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari renunciaron, hace tiempo, a ese beneficio. El único que la dispondría, hasta ahora, sería Vicente Fox, además, al parecer, de Luis Echeverría, quien, en los últimos meses, ha padecido deterioro de salud.
Por una causa u otra, al menos los ex mandatarios panistas podrían presentar denuncias contra el próximo gobierno al ser retirado el beneficio que instaló el también ex Presidente Miguel de la Madrid.
Hasta aquí suman dos asuntos que podrían generar denuncias jurídicas, y hasta controversias constitucionales, la reducción de salarios a la burocracia y el retiro de pensiones a ex Presidentes.
A ello se suma la afectación también a la burocracia, que ante la descentralización propuesta por el Presidente Electo deberá migrar a ciudades en donde se establezca la cabecera de sus dependencias federales, zonas, por cierto, con un marcado contraste de desarrollo comparado con el de la Ciudad de México.
No queda fuera de esta “caravana de denuncias” las que pudieran generarse de parte empresarios a partir de la cancelación de las obras del nuevo aeropuerto en Texcoco. Información poco difundida señala que si ICA y Grupo Hermes expusieron públicamente su conformidad con las promesas de López Obrador, existen decenas de empresas involucradas que, sin embargo, están descontentas.
Tampoco lo que, por su parte y en defensa de sus intereses, esté pensando hacer el Poder Judicial, duramente asediado, en las últimas semanas, por los legisladores de Morena en el sentido de quitarles “vicios” históricos.
A la caravana de afectados, como de denuncias, pueden sumarse muchos todavía, actores y situaciones, algo que hará ver a 5 o 7 mil migrantes peregrinar tan sólo como un juego de niños.
@RobertoCZga